SAMUEL FLORES

"Si la casta desaparece, todo se viene abajo”

jueves, 25 de noviembre de 2021 · 07:53

En el año 1967 Samuel Flores Flores pasó la ganadería a su sobrino nieto Samuel, quien vio en él su continuador. Fue aquella una época dura, en la que se vivió un declive en la ganadería, a la que muchos toreros le dieron la espalda. Cincuenta y cuatro años al frente de la ganadería es toda una historia.

Así es, por un tema generacional me tuve que hacer cargo un joven de la ganadería. A los 23 años. Y me tuve que hacer cargo de ella. Porque mi tío abuelo Samuel Flores y Flores ya eres muy mayor y tenía problemas además en la vista con las cataratas y a mí me tocó ponerme al frente de todo.

Y le confió en una época de declive en la que tuvo que trabajar duro.

En 1963 la ganadería estaba en pleno apogeo. El Cordobés tomó la alternativa con toros de nuestra ganadería. Incluso tuvo gran éxito, ya que le cortó las dos orejas y rabo a su segundo, que en principio querían que volviese al campo. Los apoderados no querían que se lidiase. Pero mi tío abuelo dijo que si no se lidiaba aquel toro, que se llevaba toda la corrida al campo. Se llamaba Berlinés. Era un toro con un gran trapío, que fue aclamado de salida por los tendidos. Fue un toro muy importante. Palancar fue el toro del doctorado y también le cortó una oreja. Yo fui a la plaza, ya que mi tío lo pasaba muy mal en los tendidos y se quedó en los Alarcones. Sufría mucho, y a mí me tocó ir.  Al año siguiente Benítez le cortó las dos orejas y el rabo a Arrabalero en la feria de Julio de Valencia, y el mes siguiente también le cortó el rabo a Piano en Bilbao. Luego en 1966 empezaron a torcerse las cosas, y luego en 1967 se complicó más y las figuras dieron la espalda la ganadería. Entonces hubo que estudiar, pensar en el fondo de la ganadería, buscar sementales, cambiarlos, seleccionarlos, para enderezar aquello y tratar de resolver el problema.

Un gran trabajo.

Dio sus frutos, porque en el año 1971, en la corrida de la reaparición de Antonio Bienvenida, se lidió el toro Rosita, al que le cortó una oreja. Fue un gran toro y la cabeza la tiene disecada la familia. El toro fue lidiado porque se empeñó Andrés Vázquez. Fueron momentos estelares que iban pasando, pero como siempre había altibajos. Luego ya la ganadería empezó a coger fuerza y en 1978, Velero permitió el triunfo de José Luis Galloso en Madrid, con un toro de gran calidad el día de la confirmación de alternativa de Manili con Julio Robles.

Había que buscar la casta para levantar la ganadería.

Cuando se quita eso del toro, este queda descafeinado. Si la casta desaparece, todo se viene abajo, el toro se defiende y no se entrega. Y entonces cambia la casta por el genio. Así, vinieron grandes todos. En 1989 en la Corrida de Beneficencia que toreó Paula se lidió una gran corrida. Y los 90 lidiamos el encierro premiado en San Isidro. En la Beneficencia de Madrid de 1991 Ortega Cano y Cesar Rincón salieron por la puerta grande a hombros junto al ganadero tras cortar tres orejas cada uno. En la Beneficencia del 92, Enrique Ponce tuvo su primer gran triunfo en Madrid y abrió por primera vez en la puerta grande con Molino. En 1993 Dámaso González inmortalizó un toro que era más alto de que él. En 1994 lidiamos las corridas de la Prensa y la Beneficencia. En 1995 fue premiada en San Isidro.

La corrida de los quites en Madrid de 1996 marcó un antes y un después.

Fue al toro Cuernos torpes, al que entre Joselito y Ponce le firmaron hasta seis quites. Fue una tarde histórica que marcó también un antes y un después.  Y siguió la racha en el 98 con el toro Piterito qué mató Javier Vázquez, y en el 99 con el toro Flanón, con el que Vicente Barrera hizo una de las grandes faenas de su vida. Y luego tuvimos triunfos en plazas francesas como Dax, Nimes, Arles.

Hasta que llega la tuberculosis.

