PACO DELGADO

Chaquetillas especiales para Arruza

jueves, 20 de febrero de 2020 · 07:00

Se acaba de cumplir el centenario de uno de los más grandes toreros que ha dado Méjico y que también en España cumplió varias temporadas de un nivel impresionante. Hablo de Carlos Ruiz Camino, Carlos Arruza -utilizó como apellido artístico el segundo de su padre- en los carteles y también conocido como El Ciclón, ya que arrolló todo a su paso.

De ascendencia española, su padre, sastre, era originario de Santander, y la madre, hermana del  poeta León Felipe, tras haber presenciado por primera vez una corrida, con 14 años de edad se lanzó como espontáneo en la plaza de toros de El Toreo, siendo esa la primera vez que pisó un ruedo. Pero ya no hubo vuelta atrás.

Compitió con los grandes matadores mejicanos de aquel tiempo, Armillita, Lorenzo Garza, Silverio Pérez, El Soldado.., y desde que se presentó en España, en 1944, rivalizó con Manolete. “Desde que ha venido Arruza, Manolete está que bufa", rezaba el ripio popular. Sin embargo, desde que coincidieron por primera vez, el 9 de mayo de 1945, se hicieron grandes amigos. Fue en Valencia, con motivo de la alternativa de Parrita y la empresa organizó una paella en la misma plaza de toros, a la que invitó por separado a los toreros, y sin que ninguno supiese de la asistencia del otro. Pero congeniaron enseguida y tras la comida se fueron juntos al cine, arrastrando en procesión a varios miles de aficionados que aguardaban fuera del coso de Monleón, para ver en el No-Do sus respectivas actuaciones en la anterior feria de Sevilla.

Tan amigos fueron que tras la tragedia de Linares, Arruza organizó en Córdoba una corrida para recaudar fondos para un monumento a la memoria de su entrañable amigo y compañero.

No fue aquel su primer gesto solidario, ya que el 9 de abril de 1945, en su presentación en Valencia, cortando cuatro orejas, un rabo y una pata, donó sus honorarios -50.000 pesetas- a la madre del infortunado Manolo Cortés, muerto a consecuencia de la cogida sufrida unos meses antes en la feria de novilladas de Algemesí.

Participó en muchos festivales benéficos, como aquel célebre que tuvo lugar en Barcelona en 1962, el día 12 de octubre, a beneficio de los damnificados por las trágicas inundaciones, colaborando siempre con los más necesitados, por lo que fue un acto de justicia el que las autoridades españolas le concediesen la Gran Cruz de Beneficencia, habiendo sido uno de los toreros que más festivales benéficos ha toreado. E igual sucedió en Venezuela.

También en Méjico hizo labor por los toreros caídos en desgracia y se recuerdan las corridas que organizó, y en las que actuó, en 1960; funciones a beneficio de Carlos Vera "Cañitas" y de Curro Ortega, que por cornadas quedaron imposibilitados para seguir toreando.

Y no debió ser casualidad que su confirmación en Las Ventas sucediese en la llamada Corrida de la Concordia, pues con ella se celebraba el restablecimiento de las relaciones taurinas hispano mejicanas, rotas años antes y raíz de no pocos y desagradables incidentes.

Néstor Luján, que no fue precisamente un admirador entregado de  Arruza, dijo de él que fue un torero iluminado por la genialidad más difícil que se conoce: la voluntad de agradar, y la más perfecta manera de expresarla: “En esto, ha sido genial como nadie… quien ha logrado esto, no es un torero vulgar… es un hombre excepcional, como hay pocos en la lista del toreo…”. Y excepcional fue también como persona. El Ciclón, le bautizó K-Hito, experto en colocar sobrenombres, pero no estaría de más recordarle como un diestro al que había que hacerle las chaquetillas mucho más grandes para que pudiese acomodar a un corazón tan enorme.

 

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