¿Dejará de ser el momento?

Es el momento. Ya se pueden organizar corridas de toros en la mayoría de cosos de España. En unos al 50% de su aforo, en otros al 75% manteniendo un metro y medio de distancia entre los espectadores. Es cierto que comienzan a anunciarse algunos festejos, pero en cuentagotas y casi todos en plazas de escaso peso específico. Sin noticias fiables de Madrid o Sevilla. Nada de Valencia ni Zaragoza. Descartadas Bilbao y San Sebastián.

Es el momento. Ahora tendrían que aparecer todos esos toreros a los que apenas se les tiene en cuenta durante la temporada y que reclaman una oportunidad cuando se acerca la feria de su tierra. Los que se declaran en huelga de hambre y los que, muchas veces con razón, denuncian las injusticias del sistema. Matadores sin pretensiones económicas elevadas que harían viable cualquier iniciativa empresarial.

Es el momento. Banderilleros, picadores y mozos de espadas deberían dar un paso al frente y demostrar que quieren torear, que no se conforman con poder cobrar las prestaciones del Estado, que son sensibles a la realidad de la situación y que saben que rebajarse los sueldos un 25% en recintos de tercera y cuarta categoría no es suficiente.

Es el momento. Los ganaderos necesitan sacar sus animales aún cuando sea a precio de saldo, que siempre será mejor que enviarlos al matadero a cambio de los 500 euros que se les paga por la canal que se destina a la cadena alimenticia.

Es el momento. Los aficionados tienen ganas de toros y saben que ahora no toca reclamar carteles de postín sino la reactivación de la temporada con combinaciones originales que pueden resultar tan atractivas para los espectadores como motivadoras para los actuantes.

Es el momento de que los políticos aparquen la palabrería barata y demuestren que respetan de verdad y con igualdad a todos los sectores legales de la sociedad. Es el momento de que los nuevos empresarios apuesten con valentía y que los gerifaltes demuestren su amor por la tauromaquia que todo se lo ha dado.

Es el momento pero no veo carteles colgados en las plazas importantes ni toreros encadenados a sus puertas reclamando contratos. No veo gestos de los subalternos ni de los ganaderos. Sólo veo el permanente y fiel interés del público, y eso no es suficiente. A este paso dejará de ser el momento.