Aquello nos hizo caer en otro bache, y estar ocho años sin ir a Madrid. Nos llegó cuando estábamos a punto de recuperarnos. De las 350 vacas que teníamos declaradas en la Unión, con el hierro de Samuel Flores y el de Manuela Agustina López Flores, nombre de mi madre, nos quedamos en 120. Tuvimos que matar 220 vacas entre tuberculosas y paratuberculosas por su contacto con animales salvajes. Esa reducción hizo que también cayeran sementales claves. Y también el tema de la infertilidad, debido a la consanguinidad. El semental clave era Azucena, que se quedó infértil por la edad cómo consecuencia de los problemas de consanguinidad que podemos tener encastes puros como el nuestro. Porque yo mantengo el encaste Gamero Cívico-Parladé, puro Ibarreño, sin mezclar con otras ganaderías. Esto lo tengo a gala, que yo no mezclo encastes en mi ganadería. La mantengo pura, aunque me cueste más de un esfuerzo y sacrificio.

Todo se aguanta por respeto a los antepasados, por el público y los aficionados.

Mi afición es muy grande. La ruina económica de la pandemia no nos ha permitido lidiar muchos toros. Y eso tras superar el bache de la ganadería, con la consanguinidad, la tuberculosis ya citadas y ahora la pandemia. Pero yo apuesto por la continuidad. Nuestra ganadería es una joya genética, querida por la afición y que hay que mantener. Aunque no salgan las cuentas. Es una ruina absoluta. Pero yo tengo afición y sentido de la responsabilidad. Y gran voluntad para salir adelante. Lo que no se puede hacer es vender toros de saldo. Por menos de 3500 € que paguen de un toro no salen los costes de lo que cuesta criar en el campo. El año pasado, aún lidié algo, pero muy mal pagado. Tenía 38 toros para lidiar, con muchos toros serios, con trapío, muy buenos. Pero preferí mandarlos al matadero en lugar de mal venderlos. Este año tengo menos toros, pero ya los tengo comprometidos en varias plazas.

Y luego los toreros parece que no tienen mucho sentido de la competencia ni ganas de enfrentarse entre ellos.

Antes Belmonte, Joselito, Jumillano, Antoñete, César Girón, Luis Miguel Dominguín, Antonio Ordóñez, Paco Camino, Diego Puerta o El Cordobés, todas las figuras mataban todos los encastres. Ahora lo primero es que quedan muy pocos encastes. Unos porque no han aguantado, otros porque no han tenido la voluntad de aguantar, y otros porque han buscado cruzar sus toros con ganaderías de moda para que el astado fuera más suave y del agrado de las figuras.

Falta el sentido de la competitividad entre toreros.

Hay que ver en la Fórmula 1 el otro día como entre Hamilton y Verstappen que iban a muerte. Se echan de menos los tiempos de Luis Miguel Dominguín con Antonio Ordóñez, Joselito y Belmonte, Aparicio y Litri, El Cordobés y Palomo Linares. Falta ilusión, y hay mucho de monotonía y esto es muy malo para la fiesta. Es el cáncer de la fiesta. El enemigo lo tenemos dentro, no son los anti taurinos que, o bien por mal informados o malintencionados, atacan a la fiesta. Y no se quieren acercar a ella y conocerla. Pero el problema está dentro. Los matadores de toros y los empresarios deberían buscar organizar un festejo más digno, en el que haya competencia y sentido del espectáculo, y ofrecer algo mucho más atractivo para los aficionados. Se ha buscado el toro que se pare pronto, el que no de problemas. Las figuras lo que no quieren es el toro que les cause problemas.

Por eso Ponce es de los pocos que ha tirado del carro y ha matado muchos toros de su ganadería.

Enrique es un torero de época. Es el más completo que he conocido. Un Dios como torero. Y todavía está fuerte, sano, joven y pleno de afición. Él dice que un toro muy bonito de Samuel Flores es el doble de lo que mata en otras plazas. Pero no por sus pitones, sino por su trapío. Por su seriedad. Yo tengo todos en casa con cara y sin cara. Como todos. Pero el mío tiene trapío, respeto y seriedad. Los pitones recios y blancos por la cepa. Ancho de sienes, la frente rizada. Da sensación de potencia. La gorja de la garganta, la badana de sus pechos. Bajo de estatura, manos cortas, largo de cuello, aleonado. Impone respeto a pesar de que es bajo y tiene hechuras agradables, pero impone mucho respeto.

