PACO DELGADO

Las posibilidades de julio

jueves, 1 de agosto de 2019 · 07:00

Se acaba de consumir una nueva edición de la tradicional feria de julio de Valencia, una de las más antiguas y modelo de todas cuantas en la actualidad son. Un serial que hace años comenzó a ser incómodo pero que se resiste a dar su brazo a torcer.

Tres corridas de toros y una novillada es la composición que se repite desde hace un tiempo, sin que las figuras miren con agrado a Valencia en estas fechas. Las nuevas fórmulas para el diseño de la campaña de los toreros que son cabecera del escalafón hacen que no sea fácil organizar un ciclo de campanillas, que es lo que toca, como también influye que al ser época vacacional -y no haya más fiesta en la ciudad que la taurina- la gente tienda a irse fuera. Pero esto es algo que ya sucedía hace diez, quince o veinte años. Lo del apartamento y la playa no es de hace dos días y en los sesenta, quien más quien menos, en julio veraneaba en El Perelló, La Cañada, El Saler o Puebla de Farnals y no por ello se pensaba en prescindir de la fira de juliol.

Si se repasan los carteles de hace diez, quince o veinte años, para no irse más atrás y que digan que son tiempos remotos que nada tiene  que ver con la actualidad, aunque ya había alguna resistencia, los principales toreros estaban puestos. Y si por fallas todos quieren estar como sea, bien se les puede amarrar para que estén también por San Jaime.  También al tirar de hemeroteca se puede ver que, como ahora, había tardes en los que se veía mucho cemento en los tendidos del coliseo de Monleón. Y no por ello se planteó el abandono de la obra, porque la gente, entonces, ahora y siempre, acude a lo que de verdad le interesa. Pero si lo que se ofrece no tiene en sí un tirón cierto para la masa, es normal que sobre papel. La publicidad y el marketing son herramientas ideales para dar a conocer al público un producto. Pero hay que utilizarlas. Y ese uso cuesta, dinero, dedicación, esfuerzo... claro, como todo, nada es gratis, pero si no se siembra no hay cosecha.

La afición valenciana es generosa, dispuesta y agradecida, como siempre ha quedado patente y se ha vuelto a demostrar este año, aunque tampoco es tonta ni se deja tomar el pelo. La ley de la oferta y la demanda no falla y a ella, como cualquier empresa, deberían acogerse los responsables de la plaza valenciana.

El apoyo municipal dado a la feria de Santiago de Santander, hasta hace nada un serial de segunda sin apenas repercusión, como lo reciben otras plazas de menor categoría, es, desde luego, un apoyo crucial para que se mantengan fuertes y crezcan, algo que, desgraciadamente, en la ciudad del Turia es ahora mismo impensable, aunque desde la Diputación se haga un fenomenal y extraordinario trabajo de difusión y divulgación del apartado cultural de la fiesta.. Pero lo que no es imposible es el trabajar porque esto salga adelante. Y ahí está la clave. En el trabajo. Como todo en la vida, si no se dobla el lomo es muy difícil que se prospere. Lo de San Isidro -me refiero al santo al que le los ángeles le hacían el curro mientras dormitaba en éxtasis- fue un milagro y los milagros no se dan todos los días. Pero el esfuerzo está demostrado que, antes o después, fructifica. Lo malo es no hacerlo, quejarse, lamentarse y dejar que se seque el huerto. Entonces la historia ya puede que no tenga remedio.

Otra cosa es que haya que replantear horarios, estructura, etcétera. Naturalmente, A lo mejor hay que ver cómo funciona por la noche. O si hay que darla en varios tramos a lo largo de todo el mes y no concentrada en unos pocos días.., pero, desde luego, lo que no se puede dejar es que se muera sola. Y no es verdad que sea un abono que ya no tiene sentido, claro que lo tiene, como lo tendría el que se diesen más funciones a lo largo del año. Pero si lo que se pretende es que Valencia se limite a las fallas, entonces sí que vamos por el buen camino.

 

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