CARLOS BUENO

Novilladas, el aliento de la tauromaquia

No se trata de recibir subvenciones, sino de rebajar significativamente las cargas impositivas de festejos como las novilladas. Del mismo modo que las escuelas de danza, teatro o canto no pagan los mismos impuestos que el Liceo o el Palau
martes, 23 de abril de 2019 · 10:22

Hace un par de semanas se celebró en Bocairent un festival taurino. Por segundo año consecutivo la localidad valenciana elegía esta modalidad de espectáculo para poder vivir un festejo en su ancestral coso. Anunciar una corrida o una novillada significaría para cualquier osado empresario que pretendiera llevarla a cabo un suicidio económico seguro. Aún llenando las 3.760 localidades que alberga el singular edificio los beneficios no serían suficientes para que la función fuese rentable, a no ser que las entradas tuvieran un precio estratosférico, lo que, sin duda, retraería su venta. O sea que, con este panorama, plazas como las de Bocairent están abocadas a albergar becerradas para las escuelas, festivales benéficos o, lo que es peor, permanecer cerradas.

En las últimas fechas -con total seguridad porque las elecciones generales se avecinan- representantes del empresariado taurino nacional han mantenido reuniones con ministros y candidatos con la intención de conocer su posicionamiento sobre la tauromaquia y, a buen seguro, intentar arrancarles algún compromiso satisfactorio para el sector. Era el momento de exponerles los inasumibles costes de producción que sufren cierto tipo de espectáculos y solicitar ayudas reales. No se trata de recibir subvenciones, sino de rebajar significativamente las cargas impositivas de festejos como las novilladas. Del mismo modo que las escuelas de danza, teatro o canto no pagan los mismos impuestos que el Liceo o el Palau, de la misma manera que asistir a un partido de los juveniles del fútbol no cuesta lo mismo que a un encuentro entre equipos absolutos, el toreo base debería gozar de ventajas fiscales que redujeran los gastos de programación.

Conseguir que las novilladas no fuesen deficitarias sería la mejor defensa que pudiera gozar la tauromaquia. Mientras haya cantera habrá toros. Siempre y cuando la llama de la afición siga viva en toreros y público y las entradas cuesten un precio acorde a lo que se va a ver, no habrá antitaurinos que acaben con el toreo. Si por el contrario los empresarios sólo se preocupan de rentabilizar las ferias importantes y las contrataciones de los toreros que apoderan, el futuro pinta negro, porque en unos años no habrá plantel que regenere el escalafón ni, por tanto, matadores a los que dirigir ni ferias que proyectar.

No hace tanto que los aficionados altruistas y soñadores que apostaban por los novilleros se contaban por decenas. Ilusionados seguidores de muchos chavales que sacrificaban parte de su tiempo e invertían algo de su dinero para facilitarles sus inicios y, de paso, satisfacer su ego taurino. Hoy se trata de individuos en vías de extinción. La crisis económica hizo una gran criba, y el miedo real a que los grandes apoderados les arrebataran a sus protegidos una vez realizado el primer y gran desembolso acabó por hacer desistir a los románticos de sus intenciones de envite.

Así las cosas, y hablando en general, la carrera de los benjamines está en las manos de los empresarios más influyentes, los que gestionan ferias importantes, plazas de categoría y matadores de renombre. Y si éstos quieren seguir al frente del negocio taurino por mucho tiempo han de planificar una estrategia que haga que los espectáculos menores sean viables económicamente, que de vida a los cosos de poca relevancia y que fortalezca el escalafón de novilleros, esos que mañana deberían seguir llenando los tendidos.

Los políticos no agredirán a la tauromaquia si goza de buena salud y fortaleza. De ellos depende que el porcentaje de IVA o Seguridad Social sea más bajo para las novilladas, incuso que los cánones de arrendamiento de las plazas disminuyan a cambio de anunciar mayor número de ellas. Y en eso hay que incidir para que Bocairent, los jóvenes aspirantes a matadores y la tauromaquia goce de buena salud y fortaleza, para que el toreo continúe teniendo aliento.

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