ANDRÉS ROMERO
"Tengo el pálpito de que Teruel y yo vamos a conectar pronto"
Se te nota en un momento de madurez y conexión plena con tu cuadra. ¿Cómo vives esta etapa de tu carrera, justo cuando te esperan plazas tan significativas como Teruel?
Son ya once temporadas de alternativa, en las que he podido torear mucho y pisar plazas de la máxima responsabilidad. Tanto en España como en Portugal, Francia y México. Ese camino te va curtiendo y te va forjando porque se crece desde la exigencia, no ya sólo de cuánto toreas, sino de a quién te mides. También en este sentido, he compartido cartel todos estos años con los mejores rejoneadores que existen y eso te obliga a competir al máximo nivel cada tarde y a tener la mejor cuadra a tu alcance. Mi cuadra es fruto del trabajo diario y a conciencia, le dedico muchas horas y es un fiel reflejo de lo que yo quiero y busco para mi toreo. Llevo ya algunos años renovándola y puedo decir que la tengo en un punto ideal de compenetración y de capacidad de sorprender.
Cada tarde es distinta, pero hay ferias donde se percibe algo especial desde que uno llega. ¿Qué sensaciones te despiertan esos cosos con personalidad como el de la Feria del Ángel?
Me gusta porque sé que es una feria muy de la gente y, por tanto, muy viva. Que los turolenses la viven con alegría y ganas de divertirse, pero también desde el respeto de la importancia que tiene el toro y su universo en el contexto global de la feria. Soy un torero que necesita la conexión con el público, sentir que llego a él, que le meto en lo que hago y que le emociono. Soy un torero que necesito también sentir esa correspondencia del público en forma de que se metan en mis faenas y las disfruten de verdad. En este sentido, tengo el pálpito de que Teruel y yo vamos a conectar pronto.
El rejoneo tiene una capacidad única para emocionar al gran público. ¿Qué crees que atrapa tanto del toreo a caballo a quienes lo viven desde el tendido?
La entrega, que es imprescindible para que exista esa capacidad de emoción a la que te refieres. Todo empieza por ahí: por darlo todo, por no dejarte nada dentro y que la gente lo perciba. Por hacer de cada faena un ejercicio de búsqueda del triunfo a partir de las posibilidades que te den los toros o de encontrar soluciones a las dificultades que te planteen. El toreo a caballo tiene mucha de su éxito en su sentido del espectáculo porque es, ciertamente, un espectáculo único, en el que un hombre tiene que imponerse a un animal, que es el toro, a partir de poner de su parte la voluntad de otro animal, que es el caballo. Y esa simbiosis, cuando se produce, es admirable para el público que contempla aquello sabiendo que asiste a algo extraordinario, nada común.
En un mundo tan competitivo como el del toreo, ¿qué significa mantener tu sitio en ferias de nivel como ésta, donde solo se cuenta con los que realmente marcan diferencias?
Significa mucho y es muy difícil porque, por desgracia, el sitio que el rejoneo tiene en las ferias es el que es. Es un espacio muy reducido. Por eso, en primer lugar, quiero agradecer y valoro mucho que Teruel sí de cabida al rejoneo en la programación de su feria. Y citas como ésta se convierten para nosotros en una vía imprescindible para mantener el estatus, e incluso, mejorarlo. Los puestos están muy contados en los carteles de rejones, de ahí la importancia que tiene cuando te ves en ellos y sabes que ese día te tienes que ganar la tarde siguiente y, por supuesto, la posibilidad de volver el año que viene. Porque lo que toda la afición debe tener muy claro es que vengo a Teruel para quedarme y ser un torero vuestro durante muchos años.
La conexión con el público es clave en tu forma de entender el rejoneo. ¿Qué necesita sentir Andrés Romero desde los tendidos para sacar su mejor versión?
Justo lo que antes decía: sentir que soy capaz de meter a la gente en mi faena, de despertar su interés y de ganar toda su atención hasta hacerles vivir lo que pasa en el ruedo con la misma intensidad con que lo vivo yo. El torero necesita del público para que su obra tenga sentido y eco. Si lo consigues y la gente se emociona con lo que le estás entregando, es el premio mayor que puedes recibir como artista y como creador. Porque el torero, al final, es un creador y crea para compartirlo con los demás. Por eso su éxito está en la capacidad que tenga para emocionar a quienes le ven. Si siento que lo consigo, es mucho más fácil, como bien dices, sacar lo mejor de mí.
A estas alturas, ¿qué te motiva a seguir creciendo, arriesgando y apostando por tardes exigentes como la que te espera en Teruel?
Algo que no desaparece nunca del ánimo de un torero, da igual cual sean sus circunstancias, que es la necesidad de triunfar. Ya sea por necesidad interior, ya sea porque, como está el toreo en general y el rejoneo en particular, triunfar es lo único que te mantiene las puertas abiertas y que te abre otras nuevas. Aquí no se puede regalar ni conceder nada porque, si te relajas, hay decenas de toreros que quieren ese sitio que, por ejemplo, yo tengo este año en la Feria del Ángel y, o lo defiendo y me lo quedo, o me lo quitan. Al final también, uno trabaja a diario, ahora en temporada y cada día del invierno, sin parar ni uno solo, para tener oportunidades como ésta y aprovecharlas al máximo. Es verdad que ya tengo una trayectoria, que he salido varias veces a hombros en Sevilla, que he cortado orejas en Madrid y he rozado su Puerta Grande, que he triunfado cada vez que he toreado en la Goyesca de Ronda, pero aún me quedan muchas cosas que quiero hacer, consolidarme en las grandes ferias y competir cada día con los mejores y eso sólo se consigue triunfando todos los días.
¿Cómo preparas mental y emocionalmente una cita como la Feria del Ángel, donde hay ambiente, historia y ojos muy atentos?
Trabajando a diario como si toreara cada día. Sin bajar nunca el listón de mi autoexigencia, no dejando de buscar cosas nuevas en mis caballos y en mí mismo. Como decía antes, es imprescindible que un torero conviva con el inconformismo y con el convencimiento de que le queda mucho por mejorar. Antes me refería al trabajo constante que hago, incluso, en invierno, cuando no hay toros, pero mantengo el mismo nivel de trabajo y de preparación. Al final, es eso lo que te va curtiendo para cuando llegan días tan bonitos como el de Teruel. Se que, si saco lo mejor de mí, me voy a ganar a la gente, que a Teruel le van a quedar más ganas de Andrés Romero. Tantas como a Andrés Romero ganas de Teruel. Éste es el aliciente más bonito: corresponder a quienes han confiado en mí para que esté en la Feria del Ángel y regalarle una tarde de toros inolvidable a los turolenses.
Hay muchas plazas, pero pocas ferias que mantengan tanta identidad. ¿Qué le dirías a quien aún duda si ir a los toros ese día en Teruel?
Que tiene muy a la mano ser feliz. Tan sencillo como ir el 10 de julio a la Feria del Ángel y, primero, dejarse imbuir por el ambiente y la alegría con que la gente vive estos días grandes de su ciudad. Y después, ser partícipe del espectáculo único de emoción y de conexión que es el toreo a caballo. Que el cartel lo tiene todo para que la gente se divierta de verdad porque somos tres toreros muy diferentes y que, por tanto, les podemos sorprender. Que, además, vamos a competir con el cuchillo entre los dientes porque ninguno se va a dejar ganar la pelea. Y que tenemos cuadras de caballos muy redondas y muy hechas. La ganadería lo es también de garantías, así que, a poco que los toros embistan, la tarde va a ser para el recuerdo.