CARLOS BUENO

Para cuando haya seguridad y unidad

martes, 2 de junio de 2020 · 06:00

Anda el organigrama profesional taurino loco por volver a ofrecer toros. Hay empresarios analizando todo tipo de posibilidades y valorando la casuística que pueda producirse en los próximos meses en torno al coronavirus para fijar un punto de partida, un reinicio de la actividad. Es lógico. La inmensa mayoría de toreros -de oro y de plata-, de ganaderos y de empresarios llevan sin ingresar un solo euro desde octubre de 2019, cuando finalizó la pasada temporada. También hay Comunidades Autónomas apoyando al sector y buscando la manera de facilitar la organización de festejos. Parece como si de una competición por ser los primeros se tratara.

Loable intención, sin duda, pero peligrosa a la vez. Las prisas nunca fueron buenas compañeras de viaje, y en este caso menos si cabe. Es tiempo de paciencia y de análisis, de no precipitarse, de dejar que otro tipo de espectáculos tomen la iniciativa para perseverar en sus aciertos y huir de sus errores. Ahora sólo cabe la minuciosa evaluación de todos los factores y no dejarse llevar por el furor. Lo último que necesita la tauromaquia son plazas vacías, y dar toros a puerta cerrada para televisión, como algunos sugieren, es sinónimo de frialdad en los tendidos, de ausencia de emoción, y esperar a que pasemos de fase de ‘desescalada’ y acatar las distancias entre espectadores que impone el Gobierno es un sinsentido ruinoso.

Las tres patas que sustentan el toreo son toro, torero y público. Si uno falla pierde su razón de ser. Así que, por muchas ganas de torear y de lidiar que se tengan, el retorno ha de estar perfectamente consensuado con los espectadores. Y lo primero debe ser que la ley permita su entrada para ocupar todas las localidades con normalidad, lo segundo que su poder adquisitivo no haya mermado tanto que coarte su intención de comprar una entrada, y lo tercero que no tengan miedo a juntarse en espacios multitudinarios.

Superadas estas tres circunstancias los profesionales han de aparentar unidad. Nunca la división benefició a la Fiesta, y en estos momentos el notorio cisma entre los diferentes colectivos es tan evidente como perjudicial para la imagen y el futuro de los toros. Una vez más cada cual va por su lado, intentando salvar sus muebles. Los banderilleros miran por su propio beneficio, los empresarios por el suyo y los matadores se fragmentan según la consideración de la que disfrutan.

Seguro que todos tienen razón, al menos su razón. Pero de nada vale tenerla si se quedan solos. Porque ya se sabe que a río revuelto ganancia de pescadores, y en estos momentos hay mucho pescador antitaurino con la caña echada. Así que más vale ir despacio y con buena letra, pisando sobre seguro para volver a organizar corridas cuando haya seguridad y unidad.

 

10
1
0%
Satisfacción
66%
Esperanza
33%
Bronca
0%
Tristeza
0%
Incertidumbre
0%
Indiferencia