“Acepté ir a Villaseca porque sentí que tenía la oportunidad de cambiar por fin mi destino"

¿Cómo y cuándo te enteras de que entras en Villaseca?

El día de antes por la noche, dado que mi compañero Arturo Gilio; al cual le deseo una pronta recuperación, no se encontraba apto para trenzar el paseíllo por la cogida sufrida en Santoña.

Con todo el revuelo que está habiendo… ¿Por qué decides entrar y aceptar torear en el Alfarero de Oro?

Dada mi situación y lo difícil que es torear novilladas hoy en día, no me lo pensé dos veces. Era una oportunidad única para enseñar como soy como torero. Entiendo las dos partes de la problemática, al igual que espero ser comprendido. Sería bueno llegar a un acuerdo porque los que más estamos siendo perjudicados por la situación somos nosotros, los novilleros. Y desde aquí, quiero dar mi ánimo a todos los compañeros que han soñado con torear en el Alfarero y que no lo han podido hacer.

¿Cómo te preparas en tampoco tiempo para torear en una feria de la importancia del Alfarero de Oro?

La verdad que lo único que hice fue preparar el traje y descansar. La preparación viene desde el invierno, intento estar preparado para torear 60 festejos, aunque solo toree uno o dos al año.

Y en esas horas previas… ¿Cómo ha ido todo?

La verdad que muy feliz. Sentí que tenía la oportunidad de cambiar por fin mi destino. Traté de mentalizarme para plasmar eso en el ruedo. El toreo son sentimientos, cuando uno es feliz, lo transmite a los tendidos.

Si hablamos del lote que te tocó ayer. En primer lugar, un novillo que tenía una dulce embestida, muy parecido al novillo/toro que se lidia en México... ¿Cómo lo viviste?

Un super clase, es cierto que el tercio de varas no le ayudó, traté de hacer las cosas bien y de que la gente disfrutara del tercio, pero la apuesta no salió ganadora. El novillo tenía mucha nobleza, candencia, ritmo, pero para la exigencia de Villaseca se necesita un novillo con un poco más de transmisión.

"Perlas Negras" se cruzó en tu camino... Cuéntanos tus sensaciones.

Me sobran las palabras. Llevaba tiempo sin suerte en los sorteos y sin que me tocara lidiar un animal con el que me pudiera expresar. Ironía del destino, decidió salir en Villaseca. Pude torear a placer, y mientras más le exigía por abajo, más lo agradecía, olvidando la estética a favor de la profundidad

Vuelta al ruedo para el novillo, a mí parecer, fue escaso premio... No se llegó a pedir el indulto en la plaza y entraste a matar... ¿Le hubieras indultado?

Sin lugar duda, empujó en el caballo, fue un gran colaborador en la muleta, ritmo, clase, bravura. No se qué más se puede pedir a un novillo. La ganadería no la voy a descubrir yo. Su momento habla por sí sola, pero creo que sería un valor añadido para la ganadería y para el encaste por el que lleva tiempo luchando. Seguramente veremos pronto a otro "Perlas-Negras"

También me gustaría destacar tu buen hacer y tu buen estar en toda la tarde como director de lidia y ejerciendo explícitamente sus funciones; algo que no estamos acostumbrados a ver hoy en día y menos en novilladas con caballos...

Muchas gracias, pues intento de que se hagan las cosas bien, siempre y cuando sea posible. Eso al espectáculo le da más autenticidad.

No hubo orejas cortadas, pero se quedaron grabadas tus actuaciones. ¿Cuáles han sido tus sensaciones?

La espada emborronó la faena que podría haber cambiado mi vida, pero no todo son las orejas. Moralmente me ha dado bastante. Estar en el banquillo te hace madurar, pero eso tiene su precio, y con esta tarde me siento orgulloso de mi, con mis virtudes y mis defectos.

Después de Villaseca, ¿cuáles son tus próximos objetivos?

Por ahora aprovechar las oportunidades que me quedan, el día 12 en Cortegana, un mano a mano Mano con el Maestro António Ferrera el día 17 en Almeirim (Portugal) y el 18 en Peralta; con el único objetivo de hacerme hueco entre los novilleros.

Para finalizar, después de las muestras de cariño que has recibido, ¿qué mensaje que quieras dejar a los aficionados?

Que recuerden mi nombre, que voy a hacer lo imposible para demonstrar que no soy uno más.