IGNACIO OLMOS

“Tengo miedo a no lograr cambiar mi vida, la cual he dedicado al toro”

Hablamos con el novillero Ignacio Olmos y nos cuenta su situación actual. Además, el joven toledano reconoce por primera vez que a mitad del año pasado sufrió una pequeña depresión
jueves, 29 de julio de 2021 · 21:56

Buenas tardes, lo primero de todo, me gustaría saber qué tal te encuentras después de esta pandemia y cómo has convivido con ella.

Buenas tardes. Afortunadamente tanto yo como todos los míos estamos bien, que es lo más importante de todo. Lo he vivido con la incertidumbre y el dolor lógicos que generan una situación como esta, en la que se han perdido muchas vidas humanas y la situación económica y social en el mundo y en España ha sido, y todavía es, un auténtico caos. Pero gracias a Dios, y como ya te decía, en mi núcleo familiar todos hemos mantenido buena salud, y eso es lo fundamental.

La temporada de 2019, la última con normalidad, juntaste varias tardes importantes y de mucho compromiso que tuvieron su calado en el respetable, lo que presagiaba una temporada de interés para ti.

La temporada 2019 fue para mí la más importante de mi carrera hasta el momento. Acudí a presentarme en Madrid tener sin nada, y tras unos años difíciles y de torear poquísimo. Pude dar una tarde importante, y a partir de ahí me abrieron las puertas de la mayoría de las ferias de novilladas importantes. En alguna de ellas, como Villaseca, por ejemplo, logré estar bien y triunfar, y en otros sitios también pude dar una buena dimensión. Después también pude ir a américa, concretamente a México, y para mí fue un año muy bonito y que recuerdo con cariño.

¿Qué fue para Ignacio Olmos lo más duro del parón obligado por el COVID?

Lo más difícil fue la incertidumbre de no saber cuándo podría volver a vestirme de torero, y además en una temporada en la que estaba puesto en Madrid, en la feria de la comunidad, y en el que sí las cosas iban bien, seguramente hubiera podido hacerme matador de toros. También fue duro estar meses sin poder entrenar en condiciones por el confinamiento y porque me hice una lesión en las cervicales que no conseguía recuperar, además de no tener ingresos económicos por razones obvias, y algún que otro problemilla personal que costó encajar. Reconozco por primera vez públicamente, que, por todo este cúmulo de cosas, a mitad de año pasé por una pequeña depresión, hasta el punto de tener que parar de hacer campo unas cuantas semanas, porque me vi superado y mentalmente estaba ido. Pero al final Dios y el tiempo acomodan todo, y tiré adelante.

A pesar de ese parón, me consta de buena mano, que no ha decaído en ti el ánimo y las ganas de seguir luchando por un sueño. ¿A qué te agarraste para continuar día a día con la preparación?

Siempre he sido un hombre de fe, de fe en Dios y en mí mismo, y siempre he tenido claro que cuando sobrevienen dificultades, no queda otra que tener la fe de tirar hacia adelante, porque después Dios siempre tiene preparada alguna bendición para uno. Suena más espiritual que práctico, pero es la manera que tengo de afrontar la profesión y la vida, y de momento no me ha ido mal.

Siendo honestos, no han sido muchas las veces que te has vestido de luces en estos dos años, pero en cada uno de esos compromisos hemos visto a un novillero con ganas y ambición. ¿Qué has notado, tanto en ti como en el aficionado, distinto a actuaciones anteriores?

El año pasado, con la pandemia, solo pude hacer el paseíllo una vez, en Toledo, y creo que di una imagen de solvencia y de oficio con un novillo complicado, aunque desgraciadamente lo pinché y todo se quedó en nada. En mí mismo he notado que he ganado en seguridad y firmeza, y a animales a los que antes me costaba más trabajo entender, ahora de un tiempo para acá consigo sacarles más partido. Todavía queda mucho camino, pero creo que poco a poco voy dando la imagen de estar más hecho.

Recientemente, te has proclamado campeón junto a Víctor Hernández del I Certamen Villa de La Solana. ¿Cómo valoras tus actuaciones en el coso manchego?

Ha sido un fin de semana muy importante para mí y muy positivo. En la clasificatoria sentí cierta presión, por la competencia que se respiraba y por qué era la única baza que me quedaba hasta ese momento. La novillada de Los Ronceles tuvo nobleza, pero le faltaron las cualidades necesarias para poder hacer el toreo que a mí me gusta, y entendí que había que jugar la partida de otra manera. Por eso me fui a porta gayola, busqué el toreo más en cercanías y traté de entrar a matar muy convencido. Ya en la final sí que disfruté más, ya tenía dos novillos para mí, no sentí apenas presión y desde que empecé a vestirme de torero, interiormente tenía el convencimiento de que esa tarde iba a estar bien. Hice cosas que ni siquiera había entrenado de salón, como por ejemplo pegar verónicas de rodillas, pero lo hice porque me nació así, no sé si llamarlo inspiración o no, y pude pegar naturales como a mí me gustan a mis dos novillos. Y por supuesto la espada fue fundamental.

