FORTES

“Hay que saber levantarse y continuar”

jueves, 30 de junio de 2022 · 10:20

El torero malagueño Saúl Jiménez Fortes reaparece tras largo tiempo ausente de los ruedos, debido a sus lesiones óseas. Un torero que siempre ha sabido plantar cara a la adversidad.

La verdad es que extrañaba mucho, echaba en falta ese miedo, esa tensión, y esa satisfacción de estar ante el toro y el público. La satisfacción de sentirme torero, esa sensación de vestirme de luces, que es algo que para mí tiene mucho valor.

Debe hacerse larga la inactividad. E igual uno no para de darle muchas vueltas a la cabeza.

Sí, se pasa mucho y se piensan muchas cosas. Pero yo nunca he pensado en dejarlo, porque esto es mi vida. Las sensaciones de estar frente a un animal, sentir la embestida de un toro fundida con tus sentimientos, con el poder de tu muleta. Lo que consigues. El privilegio de poder hacer lo que te gusta. Es algo que no se paga con dinero. Se puede disfrutar en el campo también, pero no es lo mismo. La máxima plenitud se consigue en la plaza, ante el toro, con el público en las gradas y si puede ser, en las grandes ferias. Yo tengo todavía mucho que dar de mí, debo de darlo y ese es mi deber.

Usted es hijo del cuerpo. Su padre profesional del toreo, su madre torera, ganadera, profesora de la escuela.

Pues sí. Lo he vivido en casa. Aunque también por otro lado tengo otros hermanos que no se han dedicado al toro. Pero ser torero es un sentimiento que nace, y yo ya llevaba conmigo desde niño está vocación. Y fue de adolescente cuando me decido a ser profesional del toreo, aunque como digo es un sentimiento que se puede decir que lo tengo desde que nací.

Empezó vendiendo almohadillas en la Malagueta y ayudando a su padre en la organización de festejos.

Trataba de ganarme mi dinerito, de ayudar también en casa. El primer vestido que utilicé, un azul y azabache, que lo llevé en toda mi trayectoria sin caballos, me lo compré vendiendo almohadillas. Era una forma de ayudar a mi padre en los festejos, y para saber también el valor del trabajo, y lo que cuestan las cosas. Vendía bebidas, enchiqueraba a los animales, hacia los papeleos, estaba en taquillas y todos esos entresijos que lleva un festejo. Yo procuraba colaborar. Y ello me ayudaba también a formarme como persona.

Sus padres le apoyaron.

Bueno, nunca me quitaron la idea de la cabeza. Pero tampoco se dedicaron a ayudarme como fanáticos. Tenían los pies en la tierra. Ellos sabían de mis objetivos, pero me daban libertad para que yo fuera dando mis pasos en el toreo y avanzar. Ellos dieron el paso atrás desde el principio, dejaron que me rodearse de otros profesionales para entrenar. Fui a la escuela de Málaga. No quisieron monopolizar mi carrera. Ellos son inteligentes, y me daba libertad.

Usted debutó con picadores en 2009 en Benalmádena y el 24 de agosto de 2011 ya tomaba la alternativa en Bilbao de manos de El Juli y Talavante con una corrida de Jandilla.

Lo cierto es que tomar la alternativa en Bilbao era todo un reto, pero tampoco tuve la sensación de que era un objetivo cumplido. Se trataba de un escalón más en mi trayectoria. Yo me fijo metas altas, y si repaso y miro atrás, he llegado donde otros de mis compañeros de cuando empezaba, no han podido llegar. Muchos, teniendo condiciones, se quedaban en el camino. Por eso estoy satisfecho. Conseguí tener ambiente como novillero. Y tuve la responsabilidad y la determinación de elegir una plaza importante como Bilbao. Pudiendo haber ido a algo más fácil, y haber elegido algo más sencillo, pero yo quiero ser torero de plazas grandes, me exijo y quiero exigirme.

Y la confirmación el 16 de mayo de 2013 también fue con un cartel de lujo con Manzanares y Morante ante toros de Juan Pedro Domecq.

Era como un sueño. Fueron años muy bonitos, mis dos o tres primeras temporadas tras la alternativa. Toreaba en todas las ferias y alternaba con las figuras a las que admiraba desde niño. Quien iba decir a mí que iba a torear con Enrique Ponce, a quien yo tenía auténtica veneración desde que era muy pequeño. O con Talavante. No me imaginaba que iba a poder a llegar a hacer el paseíllo con ellos. Fue todo un regalo de la vida.

Pero el destino a veces es cruel y las cosas empezaron a cambiar en la cornada de mayo de Madrid en 2015 y luego otra en Vitigudino. Dios a veces escribe con renglones torcidos.

