JOSÉ LUIS RODRIGUEZ

Suerte, Talavante

martes, 18 de febrero de 2020 · 17:27

Quienes gustamos del toreo imaginativo, aquel que se trenza al son de lo que cada toro permite y hay que exigirle a la casta, estamos de enhorabuena porque ALEJANDRO TALAVANTE vuelve a los ruedos. Su temporal e incierta ausencia (no indefinida) la sentimos y hasta temimos.

Talavante, lejos del aguijón de la competencia, situado más  allá de  la linde del círculo donde es más hombre el que más hace, tuvo que echar en falta el trajín de los viajes con esportones y fundones, los carteles, las distancias... en fin, el estrés de la temporada en marcha que acosa al espada y a su cuadrilla.

Al otro lado de lo que temporalmente dejó Talavante, se encontró con la vida confortable, sosegada. Esa resina melosa y aromática que  puede convertir al torero en un simple espectador sentado en el tendido de cualquier plaza.

Atrás, afortunadamente, parece que han quedado ya las especulaciones y los desencuentros derivados de la relación de apoderamiento, dependencia, enfoque del porvenir... Se adivina que el torero regresa y se presenta libre de ataduras precedentes, dispuesto a convencer y a vencer.

Guardo aún fresco el revuelo que causó  la decisión de irse, al coincidir con el final de la apoteósica despedida de Padilla, en Zaragoza. ¡Qué cosas!

Explicaciones, aclaraciones, contestaciones, réplicas... Todo fue muy complicado. Difícil la tarea de trasladar la verdad de  lo que no se ve a la opinión pública.  En cualquier caso la misión de informar no se les da bien a los toreros, por lo general parcos en palabras y rotundos en gestos.

Para los matadores lo primordial es llegar a ser máximas figuras y una vez logrado mantenerse.

Los “papeles” (contratos, apoderamientos, representaciones, etc.), sólo son medios formales necesarios para el sueño de quien los firma y ratifica, a menudo con su sangre.

Aquello de una palabra de un torero vale por una escritura suena a arcaico, aunque no ha dejado de ser verdad. Entre el Maestro y los otros (los que no se ponen frente al toro y hacen girar su planeta) es verdad que hay muchas arrobas de intereses. Ahí es donde nace la complejidad, en esa cara oculta que no alcanzamos a ver y nos obliga a conjeturar.

Doy por supuesto que las cualidades seguirán intactas para volver a deslumbrarnos, como ya hiciera aquella tarde con el toro ESPARRAGUERO, un jabonero de Cuvillo.

Ahora le esperan en Arlés, 11 de abril.

 ... y también en Sevilla, acartelado con Roca Rey y Morante. Nada que añadir mejor.

 

        ¡Suerte, Talavante!

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