CAPOTAZO LARGO

Toros con trapío y faenas intensas

martes, 19 de marzo de 2024 · 08:47

Escribo estas líneas a falta de dos días para finalizar la Feria de Fallas de Valencia, un ciclo del que ya se han celebrado ocho festejos y que me ratifican en dos pensamientos. El primero que cada vez de alargan más las faenas, demasiado, y el segundo que sólo el toro con trapío confiere importancia a cuanto se realiza sobre la arena.

Lo de las faenas largas está cogiendo tintes de convertirse en normal, cuando nunca lo ha sido. Antes, que a un torero le sonara un aviso era una mácula. Los trasteos deben ser intensos, no extensos. Sólo cabe una labor larga cuando es extraordinariamente buena porque mantiene el ritmo y la conexión. Le enviaron un aviso a Roca Rey mientras el público pedía el indulto de un magnífico toro; lógico. Sin embargo, escuchó dos el día antes tras una faena anodina en la que sólo se mostró decidido de verdad en las dos últimas series, y no le sonó el tercero porque el burel dobló cuando el presidente ya tenía el pañuelo en la mano. Llega a tardar apenas unos segundos más el animal en caer, y el peruano cambia el premio de una oreja por la deshonra de la devolución del astado a los corrales.

Pero este no es un caso aislado. En el serial josefino ya se han escuchado 23 avisos, muchos de ellos mientras los toreros todavía estaban pegando muletazos, después de labores vulgares que no daban motivos para confiar en que el éxito podía llegar por arte de magia en el último instante. No hay nada más indefendible que el aburrimiento en un coso taurino, y la mayoría de faenas eternas sólo aportan tedio y distracción, cuando no cabreo que se traduce en pitos. La abundancia de pases a menudo procura disimular la escasez de ideas. Así que la brevedad es una virtud fundamental cuando el toreo no es emocionante, y, en muchos casos, también cuando lo es.

Respecto al trapío, queda claro que el toro es el rey de la Fiesta y que sólo cuando salta al albero un animal íntegro e imponente todo a quiere sentido. Las faenas que han pasado a la historia han tenido lugar en cosos de importancia con astados serios. Cuando por chiqueros asoma el toro que impone respeto, el público presta la máxima atención y le confiere valor a todo cuanto realiza el torero, quien, a su vez, se crece y se espolea. Nunca he visto a una figura del toreo afligirse ante un burel con trapío, todo lo contrario, se ha motivado y se ha comprometido de forma extra alentado por el reto y por la evidente repercusión que tiene en los tendidos.

En Valencia, Jandilla lidió un encierro con varios ejemplares con la apariencia que reclama la plaza. No hace falta más, pero tampoco menos. Ni se pretende el toro de Madrid, ni el de Bilbao, ni el de Pamplona. Simplemente un animal bien hecho, en el tipo de la casa, armónico, rematado y bien armado. Y cuando apareció ese astado todo ganó en importancia. ¡Hay si siempre saliera el toro con trapío y se le realizara una faena intensa!