CAPOTAZO LARGO
Mentiroso y sectario
Por Carlos BuenoSe puede y se debe ser de derechas o de izquierdas, taurino o antitaurino y mil disquisiciones más, pero siempre desde la reflexión y el respeto. La reflexión conlleva conocimiento y raciocinio, fundamental para opinar con objetividad sobre cualquier tema. El respeto hace grande al ser humano, porque la crítica constructiva, educada y deferente nos ayuda a crecer como sociedad. Por el contrario, la mentira, la intolerancia, el sesgo y el sectarismo sólo llevan al odio intransigente, a la degeneración de la humanidad.
Ernest Urtasun es antitaurino, y está en su perfecto derecho de serlo. También es mentiroso y sectario, y eso no corresponde a ninguna persona de bien y, mucho menos, a quien es titular del Ministerio de Cultura. ¡Vaya ejemplo para los ciudadanos! Quien debería abanderar la compostura y la tolerancia de todo tipo de manifestaciones culturales, es quien, aprovechando su cargo y de forma consciente, censura y tergiversa aquello que no es de su gusto personal para crear confusión en la gente y orientarla hacia su tendencia. Repugnante.
Hace unos días, el ministro presentó la Comisión Nacional del Centenario de la Generación del 27, y lo hizo omitiendo cualquier referencia al promotor y patrocinador de ese movimiento, Ignacio Sánchez Mejías, torero, escritor y amigo de literatos que, con su dinero, organizó en 1927 en el Ateneo de Sevilla un homenaje en conmemoración del 300 aniversario de la muerte de Góngora, lo que sirvió de acta fundacional para lo que se conoció como Generación del 27, en la que estaban Federico García Lorca, Vicente Aleixandre, Dámaso Alonso, Luis Cernuda, Rafael Alberti, Jorge Guillén, Gerardo Diego o Miguel Hernández entre otros, verdaderos aficionados a la tauromaquia.
Miguel Hernández, por ejemplo, vivió de su trabajo en la enciclopedia taurina El Cossío, algo que los antis pretenden esconder. En el 75 aniversario de su muerte, se incluyó un fragmento de uno de sus poemas taurinos en el cartel de la feria taurina de Alicante, y los sectarios dictadores pretendieron que se retirara. Hasta ahí llegan sus continuos intentos de censura.
Pero, siguiendo con la última intervención del titular de Cultura, su aversión por el toreo le llevó incluso a falsear la historia, pretendiendo hacer creer que los miembros de la Generación del 27 fueron un grupo de progresistas para los que los toros eran una salvajada abominable. Las obras, los poemas y los libros le desdicen. No sólo fueron excelentes aficionados, sino expertos taurinos.
Incluso la llamada Generación del 98, en principio reacia a los toros, entró de lleno en el mundo taurómaco gracias a la figura de Juan Belmonte, por quien sentían devoción tras comprobar que un torero no era un asesino que disfrutaba maltratando animales. Ángel Ganivet, Miguel de Unamuno, Enrique de Mesa, Ramiro de Maeztu, Azorín, los hermanos Machado, Pío Baroja, Ramón María del Valle Inclán… todos ellos se acercaron a la tauromaquia con curiosidad y tolerancia. Valle Inclán llegó a decirle a Belmonte que para ser perfecto sólo le faltaba morir en el ruedo, a lo que el trianero le contestó: “Se hará lo que se pueda”.
Urtasun puede ser antitaurino y mil disquisiciones más, pero debería dejar de ultrajar y dedicarse a ser adalid de la cultura y la verdad. Es su deber como ministro. Ser mentiroso y sectario debería conllevar su cese inmediato.