ÁLVARO ALARCÓN

“Lo que ha pasado no es casualidad”

martes, 14 de junio de 2022 · 09:00

Desde 2007 un novillero no salía por la Puerta Grande de Madrid en plena feria de San Isidro. Han pasado 15 años para que Álvaro Alarcón abra la puerta de la gloria tras dos faenas compactas que le valieron tres orejas gracias a su exhibición de disposición, compromiso, verdad, valor y torería. Sucedió el 23 de mayo en la novillada de Fuente Ymbro.

Imagino que estarías eufórico después de conocer que habías sido declarado novillero triunfador de San Isidro por el jurado de Plaza1.

Ver mi nombre junto al resto de galardonados, todos tan ilustres, me provocó una tremenda satisfacción y un gran orgullo.

Eres de la localidad toledana de Torrijos. ¿Qué os dan en Toledo que está en auge la aparición de toreros?

Yo creo que es casualidad. Me alegra mucho el éxito de otros toreros de mi tierra, caso de Tomás Rufo, y me honra llevar su nombre allá donde toreo. Espero poder seguir triunfando y continuar presumiendo de toledano mucho tiempo.

Debutaste con picadores en septiembre de 2019 y llegó la pandemia.

Toreé el debut y un festival y se paró todo. Con la ilusión que tenía en comenzar a torear con caballos fue un jarro de agua fría. Afortunadamente, en 2020, año de la irrupción de la pandemia, pude torear una novillada, y eso me supuso un “chute” de energía, y en 2021 acabé con 10 actuaciones.

Este año llegaste a Madrid con cuatro paseíllos. El primero en la feria de Fallas, donde cortaste la única oreja que llevabas esta temporada. ¿Eso te preocupaba?

Las orejas son muy necesarias para las estadísticas, sobre todo cuando se es novillero, pero no llegó a influirme negativamente porque la oreja de Fallas me dio mucha moral. Era mi primer coso de primera categoría y estuve a punto de salir a hombros. Sin ser una tarde fácil la disfruté muchísimo. Valencia me supuso un crecimiento personal y artístico indiscutible. Quizá por eso no llegué preocupado a Las Ventas aunque ya no había cortado más orejas en las otras tres novilladas. Confiaba en mis posibilidades. Sabía que si me entregaba de verdad Madrid me lo valoraría. Por eso iba tranquilo.

Releyendo mi crónica de tu paso por la feria fallera, compruebo que para describir tus actuaciones utilicé términos como: total disposición, gran exposición, muy comprometido en su colocación, muy ceñido, valor, varios de los muletazos de mayor calidad del festejo, atornillado a la arena, intentando alargar los viajes del burel por abajo, aguantando parones y miradas sin inmutarse… La verdad es que bien valdrían para tu tarde de San Isidro.

Recuerdo esa crónica, y repito que Valencia me dio mucha seguridad en mí mismo, en lo que quiero expresar, cuál es mi concepto, la pureza, la firmeza, intentar torear lo más despacio posible… y tengo muy claro que quiero hacerlo siempre, en todas las plazas.

En Madrid percibí tu obstinación por mandar, por someter a tus antagonistas, por bajarles la mano, y también una colocación muy comprometida.

Cuando empecé a querer ser torero la colocación no era algo que me preocupase demasiado. Pero empecé a ver toros en Madrid, escuchaba a los aficionados cuando decían que un torero no estaba bien colocado y acabé obsesionado. No quiero que me puedan poner un “pero” por mi colocación, y no sólo por dar gusto a algunos aficionados, sino porque creo que debe ser así.

Tu último novillo en ocasiones se acostaba y tú no rectificabas. ¿Lo hacías de forma consciente?

Siendo un gran animal, por el pitón izquierdo no tuvo la misma profundidad que por el derecho y llegó a colarse. Pero yo quería que la gente viese que estaba dispuesto a ponerme por ese lado y aguantar. Sabía que era arriesgado, pero era la única manera de demostrar mi disposición y mis ganas de ser torero.

¿Pasaste un trago o disfrutaste?

El novillo fue bravo y exigente, pero al final tuvo una embestida muy agradecida. Fue una faena de menos a más, muy macerada, y hubo un momento en que pude dar una tanda muy relajado. Creo que es la vez que más he disfrutado. Ver al público de Madrid en pie y entregado fue lo mejor que me ha pasado.

¿Qué grado de suerte y de preparación hay cuando se receta una estocada como la que diste?

Mucha preparación, muchísima. Y sobre todo llegar a ese punto muy tranquilo para ser capaz de pensar que si quería abrir la puerta grande tenía que matarlo sí o sí. No sabía cómo saldría del embroque, pero lo maté.

Y al final, triunfador de la feria. ¿Cambia el panorama en adelante?

Han llamado de Pamplona, vuelvo a Valencia por Julio, que me da una alegría tremenda, y mi apoderado dice que están saliendo cosas ilusionantes. Fácil no se pone, porque soy consciente de que ahora la exigencia crece y que me tengo que arrimar más todavía, pero lo voy a hacer para que todos vean que lo que ha pasado no es casualidad.