Como comentábamos, doble triunfador hubo, algo que a los aficionados allí presentes no terminaron de comprender, ya que al tratarse de un Certamen se entiende que debe haber un único ganador, y que, en caso de empate, el presidente del jurado debería desequilibrar la balanza. Incluso hubo asistentes que lo vieron una falta de respeto tanto para ellos como aficionado como para vosotros los novilleros, incluyendo al compañero que completaba la terna, Carlos Aranda. ¿Qué te pareció, sinceramente, está decisión?

Es cierto que numéricamente yo fui quien cortó más trofeos, pero también es cierto que Víctor Hernández cortó un rabo con mucha fuerza al sexto, y eso es porque algo hizo. Carlos Aranda estuvo también a un gran nivel, pero en cuanto a trofeos se quedó un poco más descolgado y eso le pudo perjudicar a la hora de las votaciones. Yo pienso que fue una decisión acertada, porque esto no es fútbol u otro deporte, donde hay que meterla en una portería, torear es una expresión artística, y tanto Hernández como yo no merecíamos quedarnos uno u otro sin el premio después de la tarde que echamos los dos. Y lo más importante también, es que la gente salió feliz y contenta de la plaza gracias a lo que hicimos los tres toreros.

Cambiando de tercio...  Para profundizar y conocerte un poco mejor van las siguientes preguntas, ¿qué hubiera sido de ti sino tuvieras está profesión?

La verdad que no sabría decirte. Sí que es verdad que cuando era niño decía que quería ser veterinario o periodista, pero siempre he tenido el toro en la cabeza, y con dieciséis años, aunque ya llevaba tiempo entrenando y toreando en el campo, ya me picó el veneno por completo y no he querido ser otra cosa que torero, y por supuesto no me he visto haciendo otra cosa.

¿Le tiene miedo Ignacio Olmos al fracaso? ¿A qué le temes?

Por supuesto le temo al fracaso, le temo al toro, porque los toros dan miedo, y algunos mucho más miedo que otros. Y sobre todo tengo miedo a no lograr cambiar mi vida, la cual he dedicado en cuerpo y alma al toro. Me da miedo ver pasar los años y no lograr solucionarla a nivel económico y personal, sea en mayor o menor medida.

Siempre te ha gustado sentirte cerca del aficionado y atender a todo el mundo que te pide una foto o un autógrafo, sin mostrarle rechazo y con una sonrisa. ¿Qué te aporta a ti el público y el aficionado?

Al fin y al cabo, los toreros somos artistas, y nos debemos al público, que es quien paga una entrada por vernos. A mí personalmente no me cuesta ningún trabajo estar cerca de todos aquellos que pagan una entrada por verte, y ni mucho menos hacerme una foto o firmar un autógrafo a alguien que te dice que ha sido feliz o que ha disfrutado viéndome torear. Ese cariño me llena el alma y me satisface mucho interiormente. Aparte de todo eso, pienso los toreros somos de carne y hueso, y aunque es cierto que en la plaza hagamos cosas que no están al alcance de otras personas, en la calle eso no nos debería convertir superiores al resto de personas, porque somos seres humanos como cualquier otro. Por eso mismo, y sí está en mi mano, siento que hay que tratar con la gente.

¿Y qué le aporta y le puede aportar Ignacio Olmos a la tauromaquia?

No sé si todavía he sido capaz de aportar algo, pero creo que si algo puedo aportar es pureza y verdad. Hay tardes en las que estoy mejor y otras peor, pero creo que no engaño a nadie.

Ya para finalizar, ¿algún mensaje que quieras dejar tanto a nuestros lectores como a los aficionados?

Simplemente mandar un mensaje de esperanza, porque, aunque el toreo está pasando por tiempos convulsos, sigue siendo el espectáculo más auténtico que existe. Y como todo en la vida, la verdad siempre prevalece.

Muchísimas gracias por tu amabilidad y tu tiempo, ¡te deseamos lo mejor para tu carrera artística!

Gracias a vosotros, para mí ha sido un placer poder charlar y compartir este rato.

 

Más de
1
3
0%
Satisfacción
33%
Esperanza
66%
Bronca
0%
Tristeza
0%
Incertidumbre
0%
Indiferencia