PABLO DEL RÍO

“La bravura es lo fundamental”

viernes, 11 de noviembre de 2022 · 07:09

En el año 1985 Victoriano del Río formaba su ganadería actual, eliminando lo anterior y la forma con un lote de Juan Pedro Domecq, otro de Luis Algarra junto con el semental Aldeano y setenta vacas y tres sementales de Jandilla. Posteriormente agregó vacas de “El Torreón” y en 2002 compró una octava parte de la ganadería de “Toros de El Torero”, todo de procedencia Juan Pedro Domecq y Díez.

Pablo del Río es uno de los representantes de esta ganadería, que viene de firmar una temporada más que importante. Triunfador absoluto de la temporada en Valencia y otras muchas ferias.

No hay que caer en la autocomplacencia. Esto sube y baja como en la Bolsa y hay que aprovechar los buenos momentos para que te anuncien con las figuras. Importante ha sido la temporada, pero también es importante que haya vuelto la normalidad. Que haya pasado la pandemia. Y volver a las cosas como eran antes. Ha cambiado todo mucho. La vida, la economía. El tema económico ha sido lo principal. La pandemia nos ha hecho replantearnos el futuro. Porque no solo es el dinero que no se ha ganado, sino los miles de euros que se han perdido durante este tiempo. Y eso no se recupera.

Son ya seis las generaciones que contemplan su ganadería.

Es todo un reto, una satisfacción, pero también una enorme responsabilidad. Esto de la ganadería es un modo de vida, una forma de vivir. Un día a día continuo. Es algo que nos han inculcado desde niños. El campo, vivir en él, estar pendiente de los animales. Es toda una filosofía de la vida.

Y encima es una escuela de valores.

Por supuesto. Es el respeto por la naturaleza. El sacrificio, el día a día, la responsabilidad. Tener al ganado en tus manos supone una gran exigencia, es algo sacrificado, y sobre todo supone también cultivar los valores de la humildad, porque el campo supone una cura permanente de humildad. Y te hace tener los pies en el suelo. El trabajo, la humildad y el respeto hacen que finalmente lleguen los resultados.

Enseñan más los fracasos que los triunfos.

Así es. De los triunfos se aprende poco. Son efímeros. No así los fracasos. De estos, tomas notas, los estudias, los valoras y buscas la causa de lo que ha llevado a ello. Hay que sobreponerse a las adversidades, que es lo que te lleva a aprender.

Tienen su finca de la sierra madrileña, donde disponen de un gran espacio.

Es algo que consideramos necesario. Tenemos unas 1.500 hectáreas. Aquí cada semental tiene su espacio para el solo. Es fundamental para el modo de vivir de los animales. En la pandemia había sobresaturación de animales, porque muchos se quedaban en el campo. Ahora son menos, porque hemos lidiado muchos toros. Tenemos una crianza extensiva, y el terreno es indispensable para el desarrollo de los animales y además está ligado a la propia naturaleza.

En su ganadería tuvo una gran impronta el toro Aldeano.

Sí, ahí empezó todo. Supuso el inicio del encaste Domecq en nuestra casa. Ha marcado mucho nuestra ganadería. Fue un astado que compramos de Luis Algarra por un millón de pesetas, en el año1985. Lo compramos sin tentar, un tanto al azar. Mi padre había ido a un tentadero de Juan Pedro Domecq y Luis Algarra, que marcó época. Era hijo de Decidor. Lo compramos y nos dio un gran resultado.

Los ganaderos son una suerte de alquimistas.

Algo de eso hay. Pero los ingredientes fundamentales que hay que utilizar son la clase y la bravura. Y lograr que ambas cosas tengan su proporción. Porque un exceso de bravura puede derivar en genio. Y un exceso de clase en docilidad. Mi padre siempre ha perseguido la bravura, y en todo momento a base de tener las líneas abiertas, para saber lo que tiene de cada una. Hace falta agua, vino y aguardiente y saber mezclarlo con cabeza. Al vino se le puede echar agua, pero no al revés. Y además hay que tener paciencia, porque los ciclos de una ganadería son de seis años, desde que se pone el semental a cubrir vacas hasta que se lidian sus hijos en la plaza. Hay que manejar componentes a la bravura, para reducirla o ampliarla.

De la bravura parte todo.

Por supuesto. Y hay que tener claro lo que buscas. Un hermano de Juan Pedro Domecq, el tío Perico, tenía una gran clarividencia. Mi padre le preguntó un día que qué hacía falta para ser un buen ganadero y él le dijo que saber separar lo bueno de lo malo. Y cuando se es capaz de hacerlo, a partir de ese momento se puede considerar uno criador de reses bravas.

Un criterio indispensable.

La bravura, el saber localizar lo bueno es indispensable y ello es lo que guía toda la ganadería, el punto de referencia. El criterio de la bravura nos lo inculcó mi padre, que es quien toma todas las decisiones. Luego se pueden añadir variables. La bravura a veces se complica y se pasa a genio.

Partiendo de un mismo criterio, se pueden aunar la bravura y la clase, eso es lo que valoramos más del encaste Domecq, que puedes llegar hasta la bravura más encastada o hasta la clase más pastueña. Con todo, el equilibrio entre la clase y la bravura no se logra siempre. Hay veces que la bravura se pasa un punto y deriva en genio, y entonces es cuando las figuras no las quieren, pero cuando esta bravura se comparte con la obediencia, humillación y la transmisión, es el secreto. Bravura con la transmisión necesaria para llegar al tendido y emocionar al espectador.

