CAPOTAZO LARGO

Veterinarios: entre las presiones y el deber

Por Carlos Bueno
martes, 28 de enero de 2025 · 06:58

Cada vez que se publican los carteles de una nueva feria, las opiniones sobre sus combinaciones se suceden en todas las direcciones. Es lo que ha vuelto a ocurrir al hacerse oficial el ciclo de Fallas de Valencia. Pero, como siempre acaba ocurriendo, todas las valoraciones pasarán a segundo plano cuando salga el toro. Sobre el animal acabará recayendo la responsabilidad de enjuiciar el serial una vez haya finalizado. Si tiene trapío y embiste todo parecerá mejor de lo que se antoja a priori. Si, por el contrario, no está bien presentado y, además, no da el juego que debería, las críticas arreciarán. Por eso es tan importante la labor de los veterinarios de las plazas de toros, en este caso y en especial, en la de Valencia.

La figura del veterinario juega un papel crucial y, a menudo, invisible, que merece ser reconocido y valorado. No sólo son los encargados de la salud y bienestar de los astados, sino también los garantes de que se cumplan las normativas para preservar la plenitud de los animales y los derechos de los aficionados y, a pesar de las presiones externas, su labor es esencial y un pilar fundamental en la celebración de las corridas.

Su trabajo comienza antes de que los toros salten al ruedo. El reconocimiento previo es una tarea minuciosa que tiene como objetivo procurar que los cornúpetas que participarán sean aptos, tanto en términos de movilidad y visión como de presencia. Se verifica que no presenten signos de enfermedad, malformaciones o condiciones que puedan comprometer su bienestar o su capacidad de participar en el festejo de forma adecuada. Ellos tienen la potestad de impedir que cualquier astado que no cumpla con los requisitos necesarios sea incluido en la función.

Por eso, uno de los aspectos más complicados de esta labor es el constante equilibrio entre las coacciones sufridas y el cumplimiento de su deber profesional. Los veterinarios se encuentran, en muchas ocasiones, en la difícil situación de enfrentarse a las demandas de los organizadores que, para abaratar costes o por doblegarse a los deseos de los entornos de los toreros, reclaman que se aprueben animales de dudoso trapío.

A pesar de todo, deben mantener su imparcialidad y profesionalismo anteponiendo la categoría de la plaza y el interés del público. En ocasiones, esta postura les ha granjeado conflictos y críticas, incluso por parte de una prensa apegada al sector empresarial que llega a desestimar que la labor de estos facultativos favorece que la tauromaquia se celebre dentro de un marco de respeto y justicia.

Es básico entender que no se trata de simples “funcionarios” de las empresas taurinas, sino profesionales comprometidos que contribuyen a que se pueda presenciar un espectáculo digno.

En un escenario donde las tensiones entre diferentes actores son frecuentes, los veterinarios son parte fundamental de la defensa de la corrida. Sin su presencia y rigurosidad, el toreo perdería una de sus principales garantías: la integridad de los toros.

 

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