RAFAELILLO

“Volver a Pamplona ya significaba un regalo de la vida”

lunes, 18 de julio de 2022 · 12:32

Cortó tres orejas el 10 de julio, día que regresaba a Pamplona después de haber sufrido una cogida escalofriante en esa misma plaza tres años antes, cuando un toro de Miura puso a prueba su capacidad de vida. En este caso el triunfo de Rafael Rubio “Rafaelillo” va más allá de un éxito profesional, es una victoria personal y un ejemplo de voluntad y superación para la sociedad.

En los titulares sobre tu actuación hay palabras como apoteosis, emoción, ídolo, héroe… ¿Lees las crónicas?

Volver a Pamplona era algo muy esperado por mí después de lo que me pudo ocurrir la última vez que toreé allí. Fue una tarde de emociones muy fuertes, de estar muy concentrado, y después de una actuación tan intensa y por momentos dura dejé pasar un par de días para paladear el éxito. Cuando llegué al hotel hablé con mi mujer y mi padre, apagué el móvil y cené con la cuadrilla. La vida me ha enseñado que hay que vivir los momentos. El día siguiente lo pasé con la familia. Me apetecía aislarme de todo, pero aún así me llegaron algunos titulares que me dieron mucha alegría. Luego ya comencé a leer las crónicas y comprobar las valoraciones que se habían hecho de la corrida y me sentí muy satisfecho. Yo respeto y valoro mucho la labor de los periodistas.

La última vez que actuaste en el coso de La Misericordia sufriste una cogida contra las tablas en el hemitórax que resultó muy grave y de la que tardaste en recuperarte. ¿Por qué recibiste a tu primer toro con largas cambiadas de rodillas junto a las tablas, y junto a las tablas iniciaste tu faena de muleta también de rodillas? ¿Era una manera de ahuyentar miedos?  

El valiente es el capaz de superar miedos y fantasmas, y para mí era la manera de enfrentarme a lo que me había sucedido en esa plaza. Aunque emocional y personalmente tenía asumido el percance, tenía claro que lo tenía que hacer así para demostrarme a mí mismo que no me quedaban dudas, que en el mismo escenario y en los mismos terrenos, donde todo podía haber terminado, era capaz de volver a empezar.

Se quedó corto el primero de La Palmosilla, miró y apretó por dentro. ¿En esos momentos llegaste a pensar que te habías equivocado?

Sí, porque me pegó una colada que me podía haber reventado, y en vez de salirme hacia las afueras me hinqué de rodillas, y si al tercer lance no me levanto me coge. Pero tenía que mostrar mis intenciones y dejar clara la actitud con la que iba. Era consciente de que debería haber empezado doblándome, empujándolo, haciéndolo, mandándole… esa era la técnica adecuada. Pero yo tenía que jugar la carta de la exposición. Me pudo el corazón antes que la cabeza. 

Desarrolló carbón el animal, se revolvía rápido y no quería fallos. ¿Se llega a acostumbrar uno a que no le salgan “bombones”?

La Palmosilla lidió una gran corrida, pero el lote más exigente fue el mío. El primero resultó encastado, duro, y no me dejó relajarme ni un segundo. El segundo sacó muchas complicaciones por el pitón izquierdo, por donde llegó a echarme mano.

La historia de la tarde no estaba completa con las dos orejas cortadas al primero. Conseguiste un apéndice del segundo de tu lote, que apenas iniciar la faena te cogió de forma angustiosa porque hacía hilo contigo. Parecía que podías ir herido.

Me marcó un varetazo en el Triángulo de Scarpa. Por fortuna no llegó a entrar el pitón. Luego me dio en el brazo, y también en los riñones al caer. Por fortuna me mantuve muy “despierto” y conseguí evitar que me hiriera, aunque en aquel momento me dolía todo.

Las tres orejas finales significaban mucho más que un éxito torero. Era el triunfo del hombre sobre el sufrimiento y la adversidad, el de la voluntad y la superación. Supongo que te vale mucho a ti, pero es un ejemplo para los demás, sean toreros o no.

Mi primer éxito fue volver a vestirme de torero el año pasado en Jaén, con una de Victorino, después del percance de 2019 en San Fermín. Luego dar la dimensión que mostré en Castellón frente a los de Miura. Y ahora enfrentarme al reto de regresar a Pamplona y superar mis inquietudes internas y mis fantasmas. Con eso el triunfo ya lo tenía ganado. Las tres orejas son un añadido excelente para mi carrera y me valen mucho personalmente. No soy una persona vanidosa, pero me alegro de que mi esfuerzo le pueda servir de ejemplo a alguien.

La salida a hombros me pareció una de las más felices que te he visto.

Era mi tercera puerta grande en Pamplona. La primera sirvió mucho para lanzarme. La segunda llegó en un momento clave para darle un empujón a mi carrera. Ésta ha supuesto una consolidación profesional y personal que, además, ratifica mi historia con esta plaza. Me ha hecho muy feliz, porque cuando pasas por momentos difíciles valoras las cosas de otra manera y las saboreas con mayor intensidad. Volver al coso de La Misericordia ya significaba para mí un regalo de la vida. Conseguir abrir la puerta grande fue un sueño. Por toda la significación que conllevaba la disfruté más esta vez.  

 

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