De este cultivo de la bravura han salido toros excepcionales. El Beato que lidió Esplá, Cantapájaros con el Juli o Dalia con José María Manzanares.

Es una de las grandes satisfacciones que podemos tener. Que hablen de toros de referencia, y que no haga falta citar a la ganadería para que el aficionado los identifique y sepa que son nuestros. Todos saben de quién es el toro. Como los binomios de Manolete y Ratón, o Antoñete y Atrevido, el toro blanco. Dalia y Manzanares van a estar ligados por siempre, cómo Esplá y Beato o El Juli y Cantapájaros. Cada uno de estos toros tuvo sus matices, pero lo más importante fue la faena de Manzanares a Dalia, tanto por su construcción como por el nivel tan grande que consiguió. Además, se juntaba que Manzanares vivía los días posteriores al fallecimiento de su padre, estaba en una época de dudas y bajo de moral, y aquello le sirvió para firmar un antes y un después. Fue en la corrida de Beneficencia del 1 de junio de 2016. En ella fue en la que estuvo más cerca de cortar un rabo. Fue una faena perfecta y redonda, la más redonda que yo he visto. Desde las verónicas de recibo, la forma de llevarlo al caballo, el quite por chicuelinas, y la naturalidad y la redondez con la muleta. El toro fue muy bravo, incluso exigente y como tenía transmisión, había que saber mandarle y hasta obligarle, porque si no se te comía.

Esta bravura rompe con la leyenda negra de docilidad del encaste Domecq. Como el toro Forajido que lidió Castella en Valencia en 2010.

Sebastián dijo que había pasado muchísimo miedo con él. El Juli estaba viendo esa corrida desde el callejón, porque toreaba al día siguiente. Yo estaba con él y me decía que estaba sudando del miedo que estaba pasando.  Sebastián se la jugó, porque el toro tuvo además mucha emoción. Ese toro tiene su historia, porque había estado en el mes de mayo en Madrid y sorteado en la feria de San Isidro. Le había tocado a Miguel Ángel Perera, pero luego sufrió un cólico y no se pudo lidiar. Y de ahí fue Valencia.

El tercio de varas está íntimamente ligado con la bravura.

A mí me gustaría que el tercio de varas tuviera más protagonismo, por el que significa para medir la bravura del toro. Pero entiendo que el matador, aunque quiera ser generoso, tiene que dosificar la materia prima con la que desarrolla su arte. A nosotros nos gustaría verlo más, pero somos conscientes de que el toro puede agotarse y se puede resentir. Ahora las faenas tienen más duración, y entonces se debe medir el castigo. Es la tauromaquia imperante.

Algo parecido sucede con los toros indultados.

En nuestra casa todos han cubierto vacas, aunque esto no debe ser obligatorio. No todo toro indultado sirve para echarlo a las vacas, porque a veces hay una corrida completa, y no se indulta al toro que más lo merece, sino al conjunto del encierro. Las ganaderías tienen distintas exigencias. En casa, a todo toro al  que se le ha perdonado la vida, se le deja vivir tranquilo en el campo, porque se ha ganado ese premio en el ruedo y hay que respetarlo.

El hierro de su ganadería es el que tenía Pepe Luis Vázquez.

Fue un capricho que tuvo mi padre. Porque él era muy partidario de Pepe Luis y le admiraba mucho. Y la hora de escoger el hierro para entrar en la Unión, quiso que fuera el de Pepe Luis. Y lo lleva con mucho orgullo.

En la temporada 2022 han triunfado en muchas plazas, entre ellas, Valencia. Entre muchos, habrá un toro en especial.

Para mí ha sido Duplicado, que se lidió el domingo de Resurrección. La tarde de los seis toros de Emilio de Justo. Por la cornada que sufrió lo tuvo que matar el sobresaliente, Álvaro de la Calle. Tuvo la virtud de lidiarlo muy generosamente. También en la corrida del 12 de octubre Madrid saltaron toros importantes. En Valencia, en fallas, a pesar del vendaval que sopló toda la tarde, se lidiaron asimismo toros de gran nota, igual que en la feria de Julio, que a dos se les dio la vuelta al ruedo. Y un toro indultado en Nimes, y alguno más.

También los toros deben tener suerte en el sorteo. No solo deben servir ellos, sino también el torero.

Por supuesto que sí. Las figuras lo son porque se lo han ganado a lo largo de su trayectoria. Y ellos ayudan a romper a los toros. Al malo lo hacen regular, hacen al bueno superior y al superior lo convierten en histórico. Según en manos de quien caiga, el toro mejora o va a menos.

La temporada que viene.

Esperemos volver a Valencia, donde hemos sido los máximos triunfadores. Tenemos 15 corridas, y mucha moral. Iremos a Madrid, Sevilla, Bilbao, Pamplona, Valencia, Teruel, Nimes… Nosotros nos debemos más que al torero al aficionado. Si el toro es bravo, hay espectáculo y el aficionado se divierte, eso es lo que tenemos que ofrecer. El público te dice lo que quiere ver en el espectáculo y eso debe estar por encima de los intereses económicos de la ganadería. Y de los taurinos.