VALENCIA

"Malospelos" y buenos toreros

Faena memorable de Ureña al bravo “Malospelos”. Un dispuesto Román le acompañó por la puerta grande tras lidiar una buena corrida de Luis Algarra.
sábado, 28 de julio de 2018 · 18:20

Los cadenciosos y sedosos delantales con los que Ureña recibió al toro que abría festejo, y que remató en el mismo centro del platillo, fueron el presagio de que algo majestuoso podría ocurrir en el festejo. Y efectivamente así fue. Sucedió en el quinto. Toro bravo que captó la atención del público tras acudir con alegría al piquero en dos ocasiones. Y con la misma alegría embistió a la muleta mandona de Paco Ureña. Alegría y fiereza, fijeza y prontitud, transmisión y emoción. Emoción porque a la bravura de “Malospelos”, que así se llamaba el de Algarra, respondía el torero con bravura, con valor, con abandono, con verdad.

La fórmula no podía fallar. Una y otra vez animal y persona, fuerza e inteligencia, se fundían en un baile desgarrador, intenso, voraz. Tanto que Ureña pareció acabar rendido, exhausto después de una faena basada al natural en la que se vació por completo. Series templadas y ligadas, y sobre todo de muletazos largos, muy por abajo porque por abajo lo quería el toro y porque el torero tuvo valor para llevarlo a cabo. La perfecta estocada fue el broche que merecía la ocasión, la antesala a la concesión del doble apéndice y del premio de la vuelta al ruedo para el excelente burel.

Decía que el saludo capotero de Ureña al primero había sido una delicia de ritmo, empaque y ajuste. Pero acto seguido el toro comenzó a comportarse de forma un tanto extraña. Descompuso su embestida. Galope cansino. Querencias dispares. Se quedó corto e incluso lanzó alguna miradita. Pero eso poco pareció importarle al torero murciano que se atornilló al albero para plantarle cara como si todo en él fuesen virtudes. Tuvo que ser una faena encimista, de tragar mucho, para ir extrayéndole los pases con autoridad y emoción, siempre muy firme y consintiéndole. Y si los viajes del animal cada ver eran más cortos, el mando de Ureña cada ver resultaba mayor. La decisiva estocada fue clave para que la petición fuese mayoritaria.

 

Paco Ureña

 

El de Lorca sorteó en segundo lugar un astado de gran entrega que siempre tuvo la intención de coger los vuelos de los engaños por abajo, tanto que, en ocasiones, clavó los pitones en la arena con la consiguiente voltereta o pérdida de ritmo de la faena. Labor pulcra y sincera de Ureña, muy ligada por momentos, siempre ceñida y muy de verdad, especialmente en los naturales de la fase final de su quehacer, citando de frente a pies juntos. Mató de excelente estocada y la petición pareció mayoritaria, aunque el presidente no lo estimó así.

Lo del quinto, el que acudió al caballo con presteza y codicia y al que Ureña firmó una faena memorable, ya lo he contado.

Fue perdiendo fuelle y recortando su viaje el primero de Román, que tras un vibrante inicio de faena pareció contagiarse del comportamiento del toro. Pero mediada su labor, el de Algarra se lo echó a los lomos después de protestar en uno de los viajes que el matador valenciano pretendía imponerle. A partir de entonces subió enteros de nuevo su quehacer, más enfibrado y autoritario, y la contundente estocada puso a todos de acuerdo en la concesión de la oreja.

En el cuarto hubo un quite arrebatado de Ureña con la consiguiente respuesta de Román, que perdió el percal en el remate. Le dejó su capote el murciano para que el valenciano rematase como merecía. Hubo luego devolución de engaños, agradecimientos y ánimos de uno a otro matador. Fue bonito comprobar que se puede ser rival y compañero a la vez. Después de un vibrante tercio de banderillas protagonizado por Raúl Martí y El Sirio, el animal perdió el empuje que se le presagiaba quedándose cada vez más corto ante la franela autoritaria de Román, que pronto optó por recortar distancias. Y metido entre los pitones, jugándose la voltereta, llevaron los momentos más intensos de su quehacer. Alardes y desplantes, valor y disposición. No cabía otra.  

 

Román​​​​​​

 

A portagayola se marchó Román a recibir al que cerraba festejo. No quería quedarse atrás el del barrio de Benimaclet. Y no se quedó. Disposición máxima ante un Algarra con picante que no permitía dudas. Ajuste máximo y riesgo adquirido fueron sus armas. Espontaneidad, sinceridad y entrega total. No salió limpia la faena, pero nadie perdió ojo de la verdad del torero valenciano y la salida a hombros junto a Ureña fue más que merecida.

 

 

Ficha del festejo:

28 de julio, 3ª de la Feria de Julio. Valencia, más media plaza. Toros de Luis Algarra, bien presentados y buenos en líneas generales. Sobresalió el bravo 5º, premiado con la vuelta al ruedo.  

Paco Ureña: oreja, vuelta al ruedo tras petición y dos orejas.

Román: oreja, palmas y oreja.

 

Incidencias: Tras romperse el paseíllo, Antoni Gaspar, presidente de la Diputación de Valencia, entregó una placa conmemorativa del 25 aniversario del indulto en esta plaza de “Gitanito” al ganadero Álvaro Domecq.

 

Cuadrillas: Se desmonteraron Raúl Martí y El Sirio tras banderillear al 4º. Raúl Martí además bregó magistralmente al 6º.

 

FOTOGALERÍA

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50%
Satisfacción
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Esperanza
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Tristeza
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Incertidumbre
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Indiferencia

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