Daniel Moset, torero de verdad en Calahorra

En la final del XIX Bolsín Taurino de La Rioja, celebrada en la plaza de toros de Calahorra, quien verdaderamente mereció el reconocimiento fue Daniel Moset. El joven conquense mostró el toreo más puro y auténtico de la tarde, con una capacidad notable para adaptarse a las condiciones de sus oponentes y extraerles faena con criterio, temple y verdad.

Moset supo leer a la perfección a su primer novillo, bravo y con buen fondo, al que toreó con temple al natural en una serie de gran trazo, mando y colocación. Fue un muletazo tras otro, con la figura asentada y la mano baja, que levantaron al tendido. A pesar de ciertos excesos en el adorno, lo fundamental quedó ahí, limpio y claro.

Con el cuarto, complicado y manso con pocas opciones al principio de la lidia. Moset volvió a dar una lección de firmeza y recursos. Lo sujetó desde el principio con un planteamiento exigente, obligando al animal sin dejarle resquicio para la huida. Se sobrepuso a una voltereta y continuó toreando con ambición, aunque se alargó en exceso y no estuvo certero con los aceros. Aun así, dejó la sensación de ser el novillero más cuajado del cartel y con mayor proyección.

Del encierro de Álvaro y Pablo Lumbreras destacaron los tres primeros erales: manejables y aprovechables para el toreo. Especialmente el tercero, premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre. El cuarto fue complicado y desarrolló sentido. El quinto, bravo y manejable, y el sexto, manso y peligroso.

David Gutiérrez conectó con el público con portagayolas y lances de rodillas, aunque le faltó acople y temple. Manuel Domínguez toreó con gusto, sobre todo en redondo, pero su faena al natural quedó pendiente. Ambos tuvieron momentos, pero fue Daniel Moset quien mostró el toreo más sólido y con mayor poso. Muchos profesionales allí presentes comentaron que debió ser él el triunfador del certamen.