MARIO PÉREZ LANGA

“Paso más horas a caballo que a pie”

martes, 31 de mayo de 2022 · 10:28

Mario Pérez Langa nació en Calatayud el 25 de abril de 1990.Pasó su infancia entre caballos. Sus abuelos se dedicaban a la agricultura y tenían una cuadra con y caballos, y su padre lo continuó. Empezó a montar a los diez años y, a los dieciséis, aunque se le daban bien los estudios, decidió dedicarse al rejoneo. El otro día compartió cartel con Roca Rey y Paco Ureña en Bocairent.

Que le anuncien a uno con figuras del toreo, debe dar miedo escénico.

Es un cartel bonito, con dos figuras del toreo. No era un festejo de rejones con mis compañeros, pero alternar con dos figuras del toreo a pie fue una gran satisfacción. Era mucha la exigencia, pero también era un gran aliciente a la vez.

Por esta zona tiene muchos partidarios.

Pues la verdad es que sí, en Valencia estoy muy a gusto. Tanto las peñas taurinas de Lliria como en Algemesí me quieren mucho y me han apadrinado. Esto es lo más bonito que tiene esta profesión. Yo estoy muy agradecido y es algo maravilloso el cariño que me demuestran dentro y fuera de la plaza. Son peñas que me siguen y me acompañan no solo por esta zona, sino también por todas las plazas de España y Francia.

Concretamente en Algemesí es usted un ídolo.

Pues la verdad es que sí. Es una plaza muy bonita y que, aunque tiene unas peculiaridades para los rejoneadores, es una maravilla. Yo fui triunfador de la feria. Y en mi carrera sido un lugar especial. La primera vez que toreé allí lo hice sustituyendo a Joao Moura. Y desde el primer momento se creó una estrechísima relación entre Algemesí y yo. Es un sitio donde todo me ha salido siempre bien y la gente es fantástica. Te dan todo su cariño, te apoyan desde que llegas al pueblo. Desde que bajas los caballos del camión. Luego me hicieron una peña taurina. Son aficionados y amigos. Allí he toreado festejos de rejones y novilladas mixtas de El Capea, Cebada Gago, Los Espartales o Albarrán.

Usted es maño, de Calatayud. Y los caballos los tuvo siempre en casa.

Pues así es. Mis dos abuelos, tanto por parte de padre como mi madre tenían caballos. Siempre me han gustado y me he criado con ellos. Me gustaba hasta salir de alguacilillo en los festejos, y decidí ir a buscar trabajo en alguna finca, casi sin pedir permiso. Salir de la familia y buscarte la vida. Yo, desde que tengo uso de razón, he tenido los caballos en casa. Había cuadras y caballerizas. Mi padre tenía afición a los caballos, teníamos caballos de paseo. Y yo pasé de ser un buen aficionado a rejoneador, que es todo un trecho. Y necesita de una creencia, de mucha fe, porque soy el único rejoneador aragonés. De niño yo tenía este sueño  que se antojaba imposible por el sitio donde vivía, pero que se hizo realidad.

Aunque ello requirió un esfuerzo humano y económico.

Y tanto. Porque si no estás en una saga o en una familia de ganaderos o rejoneadores, es muy difícil partir de cero. Necesitas un camión, cuadra de caballos, personal, instalaciones. Y yo, con la ayuda de la familia, mis ganas y mi trabajo empecé a aprender y a introducirme, a cambio de domar caballos para los demás. A trabajar. A ganarme la vida y a hacerme un hueco. En mi casa me dedicaba a hacer doma, probar caballos, prepararlos y venderlos a particulares. Este un mundo muy complicado pero muy bonito.

Y luego, toreando cerca de su casa, le vio Pablo Hermoso de Mendoza y su vida cambió.

Puedo decirte que fue el día más feliz de mi vida. Fue como un premio. Aquel día vino a verme torear y luego,  al acabar el festejo me invitó y me dijo que fuera a pasar un día a su casa. Pablo para mí, desde niño, había sido un ídolo. Y era un regalo ir a verle a torear acompañado de mi padre. Y que me invitase a pasar un día con él y conocerle eso fue extraordinario. Y después de ese día, me dijo que, si me quería quedar con él en Estella a preparar caballos con él, que podía hacerlo. Para mí fue un sueño. Luego ya se creó una relación personal y profesional maravillosa. Me dio la alternativa en la feria del Pilar de Zaragoza. Fue una fecha inolvidable aquel 16 de octubre de 2016, con Pablo Hermoso de Mendoza de padrino y Lea Vicens de testigo. Y luego toreé muchas tardes con él. Luego le preparé caballos y tenemos una gran relación de amistad.

Cuál fue la mejor enseñanza que le dio Pablo.

