Juan Pedro Domecq: “El toreo evoluciona y va marcando el tipo de bravura”

martes, 29 de marzo de 2022 · 19:45

El bodeguero jerezano Juan Pedro Domecq y Núñez de Villavicencio iniciaba su aventura como ganadero en 1930, tras haber adquirido la antigua ganadería del duque de Veragua y comprado eralas y sementales a Agustín de Mendoza,  Conde de la Corte.

En 1937, tras su muerte, sus hijos asumieron las riendas de la vacada, desechando lo que tenían de origen Veragua y haciéndose con más reses del Conde del Corte y de la Viuda de Tamarón. Tras la muerte de Juan Pedro Domecq Solís, heredero de la ganadería familiar, tomó las riendas su hijo, quien regenta la vacada en la actualidad.

Juan Pedro Domecq y Morenés, miembro de esta amplia y dinastía ganadera, ahora dirige el hierro más antiguo de toda la cabaña de bravo española. Y afronta una nueva temporada en la que va a lidiar sus toros en plazas importantes. Para empezar, Valencia, Castellón y Sevilla.

Es ilusionante volver a la actividad, a la realidad, y poder ilusionar a la gran familia de la tauromaquia. Mi labor es preparar los toros para corridas importantes como las que dices de Valencia, Castellón y Sevilla. Yo estoy muy responsabilizado, y siempre trabajando con todo detalle para preparar la temporada y que esta empiece a rodar. Sin perder nunca de vista el trabajo, y el esfuerzo. Ha vuelto la realidad y hay que afrontarla.

Sus corridas las matan los toreros buenos como Morante, Aguado.

Yo trabajo para ello, para que los toros de nuestra ganadería los toreen las figuras, para que sean la materia prima con la que ellos puedan generar grandes obras y estar bien para el disfrute del aficionado. Para eso trabajo todos los días. Para que mis toros puedan ilusionar al público y a los toreros.

Cada época determina un tipo de toro.

Por supuesto, cambian las épocas. El toreo evoluciona y va marcando el tipo de la bravura que se requiere en cada momento. No es lo mismo el toreo de la época de Paco Ojeda y Espartaco que la actual, con Morante, Manzanares, Aguado, Ortega o Manzanares. Hay que adaptarse a las formas de torear y al gusto de los aficionados de cada época. Los toreros son determinantes, y son ellos los que hacen que el toro de Juan Pedro Domecq en particular y los demás en general, evolucionen.

Su padre acuñó aquella expresión del toro artista.

Algunos no lo entendieron bien. El se refería a que quería crear un toro con el que cada torero pudiera expresarse y emocionar a través de su arte. Y que con él los artistas puedan hacer el torero que les nace.

Para los tiempos que corren, todavía tiene una  extensa camada.

Este año tengo veinte corridas de toros. Pero la pandemia nos ha hecho cambiar mucho los criterios de selección. El año pasado lidié veinticinco corridas de toros y la facturación no cubrió el fondo de maniobra que nos hacía falta para afrontar los gastos. Vamos a volver a la normalidad gracias a Dios, porque si no, esto será muy difícil soportarlo. Lo que pasa es que la afición que uno tiene y el patrimonio que en esta casa tenemos que defender, nos hace aguantar el tirón. Hay que tener ilusión tras dos temporadas tremendamente duras, sobre todo por unos ganaderos que han sufrido la dureza de no poder lidiar sus toros. Esta pandemia nos ha hecho recapacitar sobre el tamaño de nuestras ganaderías y sobre el futuro, porque otro golpe como el de la pandemia no lo aguantaríamos ni yo, ni otros muchos.

Porque esta falta ingresos hace que todo sea muy difícil.

Es necesario que haya una estabilidad, pero a nosotros la afición es la que nos motiva a tirar para adelante. Para aguantar esta difícil situación, la receta es la afición. Cuando ves que está en juego el patrimonio que durante tantos años ha mantenido tu familia, te da vértigo ver como puedes perderlo en un abrir y cerrar de ojos. Por eso la afición y la responsabilidad tiran mucho. Y eso te hace darle vueltas a la cabeza para buscar soluciones con las que poder afrontar todo esto.

Con todo, se han visto obligados a reducir cabezas.

Es que la solución es restructurar. Este año vamos a tener un 40 % menos de vacas. Y vamos a herrar 60 u 80 machos menos. El año que viene se va a reducir todo bastante, porque nos tenemos que acomodar a la época que nos viene encima. El mercado se va a adaptar a la oferta y la demanda, porque esta pandemia ha hecho que los ganaderos tuviéramos que tomar decisiones drásticas. Ello conlleva que el número de animales empiecen a adecuarse a la situación y a la oferta y la demanda. Lo que si puede pasar es que dentro de unos años, al bajar el número de animales, falten toros para ciertas plazas e incluso para las calles y los festejos populares. Para el año que viene tengo ya 60 toros menos que este año.

Usted conserva los elementos distintivos del ducado de Veragua: el hierro, la divisa blanca y encarnada así como la antigüedad del 2 de agosto de 1790.

