CURRO DÍAZ

“Mi paso por Madrid ha sido muy bonito pero uno siempre quiere más”

viernes, 20 de mayo de 2022 · 06:22

Pasados unos días de su segunda comparecencia en la Plaza de Toros de Las Ventas, hemos charlado ampliamente con Curro Díaz, que es uno de los pocos matadores que, hasta ahora, ha tocado pelo en el ciclo isidril. El torero de Linares nos ha explicado cómo vivió él la tarde del pasado domingo en el coso venteño y cuáles fueron, a su juicio, las claves de la misma.

Después de su paso por Madrid durante esta primavera, primero el Domingo de Resurrección y después en la Feria de San Isidro, ¿Se siente satisfecho consigo mismo y contento de sus actuaciones en Las Ventas?

Satisfecho sí pero si uno corta dos orejas quiere cortar también el rabo, es decir, que siempre se aspira a más. Ha sido un paso muy bonito por Madrid pero uno siempre quiere más.

Si la espada hubiera viajado más certera ambos días, estaríamos hablando posiblemente de tres orejas, y no de una, y de una Puerta Grande.

Seguro. La verdad que sí. Fíjate la mala suerte en la corrida del domingo, ya que la espada cayó en lo alto pero hubo un poco de confusión. Hay veces que lo haces todo bien y se puede malinterpretar cualquier cosa, provocando que se enfríe la petición de oreja.

Pero por encima de la colocación de la espada, creo que una vez más, tanto el Domingo de Resurrección como el pasado día 15, Curro Díaz dejó su sello y su impronta en Madrid y un magnífico regusto a toreo caro entre los aficionados.

Fueron dos días distintos. La tarde del pasado domingo fue muy complicada, había que remontarlo todo tras la cornada de Ginés Marín porque la plaza se quedó un poco en estado de shock, y volver a tirar de la tarde hacia arriba, es difícil. En la Feria de San Isidro de 2019 también me tocó vivir de cerca la cornada a Román, que fue aún más fuerte. Han sido dos tardes seguidas en San Isidro en las que ha habido que superar dos situaciones complicadas, aunque muy diferentes entre sí. Por fortuna, después todo salió bien, tanto para los compañeros heridos como para mí, pero son tardes que se ponen a la contra y que hay que remontarlas.

Analizando más al detalle la tarde del pasado domingo en Las Ventas, su primer toro fue un toro encastado, que tenía prontitud y que transmitía mucho, sobre todo por el lado derecho, y al que había que dejarle la muleta en la cara, quedarse en el sitio y tirar de él con firmeza y mando.

Sí, el toro fue muy enrazado, sin salirse nunca de la muleta, porque se la quería comer. Fue un toro muy bravo, que gracias a Dios me cogió en un momento de madurez. Pienso que la clave de la faena fue dejarle la muleta en la cara, porque luego yo le apreté al toro y éste respondió, transmitió mucho. El toro me exigió mucho a mí y el animal después, como he dicho, respondió, sobre todo por el pitón derecho. Éste fue de esos toros en los que dices: “Que Dios me libre de un toro bravo”, de ésos a los que hay que dominar y que se vea que tú puedes con aquéllo. Yo aposté mucho por el toro, le di muchas opciones, y al final pude torear a gusto, desde el principio hasta el final.

Con el cuarto toro pienso que no tuvo opción, porque el animal fue muy deslucido, protestando y derrotando mucho.

Con ese toro sí que hice un esfuerzo, porque fue muy complicado, y aposté mucho. Sí que es cierto que lo lidié en unas circunstancias difíciles, con todo a la contra. Ahí sí que fue una pena que la espada cayera baja porque enfrió la seriedad con la que estuve. Había que estar bien con ese toro.

Luego por la grave cornada sufrida por Ginés Marín en el tercero, usted tuvo que hacerse cargo de la lidia del sexto, que fue un toro noble, que sacó buen fondo y que embistió con profundidad y con clase por el lado izquierdo.

Precisamente el pitón izquierdo fue el más complicado en los primeros tercios, pero poco a poco lo fui rompiendo y al final me regaló tandas muy bonitas.

El animal tuvo calidad y ritmo por el pitón izquierdo pero había que saber esperarlo a que metiera la cara y tirar de él con temple.

