PONTEVEDRA

El Juli y Roca Rey, oreja por coleta

José Mª Manzanares sin trofeo fue ovacionado en su lote
domingo, 5 de agosto de 2018 · 18:32

Ambientazo en la primera de abono de la Feria de La Peregrina. Con un casi lleno en el coso pontevedrés, se presentaba un cartel de relumbrón. El Juli, Manzanares y Roca Rey, que esta tarde se ha consagrado como nuevo ídolo de la afición gallega, lidiando una corrida de Alcurrucén.

Al primero, bien presentado, le fallaron las fuerzas. En los primeros tercios, cumplió, sin más, perdiendo las manos y derrumbándose en algunas ocasiones. El Juli estuvo queriendo, y le sacó muletazos de gran mérito por el pitón derecho, aunque no pudiendo bajar la mano en demasía. Un pinchazo hondo y dos descabellos le privaron de un posible trofeo.

El cuarto, soso y deslucido, tampoco ofreció demasiadas opciones de lucimiento a El Juli, aunque este, a sabiendas de que se podía ir de vacío de esta feria donde tanto se le aprecia, puso toda la carne en el asador. Hizo el quite primero y luego molinetes, muletazos por ambos pitones y alguno de rodillas, caldearon el ambiente. Una estocada caída no fue objeción para que paseara una oreja.

De bella factura, sobre todo al natural, fue la faena de Manzanares al primero de su lote, un noble toro de Alcurrucén. Hubo naturales sueltos que nos recordaron a las grandes faenas del alicantino por ese pitón. Por el otro pitón, más sosito el toro por ahí, quizá falto algo de ajuste. Un pinchazo previo a una gran estocada, le privó de un apéndice que el público pidió y el presidente, que debutaba, le denegó. Recogió una fuerte ovación.

El quinto, el más feo de los seis enviados por los Hnos Lozano, fue un animal muy encastado. De principio a fin. Empujó fijo en el caballo y arreó en banderillas. El toro pedía los papeles y Manzanares, por momentos se fajó con él y le hilvanó los muletazos con emocion. Los de pecho, larguísimos. Pero a la faena le faltó rotundidad y quiza faltó acople entre el toro y el torero. Al final hizo amagos de rajarse. De nuevo, el alicantino no anduvo fino con los aceros.

Y una vez más, la tarde fue de Roca Rey. Toreó y se arrimó, pero el la espada fue la culpable de que si gran tarde de toros se quedase en una oreja, la que le cortó al sexto. Fue esta una faena en la que el torero lo puso todo, pues el toro, manso y descastado, el peor de los seis, no ofreció posibilidad alguna de lucimiento. Templó y tanteó las embestidas primero y luego apretó y obligó al toro a embestir hasta que echó la persiana por completo. Ambición y ganas. El único pero fue que la estocada cayó baja, pero aún así logró el trofeo pedido con unanimidad.

Pero la faena de la tarde fue la realizada al tercero, un castaño ojinegro de Alcurrucén, bajo, arremangado de pitones y con unas hechuras perfectas. El toro, noble, tuvo buen fondo y permitió al joven espada realizar una faena ligada y templada por ambos pitones, donde sobresalió un cambio de mano eterno. Mano baja en todo momento. Las luquesinas cerraron faena.  La plaza, volcada con Roca Rey. Se presagiaba un gran triunfo pero un pinchazo, una media defectuosa y un golpe de verduguillo dejaron todo en una clamorosa y ovación. Antes destacó en un gran quite por chicuelinas con el compás abierto y unas gaoneras de infarto.  

Plaza de toros de Pontevedra. Primera de abono. Casi lleno. Toros de Alcurrucén, bien presentados y de juego dispar, destacando los lidiados en tercer y quinto lugar.

El Juli, de corinto y oro, palmas tras aviso y oreja

Manzanares, de burdeos y oro, ovación tras petición y silencio tras aviso

Roca Rey, de blanco y plata, gran ovación tras petición y oreja

 

 

 

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