BOCAIRENT
Arte y entrega en Bocairent
Pablo Aguado sale a hombros tras firmar una faena suave y torera, mientras Morante encandila al público con su arte y pierde los trofeos con el estoque. Debutaba de luces el becerrista Bruno Gimeno, un torbellino de entrega que encandiló al público y acompañó a Aguado por la Puerta Grande.
Un estruendo. Fue aparecer Morante de la Puebla por el patio de cuadrillas del coso taurino de Bocairent y formarse un alboroto. Alegría incontenida. Agitación en los tendidos. Conmoción generalizada. El público puesto en pie le obligó a saludar tras finalizar el paseíllo. El recuerdo del rabo cortado en Sevilla inundaba la antiquísima placita valenciana. Agradeció la deferencia Morante, obligando a acompañarle a Pablo Aguado y al becerrista Bruno Gimeno, que debutaba vestido de luces y ya jamás olvidará el momento.
La prontitud del que abrió festejo no tapó su falta de entrega y de recorrido. Embistió el Cuvillo con la cara alta y rebrincadito, lo que no desesperó a un Morante muy dispuesto que lo exprimió sin el mínimo gesto de desánimo. No pudo haber profundidad en su toreo, pero dejó incontables pellizcos inspirados muy jaleados por el público. Tuvo que descabellar después de una estocada deficiente y perdió la opción de tocar pelo.
Su segunda faena la inició con sabrosos ayudados por alto, sacándose al astado hasta los medios para llevar a cabo una faena siempre a más en intensidad, primero en redondo y después en varias series de templados y largos naturales, muy ceñido, totalmente entregado, visiblemente a gusto. Toreo fundamental, sin alharacas. La última tanda, desgajando los naturales de uno en uno totalmente enfrontilado con el astado, fue especialmente emocionante. Tuvieron enjundia los remates y sabor los trincherazos con los que colocaba al animal para entrar a matar. Lo intentó por dos veces en la suerte de recibir, pero su falta de acierto dejó lo que iba para premio grande en un apéndice.
Tuvo las fuerzas justas para mantenerse en pie el segundo de la tarde. Ejerció de enfermero Pablo Aguado con temple y, por momentos, exquisitez. Pero el de Cuvillo deslució todo intento doblando las manos con demasiada frecuencia. Además se eternizó con los aceros.
Tuvo clase el bravo quinto, sin embargo, a medida que transcurría la labor de Aguado fue perdiendo fuelle, quizá acusando un duro puyazo y la exigencia de la mano baja del sevillano, que consiguió firmar varios pasajes de toreo hondo y sentido, todo con empaque y torería. Mató al segundo envite y, aún así, fue premiado por partida doble.
Un torbellino. Pura entrega con capote, banderillas y muleta fue Bruno Gimeno que debutaba de luces en un cartel de postín sin que eso pareciese pesarle. Todo cuanto hizo tuvo una transmisión extraordinaria. Comunión total con el público. El alumno de la Escuela de Tauromaquia de Valencia exhibió disposición, variedad y vistosidad en los tres tercios sin renunciar al temple y a la ligazón. Tenía un éxito rotundo en el bolsillo, pero se lió a pinchar con el estoque y el premio quedó en una solitaria oreja.
Al que cerraba la tarde lo recibió a portagayola y, a continuación, le dio dos largas cambiadas de rodillas para provocar un nuevo delirio. Tuvieron suavidad las posteriores tafalleras, y en banderillas clavó de forma desigual pero con vistosidad, el último par citando sentado en una silla. Consiguió serenarse en un quehacer reunido y ligado en el que no faltaron alardes de valor que mantuvieron la atención del respetable en todo momento. Volvió a fallar con los aceros, y de nuevo se le concedió una oreja.
7 de mayo de 2023. Plaza de toros de Bocairent (Valencia). Casi lleno. Festejo mixto con cuatro toros de Núñez del Cuvillo (1º manejable, 2º inválido, 4º y 5º buenos) y dos erales de Torrealta (3º y 6º encastados)
Ficha del festejo:
Morante de la Puebla, saludos tras petición y oreja tras aviso
Pablo Aguado, saludos tras aviso y dos orejas tras aviso
El becerrista Bruno Gimeno, que debutaba de luces, oreja tras aviso y oreja tras dos avisos