DAVID DE MIRANDA

"Me jugaba mi vida taurina"

Carlos Bueno entrevista en exclusiva al matador de toros David de Miranda tras su exitoso paso por Sevilla
martes, 27 de mayo de 2025 · 06:33

Sábado 10 de mayo. David de Miranda cortó tres orejas a su lote de El Parralejo en La Maestranza de Sevilla confirmando que lo suyo no es una proyección sino una realidad. Lo apuntó el año pasado en la misma plaza, cuando ya estuvo a punto de abrir la Puerta del Príncipe. Lo había señalado en 2019 cuando salió a hombros de Las Ventas de Madrid en su confirmación de alternativa. El diestro de Trigueros ligó, ligó y ligó en dos faenas repletas de mando y quietud, de abandono y verdad, también de improvisación y variedad. Mató de contundente estocada y emocionó a un público entregado que salió del coso toreando y reclamando su presencia en las ferias.

David Pérez Sánchez, “Miranda” en el capote.

Sí, lo de Miranda viene por una finquita en la que comencé a crecer como torero. Era de un tío-abuelo mío que tenía una puntita de una treintena de vacas bravas y allí entrenaba yo. Los profesionales me llamaban “el de Miranda”, y se me quedó como apodo.

Un buen amigo que estuvo en la plaza me dijo que la tuya fue la faena más redonda, maciza y emocionante que recordaba en muchos años.

Lo que puedo decir es que las dos faenas fueron emocionantes. Después de haber cortado dos orejas el año pasado la gente ya me conocía y esperaba. Y en esta ocasión tuve la suerte de sortear un lote que me permitió mostrar lo que llevo dentro, de disfrutar y de hacer disfrutar, aunque siempre con defectos. Sé que tengo que seguir mejorando, y eso es lo bonito del toreo, no ver el techo y siempre querer seguir alcanzando mejores versiones de uno mismo.

La segunda faena fue de quietud extrema, verticalidad, profundidad y ligazón total. Iniciaste con unos estatuarios ceñidos por pitón derecho y dejándotelo venir. ¿Ahí ya intuías lo que podía desarrollar el toro?

Pensé que podía rajarse; por eso comencé en terrenos de la Puerta del Príncipe, y todo fue surgiendo de inmediato. Me entregué y la plaza se entregó. Arrancó la música, y sabía que si el toro me aguantaba podía realizar una faena grande y salir a hombros.

Tus trasteos tuvieron, además, variedad e improvisación. ¿También buscaste el pellizco del Uy después del olé?

Más que buscar el Uy me abandoné a la improvisación. Creo que atravesamos una época en la que se torea muy bien pero que, quizá, hay cierta monotonía en las faenas. Por eso pienso que hay que mantener el interés de quienes están sentados en el tendido, que estén expectantes en todo momento con lo que se vaya a hacer sobre la arena, sorprenderles con un pase distinto, inesperado. Y eso fue lo que busqué, que mi labor nunca perdiera interés. La apuesta salió bien.

¿Y después de esa faena tan redonda el momento más preocupante fue cuando montaste la espada?

Evidentemente los toros tienen hueso y se pinchan. Pero es verdad que yo sentía que la tarde estaba para mí, que ya lo había soñado. Pensé que me tenía que ir detrás del estoque. Dios está arriba y todo salió redondo.

Ante el primero diste una imagen de seguridad impropia en alguien que no torea la cantidad de corridas que sus compañeros de terna. ¿Es cuestión de mentalización?

No es fácil afrontar una tarde tan importante, por la categoría de la plaza y de las figuras con las que me anunciaba. Sentía mucha responsabilidad porque me jugaba mucho, no sólo la temporada sino mi vida taurina. En una tarde tan señalada, tan clave, si no coges el tren te quedas en el andén para siempre; así está el toreo. Psicológicamente eso es complicado de asimilar, pero yo me mentalicé y tuve la cabeza fía y despejada en todo momento, quizá porque tenía buenas vibraciones, buenas sensaciones. Tenía confianza en mí después de una muy buena preparación en el campo, y al final todo el trabajo y el esfuerzo tienen su recompensa.

¿Tiene comparación la faena de las dos orejas del año pasado con la de este?

El año pasado pidieron el indulto de “Tabarro”, de Santiago Domecq, un toro que me permitió mostrar una versión que ni yo mismo conocía. Yo creo que ese animal fue el que descorchó la relación entre Sevilla y David de Miranda. Y gracias a eso, en esta ocasión los aficionados ya me recibieron de otra manera. Con sus matices, han sido dos tardes maravillosas. La de esta ocasión más redonda por haber abierto la Puerta del Príncipe.

¿Y tiene comparación con la Puerta Grande de Las Ventas en 2019?

Cada plaza tiene su personalidad. En aquel momento salir a hombros de Madrid fue lo más grande, y ahora lo más grande es haberlo hecho en Sevilla. Son momentos y emociones distintas, inexplicables e inigualables. Son dos marcos en los que todos los toreros soñamos triunfar, y yo me siento un privilegiado por haberlo conseguido.

¿Acabaron de servir los éxitos de Madrid y del año pasado en Sevilla?

Después del triunfo en Madrid tuve la mala suerte de la irrupción de la pandemia. En 2020 estaba anunciado en las principales ferias de primera categoría de España, y se suspendieron todas. Cuando volvimos a la normalidad mi éxito de 2019 se había quedado un poco en el olvido y costó mucho remontar. Por suerte no me faltaron corridas para rodarme, per faltaba el relanzamiento definitivo que llegó con las dos orejas de la campaña pasada en Sevilla. Y ahora espero que aún se agudice más con la Puerta del Príncipe. Quizá ahora esté en el punto donde todo se quedó por culpa del Covid y, a partir de ahora, recoja la recompensa.

El año que viene cumples una década de alternativa.

Ojalá sea la temporada definitiva para estar en todas las plazas y consagrarme. Esa sería la mejor manera de celebrarlo.

 

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