César Rincón: Salve al gran emperador del toreo

viernes, 4 de junio de 2021 · 11:29

El 22 de mayo, el Centro de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid rindió homenaje a César Rincón con motivo del 30 aniversario de la temporada 1991 en la que el maestro colombiano revolucionó la plaza de Las Ventas al lograr salir por la Puerta Grande en cuatro ocasiones de manera consecutiva, un hito que ningún otro torero ha igualado. Fueron dos tardes en San Isidro, con toros de Baltasar Ibán y Murteira Grave, otra en la Corrida de Beneficencia, frente a astados de Samuel Flores, y la cuarta en la Feria de Otoño con un lote de Joao Moura.

Maestro, ¿le da la impresión de que ya han pasado 30 años desde su explosión en Madrid?

Sin duda. Fueron años muy intensos que dejaron huella, y cuando te lo recuerdan en homenajes como el que me rindió el Centro de Asuntos Taurinos de la Comunidad madrileña me doy cuenta de que el tiempo ha pasado. Por fortuna, gracias a este tipo de actos y a los periodistas se puede revivir la historia.

¿Conserva las sensaciones de aquellas salidas a hombros?

Por supuesto, porque lo que sucedió el año 91 marcó definitivamente mi vida, me la cambió. No fue nada ordinario que se pueda olvidar. Salir por la puerta grande de Madrid es algo grandioso, y hacerlo cuatro veces consecutivas es impensable. Uno lo puede soñar, pero sabiendo que ese tipo de sueños no suelen hacerse realidad.

Reconocimientos así provocan alegría, ¿también melancolía?

Desde luego que sí, porque a mi edad siempre pienso qué bonito fue, en pasado. Y me doy cuenta de que todo pasa y que lo único que no se puede detener en la vida es el tiempo.

Su hijo le dedicó unas palabra y le vi muy emocionó con ellas.

Paso días en el campo, de repente tengo que viajar a Colombia… y eso provoca que no esté todo el tiempo que quisiera con mi familia. Nunca pensé que mi hijo tuviese el valor de subirse a un atril ante tanta gente para dedicarme unas palabras, y más en el templo de Las Ventas. El contenido de su discurso me emocionó de tal manera que me puse a llorar de una forma tremenda, no podía contener las lágrimas.

Más allá del homenaje de Madrid, hay un reconocimiento generalizado a su figura, como torero y como persona. ¿Cómo se consigue eso?

No lo sé. Creo que en la vida hay cosas que se dan sin buscarlas. Yo sólo perseguía ser torero, y de repente un día percibí la admiración y el cariño de la gente, y también el respeto de los demás toreros, algo de lo que quedé admiradísimo. Lo único que puedo decir es que siempre he mostrado mi gratitud al toro, porque la fuente que me ha dado mi vida es la tauromaquia.

Es usted uno de los toreros de más verdad y emoción que recuerdo. ¿Hay un sucesor a su tauromaquia?

No sé si es que con la edad me he vuelto más frágil o que cuando yo estaba en activo no era consciente del riesgo que pasaba, pero ahora veo a los toreros a unos niveles tan impresionantes que pienso que yo no podría hacerlo. Hoy en día los toreros son tan capaces que me asustan.

Posiblemente su faena con Bastonito sea el vídeo taurino más visto de la historia. Sin duda debe ser un orgullo, pero ¿es usted de volver a verse en vídeo?

Me veo poco porque encuentro tantos errores… Creo que aprendí a torear demasiado tarde. Al principio mi afán era sacar provecho de todos los toros, de ahí mis fallos. Por eso no me gusta verme. Sin embargo estoy agradecido a los periodistas y a los medios que han dado la oportunidad de contar a las nuevas generaciones lo que pasó con Bastonito, porque lo que no se ve, no se lee y no se escucha es como si no existiera.

¿Qué sentimiento le provocó que al terminar el acto del día 22 le sacaran de nuevo por la puerta grande de Las Ventas?

No fue lo mismo que cuando vestía de luces, pero fue muy bonito y emotivo porque significaba el reconocimiento y la admiración de los toreros que me subieron a hombros, empezando por Padilla que me levantó de forma espontánea, sin premeditación. La tauromaquia es hermosa cuando no hay un guión, y en ese momento no lo hubo, fue algo improvisado, lo mismo que cuando se torea, que uno se prepara repitiendo los movimientos mil veces pero cuando sale el toro todo debe surgir según la inspiración.

 

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