Madrid en mayo, mayo en Madrid
Madrid en mayo es ese latido vibrante que al recorrer cada calle de camino a nuestra plaza late con más fuerza al ritmo de pasodobles y verbenas. Es esa ciudad que durante un mes se viste de gala para celebran San Isidro, su patrón, el santo labrador que bendice las aguas y los campos, y cuyo espíritu parece impregnar cada esquina de la capital.
Mayo en Madrid es acudir a Las Ventas, esa monumental plaza de toros que se erige como templo de la tauromaquia, más de cuatro semanas de ver la piedra venteña repleta de gente, es ese ambiente de que, en cada tarde, entre clarines y timbales se van a forjar leyendas y se contarán historias de valor, de arte y de bravura. Los tendidos se llenan de palmas y olés, pero también de los aficionados más críticos del mundo, tan necesarios en esta vida de triunfalismo y, el ruedo, se convierte en ese lienzo donde los Morante, Juan Ortega, Aguado, Roca Rey o Borja Jiménez dibujan con capote y muleta su arte efímero.
Madrid en mayo es visitar ese Retiro que en primavera desborda de vida, esas flores que te reciben con sus más bellos colores mientras por el pasean con orgullo los chulapos, ataviados con sus trajes castizos; esos mantones de Manila con sus vestidos de lunares rematados con los pañuelitos blancos que acarician el cabello y junto a ellas ese hombre con su chaleco, boina a cuadros y un clavel como solapa. Tras el paseo bañado por el rocío primaveral por el que bajas calle Alcalá, viene el apartado torista que enamora y asusta, esa tertulia de El Toril de Onda Madrid en el patio de arrastre de Las Ventas, la comidita en La Tienta que acaba en cervezas largas a modo de previa y, por supuesto, el run run de Madrid antes de una gran corrida de toros.
En definitiva, mayo en Madrid es una postal en movimiento, un cuadro costumbrista pintado con la luz dorada del atardecer. Es esa ciudad que vive con nostalgia y esperanza, donde las tradiciones se entrelazan con el futuro en un abrazo eterno. Cada calle, cada rincón, susurra historias de un pasado que sigue vivo. Madrid en mayo es volver; volver a un suspiro, un sueño que se vive en cada paso, un poema en el que el tiempo se detiene para permitir que cada instante se saboree con la misma pasión con la que se aplaude cada pase torero. Mañana empieza la etapa más bonita del año, mañana nuestro templo se vuelve a vestir de gala. Aficionados, disfruten y mantengan el rigor que merece nuestra plaza, bienvenido San Isidro 2025.