Una mojada de oreja

El 3 de septiembre de 1945 se montó una corrida de toros extraordinaria en Gijón, en la que, para lidiar toros de Atanasio Fernández, se anunció a dos de los diestros que más tirón tenían en aquel momento, Manuel Rodríguez “Manolete”, en pleno apogeo de su éxito, en la cumbre de su carrera, idolatrado por el pueblo y la afición, el Monstruo, que le bautizara K-Hito unos meses antes en Alicante, y Agustín Parra “Parrita”, su ahijado y que en aquella temporada de su alternativa era otro de los toreros de moda y presente en cualquier cartel o feria que se preciase.

Y con ellos alternó un mejicano, Fermín Espinosa “Armillita”, con gran tirón en plazas aztecas - y que antes de la guerra civil ya había cortado un rabo en Sevilla...- pero que venía a España ya en el tramo final de su carrera para demostrar que seguía siendo una grandísimo torero. Y vaya si lo hizo, sobre todo aquella tarde asturiana, en la que no sólo fue el gran triunfador de la tarde, le cortó el rabo al segundo toro de su lote, sino que dio un baño monumental a sus compañeros de terna, que fueron ovacionados al acabar con el segundo y tercer toro y a los que a gente pitó con fuerza cuando se arrastró a segundo y sexto. Armillita no sólo fue el héroe de aquella función sino que les mojó la oreja a los entonces dos principales figuras del toreo.