CARLOS BUENO

Sube la casta, aumentan los éxitos

Después de estar disfrutando de una campaña triunfal, a estas alturas de la temporada los aficionados se frotan las manos esperando que la racha de éxitos continúe
martes, 2 de julio de 2019 · 07:52

Después de estar disfrutando de una campaña triunfal, a estas alturas de la temporada los aficionados se frotan las manos esperando que la racha de éxitos continúe. Los buenos resultados que, en general, están consiguiendo los toreros han elevado la expectación hasta cotas poco imaginables antes de que diese inicio el año. Golpean los jóvenes que quieren asaltar el poder, responden las figuras consagradas y, además, irrumpen nuevos nombres con un interés sobresaliente.

La ilusión es tal que hasta los movimientos antitaurinos han pasado a segundo plano. Cuando sobre el albero no se originaban noticias tan emocionantes, cualquier acción en contra de la tauromaquia se vivía con una inquietud extra y era analizada hasta las entrañas con la intención de contrarrestarla. Ahora lo que interesa son los resultados que están produciéndose en las plazas por la importancia del cómo, dónde y por qué ocurren. Es decir, que el compromiso de los toreros, su buen hacer y la entidad de los cosos en los que suceden le dan verdadero fuste a sus triunfos.

Pero sería injusto poner todo el mérito de tales laureles en el “haber” de los coletudos, porque este año están embistiendo muchos toros, más del porcentaje habitual. Será que los ganaderos están consiguiendo que se cumpla el anhelado deseo de los aficionados de subir un punto el nivel de casta de la cabaña brava. Lo cierto es que la temporada en plazas de primera categoría comenzó en las Fallas de Valencia con el inicial aviso ganadero positivo. Se lidió un toro de Jandilla para el que se llegó a pedir el indulto, sobresalió un magnífico ejemplar de Fuente Ymbro, saltaron buenos animales de Juan Pedro, de Zalduendo, de Victorino, de Olga Jiménez…

La tónica continuó en Sevilla por abril con la encastada corrida de Torrestrella, la fiereza de los Victorinos, la bravura del encierro de Santiago Domecq, un emocionante toro de Miura, buenos ejemplares de Fuente Ymbro, Jandilla, Domingo Hernández, Garcigrande, El Pilar, Cuvillo, La Palmosilla, Victoriano…

Los vientos favorables prosiguieron en el San Isidro madrileño con la emoción que provocaron toros de La Quinta, Montalvo, El Pilar, Adolfo Martín, Santiago Domecq, José Escolar, Victorino, Juan Pedro, Parladé, Zalduendo, Garcigrande, Valdellán…

No todos fueron suaves y nobles, por supuesto. Los hubo exigentes de verdad que pusieron a prueba la valía de sus matadores, y muchos de ellos pagaron sus apuestas con sangre. Es el precio de la verdad, la que se dilucida frente al toro de mayor trapío en las plazas de mayor repercusión, aunque luego llegue José Tomás y acapare titulares toree donde toree y lleve consigo los toros que le apetezca. Pero es que José Tomás ya no juega en la liga profesional sino en su propio coto, un coto más cómodo y asombrósamente rentable. Sus épicas actuaciones de antaño y su aislamiento mediático, fuera de programaciones taurinas, de retransmisiones televisivas y de apariciones en medios especializados, le han granjeado una trascendencia informativa inusitada. Su paseíllo del pasado 22 de junio en Granada fue noticia en todos los telediarios y periódicos, y tuvo más repercusión que cualquier otro hito de la temporada.

Pero el futuro de la tauromaquia depende de otras cosas, no de los caprichos del extraordinario hierático de Galapagar. Depende de que los toreros rivalicen, que se enfrenten entre ellos en ferias de categoría, en plazas exigentes, y que el toro haga honor a su condición de bravo. Si es así la alegría y la ilusión continuará en el sector le pese a quien le pese.

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Satisfacción
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