OPINIÓN

Juan Ortega de nuevo invitado a esperar

miércoles, 5 de septiembre de 2018 · 07:40

Quienes aguardaban pacientemente la hora del descubrimiento encontraron, entre lo posible y lo imposible, a quien manifestó la diferencia de una tauromaquia que es, sin duda, expresión clara y rotunda. Una mezcla bien realizada de capacidad y talento, eficaz naturalidad y valor añadido. Una realidad con atisbo de futuro. Alguien cuya tremenda calidad y perfección artística superó de forma desconcertante la monotonía anodina en la lidia de muchos de los que gozan del privilegio de torear. Un soñador del toreo, salido del ámbito marginal, aún sin el inevitable desgaste que produce la constante lucha por encontrar acomodo.

Detenidos en el tiempo lances y naturales, y evocando el futuro que se le escapaba por las rendijas de los intereses ocultos en el silencio, al fin, pudo expresar emociones sólo allí donde las oportunidades colman los deseos y se despierta del sueño. Madrid.

La tarde del pasado 15 de agosto el ruedo de Las Ventas fue, sin duda, lugar obligado para su brillante y ambiciosa aportación al toreo. Le tomó el pulso a lo auténtico con una tauromaquia basada en el buen gusto y la naturalidad. De tal forma, que a los que tienen el marchamo de la afición les sorprendió y sedujo la muestra de su concepto y el vigor de su argumento. Mantuvo en tensión emocional la lidia y suscitó admiración. Al fin y al cabo, todo acabó siendo cuestión de ambición y torería.

No cupo duda de la importancia de su triunfo. Un golpe de timón para navegar más seguro. Un valor añadido a una tarde de ensueño. Pero en la novedosa Feria de Otoño no estará. De nuevo la desilusión que se filtra de procederes interesados. La ignorancia a conciencia. La independencia causa del olvido. La insatisfacción y el desencanto. La decepción ante la imposibilidad de volver y ver que todo se convierte en ilusorio espejismo. La fidelidad al triunfo, sinónimo de coherencia, otra vez no la hubo. La dureza de una profesión vuelve a palpitar entre el deseo y la impotencia. Juan Ortega, torero, de nuevo invitado a esperar.

 

 

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