Lo cierto es que fue duro, aunque uno lo piensa y parece milagroso que alguna de esas cornadas, no fuesen a mayores. Se ve que no estaba para mí. Vivimos, como dice usted, de las propinas de Dios. Hay que ser agradecido y nada más. Yo no puedo decir que esta profesión haya sido dura conmigo ni que haya tenido mala suerte. He sido muy afortunado con las cogidas. Han sido graves, pero no me han dejado secuelas. Podrían haber sido menos las cornadas, pero también podrían haber tenido peores consecuencias. Yo me considero un privilegiado y debo dar gracias a Dios. Quejarse es injusto. Me siento orgulloso de mi camino como torero y como persona. Como digo, he tenido suerte y estoy agradecido a la vida, con lo bueno y lo malo, percances incluidos. No me cambiaría por ninguna figura.

Cuando uno ve las fotos de los percances, le deben dar a usted pesadillas.

Bueno, yo en 2015 sufrí las cornadas y tuve sentimientos encontrados, pensamientos oscuros, sobresaltos y pesadillas. Lo que se dice, un shock traumático. Porque el instinto de conservación siempre está ahí, y te protege, pero también te marca unas barreras. Ser torero es la profesión más antinatural que hay. Tu naturaleza, tu cuerpo se inclinan a protegerte y es difícil volver a convencer a tu cuerpo a que haga lo mismo cuando has tenido percances de gravedad. Hace falta mentalización, trabajo, dejar pasar el tiempo, interiorizar todo esto. Yo no soy un superhombre. La verdad es que son sensaciones desagradables. Pero bueno, en 2016 pude estar en todas las plazas otra vez, aunque, claro que cuesta afrontar estas cosas. Tengo cuatro o cinco argumentos sólidos para haber abandonado la profesión, y, sin embargo, he mantenido un nivel competitivo en el ruedo.

Entonces nunca tuvo la tentación de abandonar la profesión.

Me quedan muchas puertas grandes que abrir en mi vida personal y profesional, y a ello dedico toda energía. Mi propósito es seguir toreando, que es lo que me hace feliz, y creo que todavía tengo mucho que decir. Yo he sido un residente como se dice ahora, y esto me ha servido para afrontar las cosas, interiorizarlas, superarlas y dar la cara. Y luego aparte de mi carrera los ruedos, en un momento en que decidí ser coach.

Creó el programa llamado “Más allá del toreo”.

Con él intento aportar y extrapolar los valores de la tauromaquia a la vida real. Está dirigido a personas aficionadas o no a los toros, pero interesadas en aplicar los valores del toreo a sus vidas con esa gran pregunta: “Quieres abrir la puerta grande de tu vida?  Es una forma de ser, de vivir en torero. La vida te da cornadas, en la salud, en la economía, en la familia, en las relaciones personales. Hay multitud de cosas que surgen. Y hay que levantarse, continuar, dar la cara, y con valentía gestionar todo esto. No hay que venirse abajo. Yo decidí formarme y trabajar desde el desarrollo personal, la gestión de las emociones, la gente. Y relacionarlo con los valores de la tauromaquia, para aplicarlos a la vida no taurina. Para hacer un trabajo, a la hora de hacer una entrevista de trabajo, afrontar un reto profesional es como comenzar un paseíllo.

La puerta grande de la vida.

Eso se consigue con el respeto a la profesión, a los compañeros, la cultura del esfuerzo. Yo soy el guía en este trabajo, propongo diferentes ejercicios y dinámicas. Recojo información de lo que a cada uno le ocurre en la vida, para que ellos lo interioricen y aprendan a gestionarlo. Y por supuesto, claro, les comento mi experiencia. Y lo que he tenido que afrontar. No hay que ser nada especial, hay que enseñar a ser valiente, a ser comprometido y dar la cara. Si el trabajo no te motiva, o no afrontas las cosas, no estás bien. Hay que gestionar eso con el lenguaje y dinámicas taurinas. Y hacemos toreo de salón y luego en la plaza, que también es una enseñanza para mentalmente hacerse uno más fuerte. Por ello es lo de ponerse delante de un astado, para vencer los miedos.

Tiene un hijo.

Es lo más grande que me ha dado la vida. Yo no sé si querrá o no ser torero. Hay que dejar a las personas que sean libres y que sean ellos los que elijan. Son seres humanos independientes y hay que acompañarlos todo lo que puedas, pero un hijo no es de tu propiedad. Hay que ayudarles, estar a su lado, pero que ellos decidan lo que quieren ser. A mí me gusta transmitirle nuestra vida, yo no lo oculto nada. Él sabe que soy torero. Tiene afición de torear, a ver corridas. Pero él, decida lo que decida, estará bien y yo trataré de estar a su lado. Y si le puedo descubrir algún secreto para abrir la puerta grande tanto en la plaza como en la vida, ahí estaré.

 

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