MAGALY ZAPATA

Lo de Arranz iría por el camino del fakenews

sábado, 26 de septiembre de 2020 · 18:24

Tras la insolente aparición adelantada y de manera sensacionalista por una de las partes intervinientes en el caso Roca Rey y Campuzano con apariencia malvibrosa de crear un ambiente negativo en torno al figurón peruano, llegó al candelero un par de páginas de tratamiento noticioso camorrista, de los que rumores de mentidero lo convierten en trascendidos sin la etiqueta si quiera de ‘por confirmar’ aquello del apoderamiento de Martín Arranz.

Al segundo día, y casi como la nueva de un Jesús redivivo, recibimos dos comentario, de fuente cercana y confiable, de que el esperado humo blanco aún no existía. Que el torero de Lima iba a pensar y deshojar margaritas, con calma y sin prisas, que tiempo tiene y mucho (hasta fin de año) para tomar la mejor decisión. Oído lo que les cuento, me decanté por creer esta versión, llegada por vías diferentes pero confiables.

Así las cosas y ante las olas generadas por mi anterior artículo, según comentarios leídos en redes, deberé por interés periodístico y porque la verdad puede doler pero no ofender, deberé decía, extenderme algo más para aclaración y constatación al pie de la cronología biográfica del diestro, contar circunstancias que varios taurinos locales tuvimos la suerte de estar y vivir como testigos -y porque así lo creíamos- que estábamos siendo testigos de la historia, porque más temprano que tarde sería una estrella en el firmamento taurino, un triunfador que hiciera justicia a la historia taurina de nuestro país. Y en ese afán incursionaron varios aficionados para empujar el carro con ese único leit motiv.

Aún recuerdo aquella tarde de octubre en la portátil Torokuna cuando un pequeñajo Andrés, enfundado en su nuevo traje corto color tabaco, regalo del Dr. Luis Herencia y su señora Charo, caminaba incómodo y lo veía tirando de la calzona. Al cruzármelo antes del primer paseíllo de su vida, le pregunto

  ⁃  que te pasa...

  ⁃  Estas pantis de mujer me fastidian

Evidentemente eran las medias que visten bajo la calzona las que incomodaban al homenajeado que ese día celebraba su sétimo cumpleaños como él había decidido que iba a ser. Toreando su primera becerra en público, solo para él, que con desparpajo e incipiente torería había pedido meses atrás de regalo al ganadero Rafael Puga. 

Fue el nacimiento de una fulgurante estrella. Nervios teníamos, más que él. De sólo pensar que un golpe de la becerrita nos lo podía quitar del toro... y salió con muchos pies, corretona y suelta, el pequeño tras burladero con el ganadero al lado, sólo podía verla por abajo; tiró del pantalón del adulto y preguntó 

  ⁃  porqué corre tanto? (Para quitar presión recibió como respuesta)

  ⁃  Porque tiene patas, no ves?

Lo vimos que con arrojo y decisión cogió el capotillo y salió a buscar a la de las patas movidillas. Un lance, otro más y zas. Se le vino cruzada y golpe al pecho del que salió rebotado y cayó al suelo. Susto general. Nos mirábamos. Miedo de que se levantara llorando y se refugiara en tablas pero no. No fue así. Echó su flequillo a un lado, levantó su mentón y con gesto enrabietado se puso en pie, ya su hermano el matador estaba a rescatarlo, déjame le dijo, recogió su capote y salió corriendo tras la becerrita. Sin mirarse. Sin dolerse. Ahí nació El Andi.

El Andi que desde aquel 2003 empezó a torear en público cada vez más y cada vez mejor. Encandilando públicos y aficionados por donde iba por su entrega, que ya daba que hablar y ganada adeptos por donde toreaba. Ruedos que por entonces compartió con Michelito de México y Colombo de Venezuela en lo que en aquel momento denominé, una armada de niños toreros americanos que darán mucho que hablar cuando desembarquen en la cuna del toreo. Pues ellos deleitaban por los pueblos del Perú. Emociones a raudales fue verlo debutar en Acho en el 2007 y recibir el brindis del Maestro Víctor Méndez. Tuve el honor de juntarlos en un panel cuando conté en la Sala Cossío de la Comunidad de Madrid -en la primera plaza de toros del mundo- sobre nuestro Perú taurino, aquel año 2015 cuando dos novilleros peruanos se anunciaron por primera e histórica vez en la Feria de San Isidro la más importante del orbe taurino.

Por esos años una vez que El Juli, había aterrizado en Lima para torear la feria nazarena, puso rumbo a un cortijo al Sur de la capital para ver en un festival al niño torero que entusiasmaba a los peruanos y recibió torero brindis del becerrista porque desde que decidió ser lo que hoy es, Julián fue su referente y su ídolo. Contaba su Padre que las tardes después de la escuela las dedicaba a ver los videos de El Juli en lugar de hacer las tareas o se ponía a torear a la mascota de la casa, hasta que llegó la ocasión de torear de verdad, siempre al lado de su hermano, y empezó entonces a contar con las enseñanzas vespertinas del matador Luis Miguel Rubio en el Parque Reducto de Miraflores.

Tuve la fortuna de estar en un tentadero en lo de Roberto Puga al que llegó El Andi por primera vez sin su Padre. Ya quería sentirse mayor pero no despegaba mucho del suelo, quizás andaría por las 11 añitos. Viajo con su hermano. Divertido era verlo, y cuidarlo, al movedizo que deambulaba por los salones del hotel, buscando charla y diversión entre el personal, siempre inquieto. Tanto como la preocupación de su hermano en el desayuno para que se alimentara bien ante la extenuante y larga jornada que les esperaba. Tienta cumplida, almuerzo en Pimentel cerca al mar. Esto había sido una preparación para su inminente viaje -hubo uno primero a la Santamaria de Querétaro- como torero que iba a torear a tierra extraña. Iría a México Aguascalientes al concurso de becerristas. Una llamada del Padre me alertó, dile que almuerce todo, sino, no viaja. Entonces el pescado con arroz se evaporó. Ese era El Andi. Travieso, alegre, juguetón, y loco por torear.

