JOSÉ LUIS RODRIGUEZ

La merienda pamplonica

lunes, 23 de julio de 2018 · 08:00

Los toros no pertenecen sólo a los aficionados.

Los toros son tradición, fiesta, rito, reunión en las plazas de gentes de todas clases sociales y constituyen una parte del genuino patrimonio del tan invocado pueblo por algunos políticos. Aunque es verdad que en cortos periodos han surgido protestas respecto de las celebraciones con toros, valiéndose los contradictores de argumentos  con carga ideológica (el Papa Pio V, entre otros personajes, intentó prohibirlos). Fueron episodios adversos que terminaron siendo “toreados” por el pueblo.

El conocimiento histórico sobre lo taurino parece demostrar que la intolerancia no terminó nunca dando buenos resultados a los prohibicionistas.

Se siguieron corriendo toros por las calles, plazas y en  ese ámbito público se fue “purificando” la técnica lidiadora, con la ayuda de la selección genética que iban logrando los ganaderos en la cabaña brava.

Los tiempos cambian y nuestra sociedad hoy se ve influenciada por poderosos medios de comunicación, que no son ajenos a los intereses de potentes grupos económicos que se valen de profundos estudios de mercado, por ejemplo, para reducir el consumo de  productos cárnicos, al tiempo que propagan una visión humanizadora de nuestra relación con los  animales y rechazan la caza.

Lo taurino, pues, ha superado a lo largo de siglos  sucesivos conatos abolicionistas, pero los que se traman actualmente son políticamente más taimados.

No debemos olvidar, por ejemplo, aquella necesaria recogida de firmas en Cataluña, movilización defensiva que supo encauzar don Luis María Gibert, (siempre en el recuerdo).

Lamentablemente tal inicial y eficaz reacción, tras la posterior derogación de la prohibición por el Tribunal Constitucional, no encontró la merecida continuidad en la empresa de la Plaza Monumental de Barcelona (aunque tampoco se nos oculta que el panorama político-administrativo no era ni es para tirar cohetes).

¿Qué se hace, qué se hará para que vuelvan a sonar los clarines en la primera plaza del Mediterráneo?

Los adversarios son recalcitrantes. Mientras nosotros podríamos acudir a los  cosos catalanes (si se abrieran), los oponentes lanzan sus mensajes al gran público y se esfuerzan en lograr complicidades con los dirigentes de los partidos políticos.

Tenemos un reciente episodio: Sin dar ni siquiera tiempo al flamante Presidente Sánchez a prometer el cargo, ya leímos que PACMA confiaba en él, le iba a ayudar y a pedir que el nuevo Gobierno acabara con la tauromaquia.

Hace tiempo sabemos lo que pretende PACMA: Finiquitar la fiesta porque es la barrera que le frena el  paso  para implantar  los “dogmas animalistas”.

Si comparten este el diagnóstico habrá que permanecer atentos a la correlación de fuerzas que inciden en el Estado, las Corporaciones e Instituciones para que lo taurino no se convierta en pieza de caza mayor.

En el puesto de ojeo ya hemos visto situado al señor Alcalde de Pamplona deseando resultara incompatible el chorizo pamplonica con  las tardes de toros.

-Oye, tú, sin corrida se va al garete la merienda.

- Y hasta el chorizo rojo.

¿Hay algo menos imaginable que Pamplona sin juego de toros?

 

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