MÉXICO

Sebastián Castella convive con los medios

"Al toro mexicano no es fácil de entenderlo, ni de torearlo. Hay que esperarlo mucho y consentirlo, y cuando rompe a embestir te permite expresar lo que llevas dentro, que es lo mejor que te puede pasar"
jueves, 15 de noviembre de 2018 · 20:47

El diestro francés Sebastián Castella convivió con los medios de comunicación y amigos en el Centro de Artes Vivas de Coyoacán, en la Ciudad de México, una plática muy nutrida en la que el matador habló sus inicios hasta la actualidad.

La entrevista que duró alrededor de una hora fue realizada por el comunicador Juan Antonio de Labra, Castella comentó sobre sus inicios en esta profesión, así de como cuando llegó a nuestro país por primera vez, una experiencia que le ayudó a madurar y darse cuenta que quería ser figura del toreo.

También comentó de los miedos que se pasa antes de enfrentarse a la muerte delante de los toros, como ejemplo el día que se encerró en Nimes con los toros de Adolfo Martín, las satisfacciones son muchas pero recuerda mucho la tarde de Madrid cuando lidió a Jabatillo de Alcurrucén, y no podía faltar el gusto por indultar a Guadalupano en la Plaza de Toros México.

Comentó por el buen momento que pasa en lo personal y que mas que pensar en los triunfos en las plazas desea disfrutar como aquél niño que iniciaba en el toreo y tenía el sueño de ser figura del toreo.

"Al toro mexicano no es fácil de entenderlo, ni de torearlo. Hay que esperarlo mucho y consentirlo, y cuando rompe a embestir te permite expresar lo que llevas dentro, que es lo mejor que te puede pasar".

"Fui a ver a la señora (así le llama la Virgen de Guadalupe), y le prometí que volvería muy pronto. Cuando me salió aquel toro que se llamó ‘Guadalupano’ de Teófilo Gómez, saqué mi sentimiento y pude torear como tantas veces había soñado. Al día siguiente me paré de nuevo ante la señora y le di las gracias. No hay nada más grande que devolver la vida a un toro".

"Pero cuando yo me sentí realmente pleno, y pude gozar de la mayor satisfacción de mi vida, fue con el toro de Alcurrucén en Madrid. Esa bravura desbordada, en la catedral del toreo, con 25 mil personas volcadas con lo que yo estaba haciendo. Allí estaban los que me alientan, y los que me critican, todos puestos de acuerdo, y eso no se puedo olvidar".

"En Cartagena de Indias viví una anécdota que me marcó mucho. Cierto día que íbamos hacia la plaza a ver torear a un novillero. Pasamos por uno de los barrios más humildes de la ciudad, donde el agua tenía más de 15 centímetros inundando la calle. Esa imagen contrastaba con la algarabía que salía de varias de las casas, síntoma de que ahí, donde nada lo tienen… lo tienen todo". (Toroestoro.com/Al Toro México)

 

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