Una segunda oportunidad

Dicen y cuentan quienes lo vieron que fue un novillero de un corte exquisito y unas maneras privilegiadas. Algo tendría, desde luego, cuando sin llegar al doctorado ya se había hecho rico y cosechado una fama notable.

Tras una muy brillante etapa novilleril, en la que formó pareja con Chamaco, el 17 de marzo de 1957, en su Valencia natal, se convirtió en matador de toros en un festejo que fue todo un acontecimiento. Como padrino tuvo a Julio Aparicio, que le cedió la lidia y muerte de “Despistado”, de Barcial, y a Litri como testigo. Pero su carácter, bohemio y romántico, le traicionó y se fue desinteresando de las cosas del toro hasta acabar en Ibiza como uno de los primeros hippies que llegaron a la isla. Unos años más tarde le volvió a picar el gusanillo del toreo y, en 1966, el 19 de septiembre, en la plaza alicantina de Ondara, El Tino, con Palomo LInares de testigo y toros de Ramírez Zurbano, le concedió una segunda alternativa. Pero su momento habia pasado. Años más tarde, cuando la Diputación de Valencia fundó su escuela taurina, él fue su director, estando en el cargo mucho tiempo, hasta que debido a una enfermedad tuvo que renunciar. Un gran tipo.