JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ

Ordesa ¿novela?

lunes, 14 de enero de 2019 · 09:00

Escribo, si se puede decir, a bocajarro, tras leer a Manuel Vilas. Las teclas son gatillos.

Las pausas que me he concedido en su lectura han sido escasas, breves, las necesarias para transitar por la dolorosa vida del autor.

Desde su niñez se le van acumulando vivencias, visiones, experiencias, agresiones, mientras se desarrolla como infante, adolescente, joven, profesor de instituto, marido, padre divorciado. Sin obviar el autor la fractura del equilibrio social que su adicción al alcohol le produce. Y todo ello escrito desde un realismo duro, con  lenguaje cortado, dinámico, rico, hiriente, declarativo…, que hace mella en el lector.

ORDESA* es novela honda, profunda, sacude el alma y en determinados pasajes nos lacera el sufrimiento de quien narra; Y es ese traslado de su dolor, su maestría al narrarlo, uno de los motivos por lo que es un gran éxito editorial, quizá el más importante del año 2018.

Vilas es también poeta y domina la palabra, que se pliega a su voluntad y es concisa, exacta.

El relato de ORDESA supone una vida con muchas vidas dentro. Las de sus padres, quienes tejen y destejen valores y carencias en la conciencia de un hijo inteligente, sensible y observador, sin olvidar una relación parental peculiar que incide en el escritor en ciernes, que, sin saberlo va guardando olores corporales, prendas, voces, gestos, colores, tensiones…

Vilas es como una boa que se lo traga todo, hasta el abuso del malnacido hombre del cíngulo que le colapsa la mente. Un choque psicológico del que, curiosamente, despertará por una segunda agresión gracias a la inmediata acusación de su tío contra el abusador. Las boas a veces no pueden con todo y han de regurgitar.

Todos con sus circunstancias van escribiendo desordenadamente, sin saberlo, en el alma del chico: su malicia, su torpeza, su fracaso, su egoísmo…que un día el autor ordenará sobre el papel pautado de un tiempo con las necesidades de una posguerra que se alargó en las clases medias ¿medias de qué y respecto de quiénes?.

Y por si no fuera poco complejo este tejido humano, en el envés de este tapiz, están los muertos, los muertos de los que se viene y los muertos que se van y, sin embargo permanecen, aunque él no vaya a sus entierros.

En esta novela tienen importancia las muertes y los muertos. Vilas resucita en otro contexto la secreta comunicación con los difuntos, de los que conoce la vida porque han intervenido en la suya.

Vilas, recordándome cierto realismo mágico, saca a los muertos a relucir en su vida, lo hace antes y después de las alucinaciones por el alcohol, su íntima, personalísima tragedia con dolorosas secuelas intransferibles.

Por eso no me atrevo a aconsejar ORDESA.

Se sufre, ya lo ven. Y al final uno se queda pensando si es acertado explicarlo. Esta es mi gran duda, aunque deseo fervientemente que escribirla haya sido y sea de provecho para el autor.

*Novela. 1ª Edición. Narrativa Hispánica.ALFAGUARA.

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