ROMÁN
“Este año me he propuesto dejar solucionada mi vida”
Román acaba de llegar de Ecuador y prepara ya su compromiso del próximo domingo en ZaragozaRomán está afrontando ya su décima temporada como matador de toros, tras su doctorado el 7 de junio de 2014. Ha pasado todo como un suspiro, pero también han sucedido muchas cosas. Buenas, malas y regulares. 2023 es una campaña de consolidación que ha comenzado en València. Acaba de llegar de Ecuador y el día 23 le espera un compromiso en Zaragoza.
Todas las temporadas son importantes. Yo ya tengo una experiencia, he toreado mucho y en muchos sitios, aunque la temporada que está en marcha es lo que en definitiva interesa. Gracias a Dios he estado en fallas, tengo dos tardes en Madrid, una con la corrida de Adolfo Martín y otra con la de Algarra, Zaragoza y estaré en muchas plazas. En invierno toreé bastante en América y la verdad es que no he parado y estoy muy ilusionado. Van saliendo fechas. Esto tiene buen color. Ahora en Madrid hay que dar un zambombazo para allanar todavía más el camino y subir la cotización.
La temporada pasada, ya con la normalidad, se toreó bastante.
Sí, fueron más de veinte corridas, en América, y aquí en plazas importantes como Madrid, Pamplona, Valencia, Bilbao y Francia. Plazas importantes que son las que cuentan, aunque a veces cuesta meter la cabeza porque las ferias. Por el tema presupuestario, están recortando su número de festejos y no es fácil meter cabeza. Pero bueno, nosotros estamos aquí para torear y si hace falta, en todo tipo de corridas. En Madrid, como he dicho, me han anunciado con la de Algarra y la de Adolfo. El año pasado maté varias de Dolores Aguirre, de Victorino y de Miura. Hay que estar a las duras y a las maduras. Lo importante es estar en los carteles. Del año pasado destaco la tarde de Pamplona. Tambor una faena a un toro de miura en Dax, la oreja que corté San Isidro que pudieron ser dos si no fallo con la espada, otra tarde en Guadalajara, en la que estuve bien.
Dentro de poco hará diez años de alternativa.
Ya es un periplo largo, pero mi carrera todavía es corta. Hay que tener en cuenta que prácticamente dos años pasaron en blanco por culpa del COVID. Y luego el primer año, tras la alternativa, me quedé parado. Y la verdad es que se pasa muy mal. Pero luego hay que recuperarse. Yo ya no soy El Niño del Liceo, ya he cumplido 30 años, y ya hay que afrontar la vida de otra manera.
Usted es de los toreros que ha sido capaz de haber abierto la puerta grande de Madrid, lo que no es fácil. Aunque siempre ha dicho que aquella tarde no le supuso un especial esfuerzo.
Sí, es una manera de hablar. Ese día la verdad es que no me di una paliza. No hice dos faenas excelentes, estuvieron bien pero tampoco fueron de salirse de lo normal. Maté bien los toros y corté dos orejas. A veces con más esfuerzo tienes menos premio y también tardes en las que he estado a mucho mejor nivel. Como por ejemplo la de Adolfo Martín que toreé en Madrid con Roca Rey y ese mismo año en Madrid ante los toros de Joselito, y los de la tarde de la cornada del toro de Baltasar Ibán. Pero sí, la verdad es que aquel día de la puerta grande salieron las cosas rodadas y bueno, siempre es una alegría estar en el libro de oro de la plaza de toros de Las Ventas.
Se preocupa de fomentar la fiesta de los toros. Y de hecho se vino a Valencia para reunirse con alcaldes de muchas localidades que sobresalen por la organización del toro en la calle.
Es que tenemos que aprovechar todas las sinergias. Hay que saber hermanar y unir el toro en la calle con el toro en la plaza. Porque de un sitio salen los otros. Yo, de chico me cogía el metro en iba a todos los pueblos a ver el toro en la calle. Eso es un foco de afición, de aprender a familiarizarse uno con el toro, de coger el gusto por el toro y luego ya decidir lo que quiere hacer en la vida. Pero lo que intentamos, o yo intento, es llevar a la gente de cada pueblo a los toros, atraer aficionados a las plazas. Nuestra obligación como profesionales es fomentar el toreo y eso es lo que trato de hacer yo siempre que puedo .
