Orejas contra las circunstancias
Paco Ureña y Francisco de Manuel cortan una oreja en una tarde de entrega y de sosería ganadera, en la que sobresalió un sobrero de Montalvo. Ángel Téllez también pudo conseguir un apéndice
A pesar de las continuas protestas por la evidente flojedad del toro, se empeñó el presidente en mantener en la plaza al cuarto Juan Pedro hasta el último par de banderillas, y en ese momento, cuando ya nadie pensaba que se devolvería, el usía sacó el pañuelo verde. Parecía más lógico haberlo cambiado antes, porque su debilidad ya era manifiesta, o haberlo dejado en el ruedo esperando que se repusiera. Será cosa de la presión que se vive en el palco.
Sin embargo, desoyó la voluntad popular y sí que aguantó la presión del respetable que demandaba doble trofeo para Paco Ureña después de una emocionante faena repleta de verdad y rematada de buena estocada. Cosas y casos que ocurren en una plaza de toros.
Y en esta ocasión también ocurrió que, lamentablemente, se cumplieron los pronósticos que vaticinaban que Juan Pedro no sería uno de los hierros triunfadores de la feria. La movilidad del quinto y sexto, que no acabaron de emplearse, no debe servir para tapar la sosería general del encierro.
La que no hace tanto tiempo era una de las mejores divisas de bravo, no vive ahora su mejor momento, es evidente. Seguro que lo está intentando solventar su propietario, pero, por ahora, deberá seguir experimentando en el laboratorio del campo.
Abrió festejo un animal regordío al que Paco Ureña le ganó un paso en cada pase en el recibo capotero. Fue el momento en que más codicia mostró el Juan Pedro, que después se quedó a medio viaje en cada intento de muletazo del murciano, que siempre provocó las embestidas con determinación y citó muy cruzado y atornillado a la arena. La falta de celo del animal impidió que hubiese la mínima conexión.
Fue devuelto por su flojedad el titular que hizo cuarto, y en su lugar saltó un primer sobrero de Montalvo, que se invalidó al caer en el tercio de varas, y un segundo con el mismo hierro que, aún sin demasiado recorrido, tuvo movilidad y repitió sus embestidas para que Ureña estuviese en Ureña, entregado, abandonado, roto. Se fue el murciano tras cada viaje, en cuerpo y alma. En la corta distancia. Pegados los cuerpos. Seguridad y mando, ligazón y emoción. Todo de verdad. La mejor versión de Ureña que mató pronto y bien para que todo el mundo le pidiese las dos orejas. Todos menos el presidente, que era quien mandaba.
Suavidad y temple le recetó Ángel Téllez al segundo que salió por toriles para robarle una primera tanda de naturales cadenciosos, gustándose, por abajo. No soportó el Juan Pedro la exigencia y protestó en la siguiente serie, y el diestro toledano se echó la muleta a la derecha para seguir citando con compromiso, entre los pitones en la corta distancia. Tuvo empaque su quehacer, pero la espada cayó baja y no hubo petición.
Se movió y repitió el quinto, aunque sin demasiada entrega ni clase. Le hizo muy bien las cosas Téllez, citándolo sin adelantar la muleta y manteniéndolo fijo en la franela para firmar una labor mejor hilvanada de lo que se presagiaba. Cu colocación fue clave y su autoridad fundamental para conseguir que las embestidas no se cortasen. Desafortunadamente la estocada cayó desprendida.
Más allá del tercio y directamente al natural, sin probaturas previas, inició su quehacer Francisco de Manuel al tercero. Se encajó de riñones e imprimió regusto en las primeras tandas, pero la sosería del astado, al que le costaba un mundo arrancarse y se quedaba a medio viaje, impidió que la faena tomase vuelo.
El que cerraba festejo, como su hermano que había salido en quinto lugar, tuvo movilidad y repetición. También como a su hermano, le faltó emplearse y le sobró calamocheo, pero Francisco de Manuel lo entendió a la perfección, le tapó defectos, y antes de que acabase rajado se puso en el sitio donde los toros no tiene más remedio que embestir. Fueron cuatro series ligadas muy jaleadas por un público deseoso de emociones. Se adornó con alardes de rodillas el madrileño, mató por arriba y fue premiado con una oreja.
Ficha del festejo:
15 de marzo de 2023, Valencia. 5ª de la feria de Fallas. Medio aforo cubierto. Cinco toros de Juan Pedro Domecq y uno -el cuarto lidiado como 2º sobrero- de Montalvo, desiguales de presentación. 1º descastado, 2º soso, 3º descastado, 4º encastado, 5º manejable, 6º manejable.
Paco Ureña: saludos y oreja con petición de la segunda.
Ángel Téllez: saludos y vuelta al ruedo.
Francisco de Manuel: silencio y oreja.
Cuadrillas: Juan Navazo saludó tras parear al segundo.
Tras la muerte del cuarto toro un aficionado totalmente apasionado lazó a Paco Ureña la bota del vino con ya mala fortuna de impactar de forma mu fuerte en el rostro haciéndole una herida que tuvo que pasar a la enfermería para que le arreglaran este desaguisado. El lorquino estaba muy enfadado sobre todo por la mala suerte que tuvo por el sitio del golpe, salió con un apósito en la ceja derecha.
Fotos: Enfoque Taurino