SAN ISIDRO 2024
El Talavante de antes, el de ahora y el de siempre.
La crónica de Talavante y "Rebeco" en Las VentasAñejas suenan ya las voces discordantes que decían “Con lo bien que toreaba este chico, desde que volvió se ha convertido en uno más”. El extremeño venía a su segunda, de cuatro, cita isidril con ese aire que resonaba a que había vuelto, de pronto, desde su regreso a los ruedos -Se retiró en 2018- veíamos a ese “Tala” más artístico, puro, firme y arrebatado. Tuvo que salir el toro más pesado de la feria para ver torear en la tarde de ayer, un Juan Pedro llamado “Rebeco” de 672 kilos y casi seis años, ¡Vaya mulo! Se oían desde los tendidos. En los primeros tercios soseó, se paraba, como si el animalito no pudiera ni con su propio peso, en el caballo empujó, más por la inercia de su basta condición que por ganas, un milagro faltaba para que este toro embistiera, pero estamos en terreno santo de la tauromaquia y en el coso de Las Ventas del Espíritu Santo se conjugó un milagro, el del toro “Rebeco” y el reencuentro con el Talavante de antes, ósea, el de ahora, es decir, el de siempre.
Inició el extremeño la faena de muleta con unos estatuarios en el tercio, por donde el toro, francamente pasó sin pena ni gloria, desatendido totalmente y fijándose mas en los señoritos del cubata que en su rival, tras eso, se le bajó la mano, muleta en la zurda y de pronto el toro no es que humillara, es que bajaba el hocico hasta la arena, embrocaba con interés, se iba largo y volvía hacia la muleta con codicia, Talavante “solo” tenía que girar sobre sí mismo y acompañar la boyante embestida con temple y suavidad, así durante dos tandas, cuajando al toro, rompiendo Madrid y reclamando su sitio y su nombre.
Le probó por la derecha, y el basto animal seguía pareciendo una pluma, casta a raudales, a su altura Talavante, tres derechazos, hondos, templados y hasta el final, una arrucina y un cambio de mano que resonó por toda la calle Alcalá. Volvió a la izquierda, otra tanda de poder a poder, dos naturales soberbios, dos molinetes inspiradísimos, con olor a historia del toreo y uno de pecho para recibir la más que merecida ovación.
Terminó la faena como solo los más grandes saben, en todo lo alto, muleta en la diestra, genuflexo, doblándose con el toro por abajo, tres derechazos que vaciaron Madrid, uno de pecho mirando al respetable que puso patas arriba a la plaza y ya con todo el respetable de pie y perdiendo los papeles, le llamó al morlaco y metió con la zurda un pase del desdén para irse con andares toreros a por la espada, en los tendidos, claro, ya no cabía un loco más, que bonito es olvidarse de la cordura y solo sentir viendo toros. La espada cayó baja, dando una muerte rápida pero indigna de esta nuestra plaza, el presidente no tuvo que dar la oreja y usted, Talavante, tuvo que dar dos vueltas al ruedo de honor sin haber cortado el premio. Gracias por volver a tus orígenes maestro, Madrid te espera este viernes.