SAN ISIDRO 2020

Hoy era el Día

martes, 12 de mayo de 2020 · 17:56

Hoy, 12 de mayo, era la fecha marcada en rojo en el calendario para todos los amantes de la tauromaquia. Hoy, debería haber comenzado la feria más importante del mundo. Hoy, era el inicio de treinta y cuatro tardes en el coso de la calle Alcalá. Hoy, regresaría el público, que no el aficionado a la primera plaza del mundo. Hoy, era el inicio de la Feria de San Isidro.

El gentío de la mañana en el sorteo se ha visto sucumbido. Se perderán esas charlas con taurinos antes de entrar a los corrales, da igual que no los conocieras, sabías que teníais el mismo amor: el toro. No miraremos al suelo ni estaremos preocupados por resbalarnos mientras subimos las escaleras que dan paso a ver al animal más bello del mundo. Tampoco habrá comentarios sobre las reses a lidiar, ni se oirá por la megafonía de los corrales los nombres de los toros mientras son enchiquerados.

Llegarán las seis de la tarde y al igual que no habrá nadie alrededor de las estatuas que salvaguardan el acceso a la plaza más importante del mundo, tampoco se abrirán sus puertas. Los alrededores de la plaza no gozarán de ese ambiente de tarde de toros. El silencio hará acto de presencia en los pasillos de Las Ventas. Tampoco habrá carrera ni empujones por llegar a la puerta de acceso cuando llegas con la hora justa y no te quieres perder ni el paseíllo.

Esos saludos con compañeros que se han convertido en amigos se los llevará el aire. Ese aire que no tendrían que soltar los encargados de hacer sonar sus clarines a las siete en punto de la tarde para abrir esa puerta de cuadrillas. Solo habrá silencio. Silencio como el que logró el año pasado Pablo Aguado lidiando a “Tapado” de Montalvo. Ese silencio mágico que se consiguió. Tampoco despediremos a un picador puesto en pie como sucedió el 14 de mayo de 2019 con Juan Francisco Peña al toro de La Quinta “Fogoso”; ni los aplausos a los hombres de plata tras una brega exquisita ni tras un par de banderillas en todo lo alto. Ni tampoco nos levantaremos de nuestros asientos después de un inicio de faena como el de Paco Ureña el 15 de junio. No existirán los reproches ni palmas de tango de ese sector tan criticado por “los expertos”; pero que sin embargo, gozan de una gran sensibilidad. Es más, me atrevo a decir que el tendido 7 de Madrid es el más agradecido de toda la plaza de toros de Las Ventas cuando el torero se pone de verdad.

No habrá esa sensación de vacío en el aficionado tras una tarde sin nada destacado, ni tampoco podremos salir toreando tras lo visto en el albero venteño. No podremos pensar en el siguiente día ni quedar con nadie para volver a existir al apartado. Estaremos todos en casa, pensando en lo que pudo haber sido la feria de San Isidro pero que nunca sucederá.

Solo nos queda pensar en volver a las plazas cuando todo esto que nos rodea se supere. Solo nos quedará acudir con más fuerza si cabe para defender nuestra fiesta cultural. Solo nos queda volver. Volveremos a la plaza, volveremos a la vida.

 

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