MANUEL VIERA

Mostrando saber y ejerciendo poder

miércoles, 30 de octubre de 2019 · 07:00

Vuelve a suceder. A convertirse en el centro virtual sobre el que gravitan todos los saberes. Y también todos los poderes. Desde el balcón presidencial se señalan rutas, se interpretan actuaciones y se interviene, de modo docto y autoritario, decidiendo, quizá, el inmediato futuro de quien se juega abajo el ser o no ser. Y, en consecuencia, lo que desde allí arriba se sentencia pone espanto en el ánimo del torero que se encuentra con el subjetivo fallo de quien parece invitarle a seguir jugándosela en precisas e importantes plazas de toros.

Este panorama se repite, en no pocas ocasiones, cada temporada taurina en cosos de primera y en ferias determinantes para muchos de los que en ellas se anuncian. Y estas actitudes de quienes presiden las corridas de toros dejan perplejo al que pretende conseguir su lugar en el toreo a base de un inmenso esfuerzo, un valor desmedido y, sobre todo, su arte. Con lo que quiere dar cuenta de lo que es y lo que quiere llegar a ser.

Sucedió, no sólo una vez, en la pasada Feria del Pilar en Zaragoza. Pero, la más significativo, fue la postura de una presidenta quien, de forma abusiva, mostró todo su saber y ejerció todo su poder, desestimando mayorías absolutas, ante la admirable lidia que le realizó Manuel Escribano a un complicado toro de Adolfo Martín. Carolina Chaves se mostró en contra del cónclave para negar lo obvio al héroe que magnificó su valor, desde la compleja portagayola, pasando por el comprometido y colosal tercio de banderillas, a la fulminante estocada, sumándole obstáculos e invitándolo a seguir por los sinuosos caminos del toreo.

¿Qué pasa?, se pregunta el de abajo, cuando quien se sienta arriba, quien preside, no atiende lo que un torero está diciendo delante de un toro. Cuando se convierte en caótico veredicto diluyendo el sentido del discurso dado en el ruedo. Pues que el toreo, el valor y la gesta han sido diseminados. Y que, en el fondo, el ruedo de la plaza es un complejo sitio donde todo, hasta el propio toreo, se vuelve incierto.

 

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