Sí, y hacerlo además en el centro de la plaza, con el viento que hacía. Hay cosas que se dan por hechas que sean fáciles pero se tienen que reunir muchas condiciones. Por eso, las cosas son, al mismo tiempo, tan difíciles y tan bonitas. Cuando apuestas por un toro, ves que el toro pasa, te acoplas a él, consigues matarlo bien…, es cuando ves realmente lo difícil que es todo. Son tantas cosas las que se tienen que reunir para triunfar…, pero cuando salen apenas le damos importancia, aunque si te paras a pensar y analizas todo, es casi un milagro que así suceda.

A este toro, sexto de la corrida, sí que le recetó una gran estocada y pudo cortarle una oreja. Después de tantos años de alternativa, 25 cumplirá el próximo 1 de septiembre, y tanta experiencia como usted tiene a sus espaldas, ¿Reconforta especialmente obtener ese premio y sentir una vez más el calor y el reconocimiento de la afición de Madrid?

Para poder seguir toreando, siempre tiene que haber triunfo. Tú te preparas, entrenas… porque disfrutas mucho toreando pero luego eso tiene que tener trascendencia para que puedas continuar toreando. El torear bien a un toro debe tener después la recompensa del triunfo, porque hay mucha competencia entre todos los toreros. Además yo soy completamente independiente, tanto en mis formas como a la hora de llevar mi carrera. Así es mucho más difícil, hay veces que la normalidad es mucho más difícil. Ahora mismo, según están las cosas, lo más difícil en esta vida es ser normal. Mi personalidad es diferente porque también la vida me ha venido así, yo elegí este camino, que puede ser más fácil o menos fácil pero es mi camino. Ni una cosa es mejor ni la otra es peor, son diferentes caminos que se cogen dependiendo de la forma de ser y de ver las cosas de cada uno.

La oreja que paseó el domingo en Las Ventas, ¿Tiene para usted un sabor diferente a otras de las que ha cortado en esa misma plaza a lo largo de su carrera?, quiero decir que dependiendo del momento y de las circunstancias personales que esté atravesando uno, los triunfos se los toma de una manera u otra o se asimilan de forma diferente.

Cuando uno va a Madrid, va con una gran carga de presión, por eso un triunfo en Madrid siempre se saborea. También hay que decir que hay tardes más fáciles y tardes más difíciles pero todo es muy relativo, porque las tardes no pueden clasificarse. Para mí cada día es diferente y nunca he clasificado nada, contando también con las circunstancias en las que uno llega a los sitios.

Hablando con algunos toreros me han comentado que la presión, la responsabilidad y los nervios con los que van a Madrid son cada vez mayores, conforme avanza su carrera. ¿Está usted de acuerdo con eso?

Depende de los momentos, de las circunstancias, como te decía antes. A mi jucio, ni se puede ni se debe clasificar nada, porque incluso dentro del mismo día, que tiene 24 horas, se viven distintos momentos. En plazas como la de Madrid, el triunfo cuesta mucho trabajo, hay que superar muchas cosas…, por eso Madrid es tan grande y tan difícil, que además es una plaza con una tremenda personalidad y la primera plaza del mundo.

Con todo el verano por delante, ¿Piensa que la oreja obtenida en Madrid el día de San Isidro, unida a la vuelta al ruedo del Domingo de Resurrección, harán que el teléfono suene y que más empresas quieran contratar a Curro Díaz en este 2022?

Hoy en día, todo va muy rápido. Aquí hay que estar bien todos los días, hoy cortas las orejas y mañana tienes que volver a cortarlas, no te hablo de mi caso particular sino de todo el escalafón, ya seas un torero de arte o un torero de valor, da igual. Aquí lo único que sirve es el día a día, los resultados obtenidos, porque tú tienes que darle alicientes al público para que acuda a verte. Está claro que Madrid te marca, porque es la capital del mundo del toro, pero lo que has hecho en Madrid al día siguiente hay que refrendarlo en el sitio en el que actúes. En esto, por desgracia, unos las firman y otras las torean, y cuando apuestas por un toro, estás expuesto a que te pueda coger, y a lo mejor el triunfador de la temporada es un hombre que ahora está sentado en su casa. Por todas estas circunstancias, la vida de un torero es muy complicada, porque vives en tensión continuamente, siempre pendiente de lo bueno y de lo malo.

 

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