Roca, Rey del pueblo y de la ciudad

Valencia es y debe seguir siendo plaza de primera categoría, lo que, además de un número determinado de festejos al año, debe conllevar una mínima exigencia. Perder la rigurosidad a la hora de conceder trofeos sólo conlleva la pérdida de seriedad y la equiparación a cualquier coso de pueblo. Resulta evidente que el público que acude al reclamo de algunas figuras no es el asiduo y el que da personalidad al recinto, pero el presidente debe velar por darle sensatez y señorío al edificio de Monleón. Otorgar una oreja después de una estocada deficiente y tres descabellos no corresponde a la categoría que debe imperar en Valencia, sin desmerecer que la faena del diestro pudiera ser buena. Y sin duda la de Roca Rey fue buena. Lo hubiera sido en el pueblo más recóndito del orbe taurino y lo fue en Valencia.

Verónicas, chicuelinas y el dibujo de una media fue el saludo del torero peruano al tercero de la tarde, al que esperó en el centro del platillo para iniciar su quehacer. Derechazos largos y mandones, y un cambio de mano para abrochar la segunda serie con un muletazo eterno. Con la zocata siguió el mando y el sometimiento, menos limpia la segunda tanda de naturales. Con un cambiado por la espalda de infarto volvió a la derecha en una fase final de total cercanía, sin apenas espacio entre los cuerpos de toro y torero. Después de una estocada atravesada que no fue efectiva, tuvo que utilizar el descabello hasta en tres ocasiones, a pesar de lo cual fue premiado. 

Abanto salió el último de la corrida, complicando mucho su lidia. Le vio posibilidades Roca Rey, que tras brindar al público de hincó de rodillas para dar una primera serie en redondo entre el calor popular. De inmediato se echó la franela a la zurda para exigirle al toro por abajo, y el astado respondió, aunque siempre mirando de reojo hacían tablas. El peruano se decidió entonces por pegarse un arrimón, y se metió entre los pitones con una tranquilidad y una confianza extraordinaria encogiendo el corazón de un público entregado. Pero de nuevo tuvo que utilizar el descabello hasta en cuatro ocasiones, perdiendo, en este caso, la posibilidad de cortar orejas.

No acabó de definirse en los primeros tercios el Victoriano que abrió festejo, pero cuando llegó el momento de que Diego Urdiales cogiese la muleta, el toro embistió sin descanso, aunque sin acabar de emplearse, lo que molestó al riojano que hizo un esfuerzo por ligar las series sin obtener el resultado perseguido a causa de la falta de clase del animal.

El segundo de su lote resultó descastado y reacio a embestir. Sorprendió a Urdiales volteándole de fea manera, pero permaneció en el ruedo hasta darle muerte a pesar de la imposibilidad de lucimiento.

El que salió en segundo lugar dobló las manos en reiteradas ocasiones, llegando al último tercio con las fuerzas al límite, lo que provocó sus continuas protestas y su falta de recorrido. Le dio tiempo Manzanares en una faena larga en la que fue acrecentando su autoridad para acabar firmando dos series ligadas de mucha conexión con los tendidos.

Tampoco anduvo sobrado de fuerzas el que hizo quinto, por lo que el alicantino tuvo que emplear la misma táctica, darle tiempo y afianzarlo para poder exigirle. Embistió el Victoriano berreando pero con transmisión por el pitón derecho, y por ahí lo exprimió José María con tanto temple como firmeza antes de fallar intentando matarlo en la suerte de recibir.

Ficha del festejo:

18 de marzo de 2022, Valencia. 5ª de la feria de Fallas. Casi lleno. Toros de Victoriano del Río bien presentados (1º repetidor sin emplearse, 2º manejable pero desclasado, 3º bueno, 4º descastado, 5º manejable y 6º desrazado pero noble).

Diego Urdiales: saludos en ambos.

José María Manzanares: saludos tras aviso en ambos.  

Roca Rey: oreja y saludos tras dos avisos.

Cuadrillas: Daniel Duarte saludó tras banderillear al segundo, Antonio Chacón en el tercero y Manuel Rodríguez en el quinto.

Fotos: Jacobo Silvestre