Tomás Rufo: Exhibición de madurez y rotundidad en Valencia

Burladero entrevista en exclusiva al torero Tomás Rufo
jueves, 3 de abril de 2025 · 07:27

Toreo con mayúsculas, limpio, acompasado, llevando cosidas las embestidas del astado a los flecos de su muleta. Largos los derechazos, largos los naturales y largos los de pecho rematados en la hombrera contraria, todo a cámara lenta, todo sentido. Así toreó Tomás Rufo en la séptima del abono de Fallas de Valencia, pisando los terrenos sin la mínima duda en una tarde maciza de firmeza de plantas, cintura rota, pases profundos en tandas largas, siempre comprometido en su colocación. Inconformismo, ambición, la mejor actitud. Abrió la Puerta Grande y sólo el estoque le privó de cortar cuatro orejas después de dos faenas rotundas de torero maduro ante dos ejemplares de Jandilla.

Actuación rotunda de cuatro orejas de no haber sido por la espada.

- Fue una tarde muy importante para mí, y quiero agradecer al público de Valencia lo respetuoso que fue y lo atento que estuvo. Fue un gustazo torear en su plaza.

En alguna entrevista previa a la feria de Fallas, se podía comprobar que te habías autoimpuesto una exigencia máxima.

Valencia es la plaza y la feria de primera categoría que abre la temporada. Todos los toreros queremos estar anunciados, y uno mismo se carga de una responsabilidad extra para luego poder estar a la altura que se desea.

Lo primero es mostrar la mejor actitud, y después compromiso en la colocación. Tú cumpliste esas dos máximas.

La predisposición no se puede negociar y nunca quiero que me echen en cara que no he salido con la mejor actitud. Luego, mi concepto del toreo es clásico, intentando torear lo más despacio posible, echándome los toros detrás de la cadera y pasándomelos cerca, porque así todo tiene mayor emoción y la gente lo valora más. En Valencia salió así.

El inicio de la primera faena fue de rodillas, pero toreando en redondo y ligando los pases.

Vi que el toro tenía cualidades para embestir con franqueza y yo quería conectar con el público desde el primer momento. Pensé que era el inicio de faena ideal para conseguirlo. Salió bien.

Ya en pie todo salió reposado, hasta los pases de pecho larguísimos a hombrera contraria.

Siempre he pensado que, cuando se ha realizado una tanda buena, el remate ha de ser mejor todavía. Siempre intento irme con el pecho detrás de la muleta, queda más toreado y bonito.

Parece que te obsesiona torear despacio.

Cuando se consigue ralentizar las embestidas todos se ponen de acuerdo. Y, además, hay que mantener la tranquilidad en todo momento para entrar y salir despacio la cara del toro y que dé la sensación de que todo lo que está pasando en el ruedo se tiene controlado. Eso los aficionados lo valoran mucho.

Al primero lo toreaste despacio y profundo, pero se resistió a caer.

Intenté matarlo lo mejor posible. La espada pareció quedar arriba, pero quizá estaba un poco contraria, y eso hizo que el animal no doblara las manos y que tuviera que descabellar.

Siguiendo con tu actitud inconformista y ambiciosa, al segundo lo recibiste a portagayola para finalmente mostrar una seguridad total.

Ese toro fue un poco más incierto, pero yo tenía claro que tenía que triunfar sí o sí. Sabía que un éxito rotundo podía marcar mi destino. Tenía que apostar fuerte, con autoridad, pisando los terrenos sin la mínima duda.

Firmeza y cintura rota: dejarse los toros detrás de la cadera es lo complicado.

Busco torear en redondo, dejándome los toros atrás, y cuanto más despacio mejor. Me gusta hacerlo y también verlo cuando lo hacen mis compañeros.

Una estocada corta desprendida volvió a dejarte sin el doble trofeo. Pero, siendo importantes las orejas, poner de acuerdo a público y crítica te debe enorgullecer.  

Ha sido una tarde que me ha dado mucha moral. Venía de un invierno complicado por una lesión que sufrí. Ahora he cogido oxígeno, he recargado las pilas de ilusión y toca seguir pensando en los siguientes compromisos.

 

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