Y... Madrid se le entregó

El sueño se hizo realidad en el ruedo de Las Ventas. De hecho, cada una de sus comparecencias fue una nueva esperanza. Una prolongación de deseos en ese universo de verónicas y naturales que el artista forja con la bravura. La memoria, poderosa diosa que todo lo recuerda, mantiene intacta la frescura del apasionante y desbordante hacer de quien ofreció, el pasado sábado, una lidia de belleza sublime sin dejar de clamar por la preceptiva pureza.

Pareció como si las telas de su capote y muleta contuviesen entre sus hilos la grandiosidad y la verdad del toreo. Un toreo que emergió de sus entrañas para expresar, en las efímeras frecuencias de la lidia, el natural que cautivó a una plaza que no dejó de mantener nunca el tono de las pasiones extremas. Una tauromaquia que, en cada trazo, mostraba los principios básicos del valor y la verdad evidenciando, además, una expresión artística sin límites en la creatividad. Con ella logró dar vida a una lidia en toda su intensidad, y en todo su desbordado apasionamiento, hasta conseguir que la emoción avanzase en oleadas arrastrando a la gente al delirio.

Fue toda una clara manifestación de arte que acabó en placer. En entusiasmo. En deseo cumplido. En el lujo mágico del toreo de un murciano que buscó el triunfo en la inspiración de una tarde de impacto. Fue tan severo y gratificante lo ocurrido que Madrid se le entregó. Todo lo hizo de forma pura, generosa, embaucadora… con sentimiento e ingenio para inventar lo sublime aun no siéndolo. Le volaron los dedos con los que meció el capote a la verónica de la misma manera que ralentizó el natural henchido de gracia y encanto.

A Paco Ureña le soñaba y le esperaba Madrid. Porque sospechaba que en una u otra tarde algo sería posible. Y lo fue. Las Ventas tuvo la excelencia imprevisible y siempre sorprendente de quien se mereció dar el definitivo salto a la gloria. La alcanzó tras la espléndida obra a un gran toro de Victoriano del Río y el testimonio de superación, valor y arte a través de las sabias formas de un grandioso torero.