ANIVERSARIO

El doble aniversario de un genio

Se cumplen 110 años del nacimiento de Rafael Sánchez “El Pipo” y 35 de la muerte del descubridor de Manuel Benítez “El Cordobés”. Listo como un zorro y grande como un oso, El Pipo supo utilizar los resortes y ventajas de la publicidad para encumbrar a un novillero surgido de la nada
sábado, 19 de noviembre de 2022 · 14:06

Rafael Sánchez Ortiz “El Pipo” nació en Córdoba el 18 de noviembre de 1912. Hijo de un comerciante de mariscos, fue compañero y amigo en el colegio Salesianos de Manuel Rodríguez “Manolete”, siguiéndole como aficionado de plaza en plaza cuando comenzó a destacar el que fuera luego V Califa. En el año 1944 El Pipo siguió a Manolete por toda España, viéndole en 73 corridas. El fatídico 27 de agosto de 1947, El Pipo se levanta de la siesta y exclamó que había soñado que su amigo había sido cogido en Linares. Momentos después, al entrar a la cervecería Tropical, en la calle Alcalá de Madrid, le avisan de la cornada de Manolete y salen a buscar al doctor Jiménez Guinea a quien localizan en el Escorial y con quien viaja a la ciudad andaluza. Tras la tristemente famosa transfusión de plasma Manolete, que sabía que no había estado en la corrida, le comentó: “¡Que disgusto le voy a dar a mi madre!”, instantes antes de fallecer.

También él quiso ser torero, utilizando su mercancía marisquera como regalo para poder enfrentarse a alguna becerra en capeas y tentaderos, llegando a vestir el traje de luces en calidad de banderillero.

Pero su afición siempre tuvo la oposición de sus padres. Eso y el estar escasamente dotado para el oficio, hizo que se dedicase al negocio familiar en la famosa marisquería Bar El Puerto, ubicada en la calle La Plata, ampliando su zona de influencia en establecimientos de Madrid, Zaragoza y San Sebastián.

 

Avance Taurino

 

Pero no por ello renunció a su afición, y simultaneó la venta de marisco con ser apoderado de toreros. Entre otros dirigió a los diestros Rafaelito Lagartijo, sobrino nieto del famoso Rafael Molina Sánchez "Lagartijo"; a Pepe Escudero, José Ramón Tirado, Manuel Cascales, Capetillo y José María Montilla Álvarez.

En 1960 conoció a Manuel Benítez “El Cordobés” y durante año y medio puso toda sus esfuerzos, capacidad e ingenio a pleno rendimiento en una campaña de publicidad jamás conocida, cuyo objetivo era promocionar a su torero. Sabía que contaba con una figura excepcional del toreo y supo sacar rendimiento de aquel filón.

Su poderosa imaginación creó en torno al diestro cordobés una leyenda tan novedosa y pintoresca, Tan perfectamente concebida para el momento social del país, que produjo una rentabilidad nunca conocida en el mundo de los toros, haciendo millonario al torero antes de que tomase la alternativa. Él fue también quien contó peripecias, reales o inventadas, a Domique Lapierre y Larry Collins, que con ellas dieron forma al best seller O llevarás luto por mí.

Durante casi dos años, de mayo de 1960 hasta abril de 1962, consiguió hacer de Benítez un torero indispensable, pasándode llevarlo por todos los pueblos de Córdoba a las principales ferias y hasta introducirlo en el festival taurino celebrado en El Pardo; con este hecho alcanzó la máxima popularidad como apoderado. Pero dos personalidades tan fuertes como las suyas acabaron por chocar y la sociedad se disolvió, no llegando a disfrutar del inmenso éxito que obtuvo El Cordobés desde que en mayo de 1963 se convirtiese en matador de toros.

 

Avance Taurino

 

No cejó en su aventura taurina y posteriormente descubrió y apoderó al torero de Linares José Fuentes, haciendo nuevamente exhibición de su ingenio popularizando la frase "Linares se lo llevó, Linares nos lo devuelve". Luego dirigió las carreras de otros toreros como Paco Pallarés, Antonio Benete ´"El Mesías", Curro Vázquez, Antonio Porras, Zoilo y Espartaco padre. Y siguió demostrando ser un genio de la publicidad. Cuando apoderaba al mejicano José Ramón Tirado, al viajar este a Madrid, aprovechó que una multitud de periodistas y fotógrafos esperaban a Franco en Barajas y se inventó que el diestro mejicano se había arrojado del avión y que un barco había recogido su cuerpo en alta mar. Inmediatamente todos los profesionales se volcaron en saber qué había pasado con Tirado, que se hizo famoso en un día gracias al ingenio de El Pipo.

En sus tertulias expresaba que la única escuela que determinaba la esencia pura del toreo estaba en el valor y el arte, sin importar de donde vinieran, si de la escuela rondeña, de la castellana o de la que se inventó El Cordobés, la heterodoxa, la de la publicidad, moviendo despachos y sometiendo a las empresas con frases publicitarias como “cita con la muerte” o “aprendiendo a morir”.

A causa de una hepatopatía crónica, y tras permanecer ingresado varios días, el 15 de noviembre de 1987 falleció en el Instituto de Ciencias Neurológicas de Madrid.