La Cultura da una Larga Cambiada a la Prohibición en el Hemiciclo

Había un toro difícil en la arena de la Carrera de San Jerónimo. Un toro de muchos kilos, armado de prohibición y disfrazado de modernidad, que embistió con la fuerza de la demagogia contra el patrimonio que nos vertebra. 

Pretendían algunos, desde el burladero de lo políticamente correcto y con el apoyo de formaciones como Sumar, Podemos o Bildu, dar la puntilla a una Fiesta que es rito, arte y misterio; una cultura de la sangre que hermana al hombre con la naturaleza en el crisol del ruedo.

Pero la España de verdad, la que no entiende de imposiciones ni de adanismos culturales, se revolvió con la casta de los toros bravos. La lidia fue intensa, de poder a poder. Hubo quites providenciales de PP y Vox, defendiendo la tradición, y faenas de aliño, como la abstención calculada del PSOE, para templar la bronca y evitar una cornada política. 

Al final, en el tercio de la verdad, la razón y la libertad asestaron un estoconazo a la censura con 169 votos en contra y 118 abstenciones frente a solo 57 a favor. El 'No' que resonó en el Hemiciclo no fue una negación, sino la más rotunda de las afirmaciones: un 'Sí' a la cultura del pueblo, a la soberanía de nuestras tradiciones y al derecho a ser quienes somos sin pedir permiso ni perdón.

No ha sido una victoria cualquiera. Es la constatación de que la Fiesta, como el flamenco hondo de un cantaor, pertenece a una esfera que, como bien se dijo, "ni reyes, ni papas, ni gobiernos de ningún tipo han podido acabar con ella".

Porque, como incluso reconocieron quienes optaron por la prudencia, "la cultura ni se impone ni se deroga por decreto". Ayer, de la plaza del  Congreso, no salió a hombros un partido ni un político. Salió por la puerta grande la Libertad, y a ella, y a todos los que la defienden, va dedicado este brindis.