Y así empezó la historia a trascender nuestra frontera. Llegó al concurso mexicano y se trajo el trofeo del certamen, la orejita de bronce. Nada más llegar vino a la radio para contar sus experiencias y en la charla le veo un raspón, una herida, un cordón grueso de sangre seca, le pregunto qué te pasó 

  ⁃  nada, el becerro me levantó por los aires y me agarró al caer

(Me puse en el lugar de una Madre y le dije)

  ⁃  te das cuenta que un toro te puede matar??

Con convicción y desparpajo, como quien habla comiendo un helado, contestó 

  ⁃  Quiero ser figura del toreo y eso no me importa

Me heló la sangre. Ese era El Andi. 

Llegó aquel 2008 y nos fuimos a Bambamarca a su feria entre sus atractivos estaba el niño torero. Nos juntamos en Chiclayo con el ganadero Roberto Puga que venía con el apoderado Campuzano y su torero Ureña. Recuerdo que la cena fue de amena charla taurina, conociendo mucho la persona y su historia. Y nosotros, con doña Ena Moyano, a la sazón Presidenta de la Asociación de Peñas de Lima, contándole de nuestro niño torero que estábamos seguras estaba llamado a ser figura del toreo. Fue así que lo vio torear por primera vez. Muchos años pasaron hasta que lo buscó en el 2011. 

Años en los que El Andi toreaba y mucho cada temporada por los pueblos del Perú y el reto, los taurinos lo sabíamos, era migrar y cuajarse allende la Patria, en la meca. Surgió así el apoyo del ganadero Roberto Puga quien a través de su amigo el taurino extremeño don Miguel Moreno Zapata, quien lo acogió como a un hijo, consiguieron el permiso de sus padres para que viajara por primera vez sólo a torear en España durante sus vacaciones del colegio. Y así fue que lo inscribieron en la escuela taurina de Badajoz en la que dejó gran ambiente. Tiempos en los que, orientado el maestro Campuzano, lo convenció y lo sacó para irse de campo, y conocer de encastes, incluso lo inscribió en un certamen lisboeta del que terminó con un percance óseo. El compromiso de Moreno era devolverlo a sus clases y a regañadientes tuvo que devolverse pero ya tenía claro que para ser figura tenía que cuajarse en España.

Es así que su familia programó su vuelta y conversado y pactado en condiciones fue el contrato que firmaron finales del 2012 con el maestro Campuzano, con cláusula de rescisión pedida por él y con un alto costo en varios miles de dólares en cinco cifras anuales por tres años hasta la alternativa por todo concepto. Monto que fue asumido en gran medida por quien considero ‘su mecenas’, don Guzmán Aguirre Altamirano, que con el correr de los años, apadrinó al nieto del maestro sevillano. Formando todos una gran familia.

Precisamente aquella exposición audiovisual del Perú taurino en Madrid, la abrochamos con El Andi en Huamachuco toreando para miles de niños ‘marcelinos’, niños trabajadores de la calle a quien Guzmán apoya. Recuerdo que la primera vez que fue, llegamos en la misma avioneta. Toreó de salón en la noche para ellos en el patio de su colegio. Y al día siguiente se convirtió en ídolo en el ruedo. La cara de alegría que puso al recibir su primer sobre con el estipendio a su entrega en el ruedo como obsequio del señor Aguirre fue de cartel. Figura del toreo, siendo el numero 1 mundial, volvió el año 2017 porque así se había comprometido, dejando de lado corridas europeas en el mes más nutrido como es agosto, vino al Perú para torearles a ‘los marcelinos’ y devolver con un gesto que lo honra, la generosidad de su mecenas que lo quería como peruano triunfador fuera de la Patria, porque siempre lo dijo y lo dice ‘Andrés es grande’. Hizo un viaje de ida y vuelta que implican horas de vuelo y otras tantas de pista entre las montañas andinas, toreó para los marcelinos en el único mano a mano con su hermano ya como matador de toros y los 50 mil dólares que cobró por su actuación los donó íntegros para la educación de esos niños que deben trabajar para ayudar a sus familias.

Ya lo dije el otro día. Si contar es pecado, peco. Si opinar es pecado, peco. Porque no hay nada que me rebele más que un decir intencionado. Y aquí acabo. 

El diestro conversó su decisión con los apoderados, con tiempo, con respeto, agradecimiento y cariño, decisión en la que le asiste el derecho legalmente de no renovar un contrato que respetó y que cumplió hasta el final pactado, en letra y con sangre, jugándosela cada novillo, cada toro, en todas las plazas. Ganó y ganaron dinero. Ganó y ganamos los aficionados que con orgullo enarbolamos nuestra bandera en otros ruedos.

Por eso no es de recibo aquella malquerencia de filtrarlo de la manera vil en que sucedió cuando habían quedado en contarlo juntos. Ya verá usted quien es quien en esta historia que vio la luz como la ha visto, con poco arte y mucha maña, y que intenta menospreciar al personaje y al ser humano, sin verdad y sin razón. Ser faltoso, en limeñismo que quiere decir faltar el respeto, al emitir opinión no es profesional, es andar en el oficio como un camorrista, que para encumbrar tiene que destruir. Argumento del que no tiene sustentos. Lo digo por algunos escritos aparecidos. Finalmente señores, y como dice mi tío, el que es decente es decente, aunque se esfuercen en demostrar lo contrario.

 

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