Tenemos la suerte de tener un legado único, lo que por otra parte es una responsabilidad tremenda. Mi padre murió hace diez años y el legado hay que seguirlo, como lo hizo mi abuelo. Hay que imprimir nuestro carácter a los toros, esa personalidad, ese estilo, esa obra creativa que en definitiva es lo que hay que hacer. Llevo con orgullo esta herencia, pero la tengo que mantener.

Se mezcla la sangre de Veragua, Conde de la Corte y Tamarón.

Es una mezcla de todo. Los caracteres, cuando se estudia todo genéticamente, se amplían y se mantienen. De cada uno y de todos. Y hay que tratar que se transfundan al mayor número de toros posibles. Eso ya lo hizo mi abuelo. Intentar mantener la sangre y las líneas generacionales y troncales.

De ese tronco salieron un elevado número de ganaderías como Marqués de Domecq, Salvador Domecq, Santiago Domecq, el Torero, Jandilla.

Todas provienen del mismo tronco. Distintas ramas familiares se hicieron con toros de la ganadería matriz, así como otras ventas que se hicieron a otros ganaderos interesados en reses del encaste Juan Pedro Domecq. Las ramificaciones se originan en 1951, con la creación de la ganadería del Marqués fe Domecq,, a cargo de Pedro Domecq Rivero; en 1952, por medio de la línea Osborne; en 1968, con la ganadería de Salvador Domecq, de la que derivó también la de su hermana María Dolores  (El Torero; o la creada en 1978, tras la división de los últimos lotes, por parte de Fernando y Borja Domecq con la creación de Jandilla. .Las ganaderías son proyectos personales y luego cada uno de los ganaderos, utilizando el mismo fondo de sangre, imprimió su carácter, su personalidad y su personal manera de ver las cosas .

Sus criterios de selección.

Hay que ser muy exigente, para luego no fallar en las citas importantes. La bravura lo aglutina todo. Luego ya hay aspectos como el acometer con potencia, con profundidad, el querer coger con ahínco la muleta, la humillación, el largo recorrido. Y sobre todo, la profundidad y la voluntad de embestir. Sobre eso trato de conjugar los distintos caracteres de la ganadería. Es difícil encontrar el toro con el que uno sueña. Los ganaderos somos alquimistas, estamos siempre intentando crear y desarrollar.

Esta es una labor ardua, de muchos años, de generaciones.

En ello tiene mucho que ver la genética, el manejo de la ganadería, el medioambiente, la alimentación, la sanidad, los veterinarios. Hay que conocer bien la ganadería, los caracteres y la sangre de la misma. Contar con los veterinarios y con los avances de la tecnología. Hay que conseguir que, aparte de la bravura, el toro esté en su mejor forma física, porque la lidia es una actividad muy estresante.

Los toreros quieren siempre torear sus toros.

Bueno, hay de todo. Pero cuando un torero se emociona y crea una obra de arte, con una embestida de mis toros, para mi es una satisfacción. Yo quiero que cada embestida de mis toros sirva para expresar lo que le pida a cada uno su alma torera y sus sentimientos.

Hoy se torean los toros más grandes que nunca.

Se pide mucho peso, mucho volumen, hay mucha exigencia en el trapío. Pero cuanto más grandes son los toros, son menos ágiles y se mueven con menos velocidad. Eso del toro grande, ande o no ande, no sirve. Si es más terciado, tiene más agilidad, es más flexible. El toro de Sevilla no es el mismo que el de Madrid. No tiene nada que ver. En Madrid se exige una presencia exagerada. En Sevilla, un toro más armónico y que tenga más hechuras de embestir. El de Madrid es más grande, más agresivo, menos bonito. Yo quiero estar presente en todas las grandes citas. Cada plaza tiene sus características. Y hay que amoldarse a ello. A mí me han embestido  los toros en las dos plazas.

Se dice que hoy se torea mejor que nunca.

Yo no diría que mejor, diría que distinto. Al público de una época le gustaba una cosa y al público de ahora le gusta otra. Morante dijo que hay que crear un toro más bravo, porque exige mucho, torea en redondo, es un torero que marca a dónde va a funcionar la tauromaquia. Tiene confianza en la ganadería, pero quiere un toro bravo que embista, que le permita expresarse. A veces quebranta mucho a los toros y necesita de bravura.

La temporada.

Las corridas de este año van a ser cinqueñas, con una armonía, con seriedad, muy bien presentadas. Lidiar toros de cinco años lo ha propiciado la pandemia. A mí es la edad que me gusta, porque es cuando el toro tiene todo su esplendor. Está perfecto, rematado, más hecho, tiene otra seriedad, tiene más sentido. Es más serio porque ha llegado a su desarrollo total. Esa mirada, esos rizos, esa seriedad y esa expresión.

Sus sueños pendientes.

Sueño con triunfar en plazas en las que todavía no lo he hecho. Algunas como Pamplona o Bilbao. Incluso en Valencia, me gustaría que me saliese una corrida redonda, que es lo que quiere todo ganadero.

En Castellón se le ha hecho un pasodoble.

Es el primero y el único hasta el momento. El compositor me dijo que quería reflejar en el pasodoble la faena de un toro, la intensidad, la despaciosidad, la alegría con el capote, las fases de la lidia. El pasodoble es un canto a la bravura y a la forma de embestir. Yo le estoy muy agradecido a su autor, Jerónimo Castelló.