Siempre ha tenido palabras de agradecimiento con la escuela de tauromaquia
Sí, mucha gente se acuerda de aquellas novilladas de Canal Sur y de todo lo que decía de mi Ruiz Miguel. Eso fue bueno porque me dio a conocer. Pero la escuela de tauromaquia de Valencia fue fundamental y además aquella época es en la que más he disfrutado y de la que tengo los recuerdos más bonitos. Para mí fue una experiencia maravillosa y de la que tengo una gran añoranza. En la escuela sobre todo me enseñaron a manejar un poco los trastos, a ser torero. Pero luego como realmente aprendí es saliendo por ahí. Si no sales de tu círculo, de tu núcleo de confort, no creces. En la escuela se aprende a torear, pero si no hubiese salido de Valencia, no hubiera podido progresar. Hay que salir de esa zona de confort. Yo iba a la Casa de campo y te juntabas con matadores de toros, con banderilleros, con profesionales. Vas aprendiendo, te vas abriendo camino por ahí, y es importante para desarrollarte como torero y como hombre y conocer los rudimentos de la profesión.
No pierde la sonrisa, pero ha vivido momentos muy duros, de no torear, y de que la gente le diera la espalda.
El toreo es así. Es esto. Es una constante cura de humildad. Hoy estás arriba, mañana abajo y luego vuelves a subir. Luego vuelves a bajar. Un día te dan un abrazo. Otro día te dan la espalda y se olvidan de ti. En esta profesión, hay muy pocos amigos, y la gente no cuenta contigo, más que cuando te salen las cosas bien. Hay que tener mucha fuerza para no tirar la toalla, y ser positivo y confiar en uno mismo. Yo, en las etapas en las que no toreaba, confiaba siempre en mis posibilidades. Mi mente siempre ha estado en ser positivo. Ni antes era tan malo ni ahora tan bueno. Lo normal es que si triunfo se acuerden de ti y si no, no. Los momentos malos son parte de la profesión y te curten.
A parte de estos sinsabores, también le han castigado fuerte los toros.
Hombre, las cornadas son partes de la profesión. Son momentos muy duros. Puedes arrugarte o ponerte a quejarte y lamentarte o ver la parte positiva de las cosas. Hay que quejarse en esta vida lo menos posible. El verdadero problema de la vida es la muerte, que es lo único que no tiene solución. Yo la he visto de cerca, pero bueno aquí sigo vivo y coleando y tengo la obligación de esforzarme por seguir dando guerra. Uno no puede olvidar sus momentos malos, son cosas fuertes, pero hay que asumirlas. La gente además quiere verte bien y lo duro es cuando reapareces de una cornada tan grave, y no estás recuperado, y ves que no puedes estar todavía a la altura porque no tienes fuerzas pero sin embargo tienes que dar la cara. Las cornadas dejan huella, pero con el tiempo se superan.
Esta temporada tendrá algún objetivo concreto.
Lo cierto es que el objetivo no es una plaza ni una feria. El objetivo que tengo en la cabeza y que me he propuesto es al final año tener solucionada mi vida. El COVID se llevó por delante dos años, fueron muy duros para todos. No se ingresó, nos cambió la vida. No ingresábamos dinero, no teníamos medios y ahora hay que encarrilar la vida. Yo tuve que vender mi piso y cada uno hizo lo que pudo. Insisto, no me puedo quejar porque hubo gente que lo pasó peor que yo. Pero la verdad es que lo que quiero es solucionarme la vida. Tengo 30 años y ya es hora por lo menos de ver un poco la vida encarrilada.
Es torero de Valencia.
Que nadie lo dude pronto. Yo soy valenciano y estoy muy orgulloso de ser de Valencia y como se vive en aquella tierra, no se vive en ningún sitio. Pero ahora, por las circunstancias, me ha tocado vivir fuera, y asumir el estar fuera de Valencia. Como decía, había que salir de la zona de confort, pero yo esté donde esté llevaré la bandera de Valencia conmigo. Es mi tierra y soy torero valenciano.