BEZIERS

Una enfermería de primera categoría

El equipo médico de la plaza francesa de Beziers rememora para Burladero el trágico percance que dejó tetrapléjico a Julio Robles y del que el pasado día 13 de agosto se cumplieron treinta años.
lunes, 17 de agosto de 2020 · 20:44

Sin lugar a dudas, la enfermería es ese lugar de las plazas de toros por el que los toreros no desean pasar. En esta ocasión el equipo médico de la plaza de francesa de Beziers ha abierto sus puertas a Burladero y hemos tenido la ocasión de comprobar que sanitariamente hablando este coso cuenta con una enfermería de primerísima categoría.

La enfermería,  cuyo responsable es el Dr. Georges Stoymanov, cuenta con un quirófano completamente equipado con todos los medios técnicos, y desde el punto de vista humano el equipo está compuesto por tres cirujanos, dos anestesistas, especialistas medicina vascular, visceral, un ortopedista, y dos enfermeros. Todos ellos llevan décadas viendo corridas y confiesan que “cuando sale un toro difícil, enseguida vemos el peligro y estamos a la expectativa de lo que pueda ocurrir”

Pese a los inmejorables medios con los que cuenta la enfermería, aquí en Francia no existe la costumbre de operar in situ en la plaza. Contrariamente a lo que acurre en España, aquí los toreros reciben las primeras atenciones de urgencia y una vez estabilizados son trasladados en ambulancia a la cercana Policlínica Saint Privat de Beziers en donde los días de corrida un quirófano permanece reservado a la espera de si se produce alguna cogida en la plaza.

 

 

Una tarde que sin jamás olvidarán estos profesionales es la que se vivieron en esta enfermería hace ahora exactamente treinta años. Fue concretamente el 13 de agosto de 1990. Esa tarde de feria alternaban en Beziers Julio Robles, José Miguel Arroyo “Joselito” y Fernando Lozano.

Apenas había arrancado el festejo cuando Robles, que en ese momento toreaba a la verónica, fue cogido por el primer toro de la tarde, de nombre Timador, perteneciente a la ganadería de Cayetano Muñoz. El diestro, de Fontiveros (Ávila), que aquella trágica tarde vestía un terno azul pavo y oro,  fue lanzado por los aires, cayendo de cabeza, con todo el peso del cuerpo que quedó inerte en el suelo mientras un inmenso silencio roto solo por los gritos de angustia y miedo de los espectadores se adueñó de la plaza.

Desde el callejón los doctores viendo el cuerpo del torero allí inerte en el suelo ya se temían lo peor. De inmediato fue trasladado a la enfermería, donde Robles que había perdido toda la movilidad de sus extremidades y había dejado de sentir los brazos y las piernas, alcanzo a decirles ”doctores, el toro me ha partido en dos, por favor, salvadme, salvadme...”

A Julio Robles, que entonces contaba con 37 años de edad, se le diagnosticó una tetraplejia por lesión de la parte baja del raquis cervical, es decir una parálisis de los cuatro miembros, que le apartaría para siempre de los ruedos.

 

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