CARLOS BUENO

Ya está bien de ser tan cándidos

martes, 23 de junio de 2020 · 09:22

Los últimos paseos taurinos celebrados en Madrid, León, Alicante, Málaga, Santander, Pamplona y Córdoba han vuelto a resultar un éxito de participación. Con las concentraciones llevadas a cabo el pasado fin de semana, un total de 42 ciudades españolas han reivindicado la tauromaquia reclamando para ella la defensa y el trato que por ley merece.

La iniciativa debe servir para que el espectro político tenga en cuenta a una esfera maltratada de forma injusta, quizá únicamente por prejuicios injustificables en plena era democrática, aunque nunca se sabe hasta qué punto los gobernantes atenderán la equidad y el derecho que solicita el pueblo. Porque cultura es lo que el pueblo dictamina, algo que jamás debería coartarse, censurarse o prohibirse. 

De momento los políticos de derechas y algunos de izquierdas han puesto su carita más sonriente para hacerse la foto junto a los taurinos después de reunirse y ofrecerles ayudas y respaldo. Y la gente del toro ha parecido salir contenta y satisfecha de esas conversaciones a pesar de que no se han sellado acuerdos férreos. Nuestros dirigentes nacionales y autonómicos han sido magníficos lidiadores durante la crisis del coronavirus y le han dado pases en redondo y al natural al sector taurino que los ha soportado con tanta paciencia como ingenuidad.

Porque la realidad es que, en general, las ayudas económicas brillan por su ausencia o son irrisorias a pesar de las promesas, tanto a nivel estatal como por comunidades. Por eso es momento de aparcar el buenismo reinante y sacar los dientes. Sólo es cuestión de recibir trato igualitario y no discriminatorio, y de exigirlo con argumentos legales y, si es necesario, con manifestaciones multitudinarias.

Hay que normalizar la tauromaquia en la sociedad, requerir su presencia en los medios de comunicación, solicitar una bajada del IVA ganadero y de las cargas impositivas a los festejos menores, pedir una revisión a la baja de los cánones de arrendamiento de las plazas de titularidad pública, y apelar a que se la proteja, difunda y promueva como establece la Constitución entre otras demandas

Conformarse con las palabras de nuestros políticos, tan huecas como volátiles, es condenarse a la desaparición. Que lo que se diga se firme y se cumpla. Ya está bien de ser tan cándidos.

 

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