Y además en su comportamiento, tiene nobleza y va a más.

Cuando Samuel Flores “el viejo” compró la ganadería, tuvo la suerte y el acierto de sacarle de tener un semental que se llamaba Naviero.  Y esta característica morfológica Ybarreña la dio fundamentalmente este semental, que ligó excepcionalmente. Y la característica típica de este encaste de tener la penca del rabo partida. Este toro hizo posible que la ganadería llegara a un gran esplendor a partir de los años 40 y hasta finales de los 60. Un Samuel es un toro que no va solo, hay que llevarlo, hay que obligarle, ya que obedece al toque, embiste si hay mando, y entonces galopa, se desplaza, tiene recorrido en la muleta. Hay que sobarlo, llevarlo y entonces dura mucho y mete la cara con profundidad y recorrido. Es un toro noble, al que hay que sobarlo, llevarlo y es agradecido cuando se les lleva, pero no es de los que va y viene. Es un toro que dura mucho y no se para pronto, hay que estar delante de él mientras tenga capacidad de seguir embistiendo.  Tiene galope y entrega. No es el toro que va y viene sin más. A un Samuel hay que templarlo y torearlo, con mayúsculas.

Usted también tuvo la iniciativa de comenzar a acercar las figuras del toreo a los pequeños pueblos de la provincia. Toreaba el festival y atraía a los toreros de moda para que se acercasen a unos pueblos que luego llegaron incluso a construir plazas de toros.

Es una de las cosas que más satisfacciones me ha dado, de lo que estoy más contento. No era solo el tema del matar el gusanillo de mi afición toreando un festival, pero si conseguía que las figuras del toreo me acompañasen, eso era lo importante. Antes no había ni los medios de transporte ni las carreteras de ahora, todo quedaba lejos y era muy difícil llegar a muchos sitios. Y había que hacer un esfuerzo e incentivar a las figuras para que se acercasen a pueblos pequeños. Era bonito fomentar la afición a toda la comarca, y esa comunicación humana y personal con mis paisanos me ha dado mucha felicidad. Ese contacto humano, ese cariño y el afecto. Y que luego en muchas localidades acabasen por construirse plazas. Pero lo importante era acercar las figuras del toreo a los aficionados que no tenían oportunidad de verles porque por entonces no había tanta televisión ni Internet y  era difícil que les vieran. Primero íbamos a plazas de palos y luego en coso que se construyeron cómo Bienservida, Povedilla, Villapalacios, Robledo, Peñascosa.

Entre todas las plazas habrá algunas que sean de su preferencia.

Yo respeto a todas por igual, porque me guío por el respeto al aficionado. Incluso con el de las plazas pequeña más, porque tiene menos oportunidad de ver toros y hay que ofrecerle un espectáculo digno. En una plaza pequeña me motivo igual, porque no quiero decepcionar a la gente, y además deseo que mis toros sirvan a los toreros en cualquier plaza. Tengo mucho respeto a los toreros y al público. Pero yo me quedaría por supuesto con Madrid, Bilbao y, cómo no, Albacete. Y de Francia las plazas de Nimes, Dax y Mont de Marsan.

Y hablando de sementales, el tema del indulto no deja de ser importante.

Es muy positivo para la fiesta. Así, el ganadero puede probar al toro con las vacas. Para el torero el triunfo es mayor; para el público algo único ver indultar a un animal que se ha ganado la vida por su bravura que es el resultado de la entrega absoluta. Lo que es un contrasentido es que únicamente se pueden indultar toros en plazas de primera. Porque salen muchos más toros buenos y que no se indultan. Toros con entrega, con raza y bravura. El toro es un animal maravilloso, porque no tiene sentido de autodefensa, tiene una entrega absoluta y se crece en el castigo. Es el único animal que se enfrenta la muerte con dignidad. La entrega es la palabra mágica en la bravura. Y la selección del ganadero tiene que ir por ahí. Y según se muestre en la plaza, se le puede perdonar la vida para que padre. Es un lujo.

Y si las cosas van bien, 2022 se antoja una temporada interesante.

Sí, porque me han comprado ya una corrida para Madrid. Seguramente lidie también en Albacete. Y se ha hablado ya de toros para plazas toristas como Cenicientos y Sotillo de la Adrada. A ver si vuelve a la normalidad, y podemos tener una temporada buena en lo económico y con salud para todos.

 

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