CARLOS BUENO

Inconcebible

martes, 12 de mayo de 2020 · 07:46

¡Eso es inconcebible!, solía decir furioso el malvado Vizzini en la maravillosa película “La princesa prometida” dirigida por Rob Reiner en 1987. Y finalmente Íñigo Montoya acabó puntualizándole: “Siempre usas esa palabra y no creo que signifique lo que quieres decir”.

Algo inconcebible es aquello que no se puede comprender, que no se le encuentra justificación. Inconcebible es que nuestros gobiernos, el nacional y los autonómicos, den ayudas por carteras y consejerías, y excluyan a ciertos sectores de forma partidista y dictatorial. Inconcebible es que el toreo vea mermado su respaldo económico respecto al que el Ministerio ofrecerá al espectro empresarial de la cultura. Inconcebible es que el ganado bravo de la Comunidad Valenciana quede excluido de las medidas de apoyo que la Generalitat dará al resto de ganaderos.

Las crisis del coronavirus es transversal y alcanza a toda la sociedad. No se le puede restar protección a un sector por razones subjetivas que sólo obedecen a fobias personales y de ciertos partidos políticos. Eso, de una u otra forma, es un acto de prevaricación. Porque cuando se gobierna se hace para todos, no sólo para los simpatizantes. Las manías y gustos particulares han de quedar a un lado. En eso consiste la democracia.

La tauromaquia es una práctica legal, contemplada en la Constitución Española y considerada Patrimonio Cultural, y como tal ha de protegerse y fomentarse, goce o no de la simpatía de una fracción de políticos que deben actuar según dicta la legalidad, no sus deseos. Y lo justo es que reciba el mismo trato que el resto de actividades que se engloban en su área cultural y artística, y también económica. Porque no hay que olvidar que la aportación anual de la industria taurina al P.I.B. nacional es de 4.500 millones de euros, más del doble que las Artes plásticas, Artes escénicas y Patrimonio, y Archivos y Bibliotecas, a pesar de lo cual no se pide más del doble, sino lo mismo. Equidad, no se demanda otra cosa.

Las decisiones que algunos gobernantes están tomando indican un alto grado de sectarismo ideológico. Sus resoluciones vulneran el principio de igualdad recogido en nuestra Carta Magna. Son un acto inconcebible de fanatismo, de intransigencia y de segregación. Tales actitudes sólo pretenden aprovechar las actuales circunstancias para poner fin a la tauromaquia en las plazas y en las calles, y acabarán provocando el sacrificio de miles de reses bravas. Luego que no vayan con la cantinela de que les preocupan los animales. Puro animalismo urbanitas barato.

Esta situación es inconcebible, una palabra que significa exactamente lo que quiero decir, o sea, que no se puede comprender, que no se le encuentra justificación. Además, en un Estado de derecho democrático, un acto de discriminación como éste debe ser también algo intolerable.

 

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