PANTALLAZOS
Las orejas de Forajido
Tras una faena monumental y una estocada suprema, Roca Rey reincide cinco veces con la cruceta malogrando una obra que seguramente competiría con la de El Juli ayer, para el trofeo de la feria.
Entonces, con el quinto bis, brindó el lance del perdón; de rodillas a portagayola, larga cambiada con zambullida y cuatro delantales y revolera para poner la plaza a revientacalderas. Brindis al público que le ruge su idolatría y de nuevo rodillas, en los medios esperando el galope desde tablas para poner “Soleares” en órbita concéntrica de cuatro vueltas por la derecha y el de pecho. Incorporado la faena se fue a dominio total de las embravecidas acometidas. Por un pitón y por el otro, atalonado, trapo delantero, muletazo, bajo y largo vaciando para quedar en suerte y ligar sin enmienda. Y la ligazón que convierte el toreo y circular y los pases de pecho eternos, y el mando firme y el toreo a voluntad, y el desplante discreto como una firma soberana. La plaza que se caía ¡Perú! ¡Perú! La estocada no tan fiel, no tan exacta como la del segundo, mata y las dos orejas cayeron porque si no allí pasa algo. La ovación al encastado y la vuelta de manicomio.
La faena del segundo, el bravo “Forajido”, fue de principio a fin como un homenaje al Cossío. Lo tuvo todo, y ante todo bravura. Siete verónicas lentísimas, bajas, templadas, embrocadas. Cargadas, ganando terreno a los medios y una media catedralicia fueron lejos, el mejor toreo de capa de la feria. Tras las dos varas bravías de José Manuel Quinta, el quite a la chicuelina, y el cumplido tercio de Chacón y Algaba, no brinda la sinfonía de toreo diestro y siniestro presidida por el temple que brindó a continuación. Como para que sigan diciendo que soy bullidor, parecía pensar mientras rendía culto a los cánones. Impecable y bella, veraz y eficaz, clásica y emotiva llegó en medio del delirio hasta ese volapié frontal y la estocada total, perfecta en la cruz. Pero el negro se la tragó. Sonó el aviso y los cinco golpes de cruceta fueron como cinco golpes a la puerta de la desgracia que mancharon todo. El toro de la feria se fue con las orejas tras dar la vuelta al ruedo.
Culpa suya, solo suya. Por eso la portagayola en el siguiente. Sin embargo, el público, que es suyo y sufría por y con él lo sacó a saludar. Al final, se arrancó un macho de la hombrera izquierda y se lo entregó a un niño clamoroso en la berrera, después se fue a hombros hacia la marea humana que lo esperaba vociferante más allá de la Puerta del Encierro, en la esquina de Telefónica. El busto de Hemingway miraba.
De Justo ha debido cortar una oreja por su correcta y entonada faena del primero, pura casta y exigencia. Pero la media espada sin efecto el aviso y el tardo descabello enfriaron a todo el mundo. El cuarto fue uno de los tres mansos y para completar en plena merienda. Pura sosería.
Tomás Rufo en lo suyo, en alta cifra del toreo joven español. Cortó una generosa oreja del soso tercero, tras una lidia porfiona y honesta, pero interrupta con una estocada delantera. Con el rajado sexto sus esfuerzos a brazo partido no fructificaron y la estocada caída tampoco daba para nada-
Dos toros de mucha raza, primero y quinto y uno estupendo el segundo de vuelta al ruedo ponen a salvo la divisa de Victoriano del Río, que los trajo cinqueños, menos el segundo, con 553 kilos promedio, cuajo y armas para honrar la feria del toro.