RECUERDOS
Ocho años sin Iván Fandiño: un recuerdo imborrable en el toreo
Este 17 de junio se cumplen ocho años de la fatídica tarde en la que el toreo perdió a Iván FandiñoEste 17 de junio se cumplen ocho años de la fatídica tarde en la que el toreo perdió a Iván Fandiño, uno de los hombres más íntegros y valientes que se han vestido de luces en el siglo XXI. Aquella jornada de 2017 en la plaza francesa de Air Sur L’Adour quedó grabada a fuego en la memoria del toreo como una de sus páginas más trágicas.
El diestro de Orduña, torero de entrega sin reservas y carácter indomable, se encontraba realizando un quite al toro de Baltasar Ibán, que correspondía en suerte a Juan del Álamo. Una acción rutinaria, tan habitual como arriesgada. Pero un mal giro del destino lo puso en el camino de la muerte: un tropiezo con el capote dejó el flanco del torero expuesto, y el toro aprovechó para infundirle una cornada de 15 centímetros en el costado. El pitón destrozó órganos vitales. A pesar del esfuerzo por estabilizarlo en la enfermería y durante su traslado al hospital de Mont-de-Marsan, Fandiño no superó el segundo paro cardíaco que sufrió en la ambulancia.
La cornada mortal de Fandiño golpeó con brutalidad a un mundo taurino que apenas se reponía del fallecimiento de Víctor Barrio un año antes. Fue otro mazazo a la conciencia de una profesión que vive siempre en el alambre.
Desde entonces, en la plaza de toros de Air Sur L’Adour, cada tarde, al finalizar la lidia del tercer toro, suena el pasodoble de Iván Fandiño entre un silencio sepulcral. Es el homenaje sentido de una afición francesa que tanto lo valoró, que supo comprender y aplaudir su concepto del toreo, y que ahora mantiene viva su memoria con respeto y solemnidad.
Iván Fandiño fue mucho más que un torero. Fue un símbolo de honestidad, de torería sin concesiones, de una lucha incansable contra los moldes establecidos. Su legado no se mide solo en triunfos o en ferias conquistadas, sino en el respeto ganado a pulso tarde tras tarde.
A ocho años de su muerte, su nombre sigue presente en cada plaza, en cada pasodoble que lo recuerda y en cada aficionado que no olvida aquella maldita tarde de junio. Iván Fandiño no se fue, se hizo eterno.