Que la base principal es el trabajo, el trabajo y más trabajo. La constancia, más trabajo. Insistir, e ir descubriendo las cosas a base de esfuerzo. Yo desde las siete de la mañana hasta las once de la noche estoy todo el día machacándome. Los 365 días del año son caballo, caballo y caballo. Así han sido mis últimos quince años. Se puede decir que he pasado más horas a caballo que a pie. Pero la recompensa luego es lograr abrirte camino en esta profesión. Yo tengo ilusión, entusiasmo, esto es un veneno, una ilusión, una vocación que me lleva las veinticuatro horas del día, porque para mí ya no es trabajo, es amor a una profesión que me gusta, por la que tengo afición, que es mi vida y que me encanta. Y aunque me eche tantas horas entrenando, se me hace corto el día. Y así llevo más de quince años.

Y la recompensa es que, partiendo de la nada, se haya hecho un hueco para torear en plazas importantes.

Así es. Fíjate que he confirmado en Madrid, he toreado en Zaragoza donde tomé la alternativa, en Pamplona, en Teruel, donde corté cuatro orejas, en Huesca salí por la puerta grande, en Soria, en el Puerto de Santa María, en muchas plazas de Francia. Eso es la compensación, sobre todo si cuando eres un extraño que no estás en una gran casa, que no eres de cuna, te lo tienes que ganar todo con el esfuerzo. Y desde abajo, empezando a torear en plazas pequeñas y corridas fuertes pero que te sirven para darte a conocer, para coger oficio, para desarrollarte en la profesión. Y gracias a Dios, pues me echo un hueco en el escalafón. Aunque no esté en todas las ferias, en los últimos años he toreado con Pablo hermoso de Mendoza, con Diego Ventura, con Andy Cartagena, con Sergio Galán, con Leonardo Hernández. Nada es imposible, todo se consigue a base de esfuerzo, trabajo, ilusión y de creer en ti mismo y en Dios.

Los años del Covid habrán sido duros.

Como no van a ser duros si te quedas parado, no hay festejos, no toreas y no sabes lo que va a venir. Hay muchos gastos y es imposible que salgan las cuentas cuando uno está parado. Han sido dos años en los que de todas maneras la vida no paraba y había que dar de comer a los caballos, mantener al personal, el camión, el entrenamiento, las instalaciones, las vacunas. Había que invertir y poner mucho dinero sin ganar. Era un tema complicado, pero con una buena administración se pudo salir adelante. Ahora ya va cambiando todo. El año pasado pude torear doce tardes y me respetaron los gastos. Pude ir ganando dinero para ir cubriendo gastos, pero es una inversión muy grande.

Usted tiene la satisfacción de que la cuadra se le ha hecho a sí mismo.

Esa ha sido la tónica de mi carrera. La verdad es que yo no tengo posibilidades tampoco de ir comprando caballos por ahí. Yo los potros, desde que nacen, los voy educando y me llevo tiempo enseñándoles. El caballo de por sí es miedoso, por eso hay que educarles. Es una virtud partir desde la base. Yo empecé de nada, como he dicho, en casa solo había caballos de paseo. No tenía nada en casa enfocado, soy un autodidacta. Tuve la base para enseñarme y caballos para entrenar. Los caballos salían unos buenos y otros malos. Unos servían para la plaza y otros no. La cuadra la he ido formando poco a poco, eligiendo caballos cuyo carácter o genealogía que intuía que podían ser toreros. El mayor orgullo es que casi todos los caballos que tengo hoy en día llegaron a mis manos de potros, no sólo por cuestiones económicas, sino porque me gusta domarlos, hacerlos a mi forma de entender la equitación y el toreo. Y eso se nota luego en la plaza, donde jinete y caballo han de mostrarse compenetrados.

Ahora ya tiene una cuadra notable caballos.

Para mí todos los caballos son especiales, tanto los más nuevos como los que ya tienen oficio. Pero yo quisiera destacar a dos. A Calamaro, que es un honor que Andrés, el cantante, me lo agradeciese. Es un caballo que utilizo en banderillas, un potro de Silveira, un hierro de prestigio portugués. Y le puse ese nombre porque Andrés en aquel momento se dedicó a defender la tauromaquia, y le quise agradecer ese honor y que nos defendiese. Él se enteró a través de mis redes y enseguida me llamó, fue un espaldarazo para mí. Y luego tengo a Algemesí, un caballo que nunca falla. Y por supuesto, claro, como no se le va a poner al nombre del pueblo que tanto me quiere.

Usted es clásico y espectacular a la vez.

Me gusta hacer las cosas con pureza, citar de frente, clavar el estribo, muy reunido, torear a la grupa. Pero, sobre todo, dar espectáculo los aficionados. Yo transmito mi alegría y mis ganas de estar en una plaza. Que salga a la luz el trabajo es lo más importante. Y todo lo que entrenas en el anonimato, en la soledad. Luego en cuanto te anuncian, te sale toda esa ilusión y quieres enseñar todo ese trabajo que has ido haciendo en soledad. A mí las ganas me pueden. Y transmito esa ilusión y esa alegría. Pero también trato de hacer siempre las cosas bien, y con mucha pureza. Dándole ventajas a los toros.